Hace algunos días escuchaba en una emisora de radio, un
debate que había en torno al alcohol y a sus consecuencias. En dicha tertulia
entre otros invitados, estaba una mujer que era la que estaba al frente de una
de tantas asociaciones como hay en muchas ciudades españolas. La verdad que el
debate me hizo pensar sobre este tema y yo solo, llegué a la conclusión, que
hasta en esta enfermedad, la sociedad es muy machista.
Decía esta mujer en dicho debate que un hombre alcohólico no
está tan mal visto ante los ojos de la sociedad donde vivimos, con respecto a
una mujer. A lo que yo asentía en total conformidad con aquellas palabras. La
sociedad con el paso de los años se acostumbró a que los hombres fueran los que
podían beber con total normalidad. Sin embargo una mujer alcohólica, debe
sufrir ella sola esa enfermedad, y no lo reconoce ante el miedo al qué dirán.
Muchas de ellas para no ser vistas, beben en sus casas y se
esconden ante la sociedad. Sin embargo un hombre que bebe y se lo pasa bien,
incluso puede llegar a ser hasta gracioso delante de mucha gente. Pero del
mismo modo cuando en vez de ser el hombre el que actúa así, es una mujer,
cambia todo con respecto al público presente.
Quién de nosotros no ha criticado de otra manera diferente a
una mujer alcohólica. Yo por lo menos si. Siempre lo he visto con otros ojos
diferentes y quizás sin darme cuenta de ello.
La verdad que la enfermedad es la misma para hombres y para
mujeres. Cierto es que cuesta mucho el reconocerla, que por otro lado, es el
primer paso que hay que dar para curarse. Porque lo bueno de esta enfermedad es
que tiene cura, aunque cueste mucho esfuerzo, como todas las adicciones en
definitiva.
En la sociedad actual en la que vivimos, ha crecido de forma
espectacular el número de alcohólicas con respecto a otros años. Hoy en día
todos podemos ver como niñas con poco más de catorce años, van cargadas con las
bolsas de los supermercados a celebrar botellones. Decía una de las
colaboradoras de la tertulia que yo escuchaba, que muchas de esas niñas serán
las futuras alcohólicas prácticamente sin darse cuenta, puesto que un día será
suficiente con beberse una copa en dicho botellón, pero que la dosis seguirá
aumentando a medida que dichas niñas sigan frecuentando estas fiestas.
Por eso decía esta mujer, que era muy necesario el dialogar
con los hijos de este tema, antes de que sea tarde. Lo primero.- decía esta
mujer.- no descuidarnos ni un solo instante. Es primordial el estar encima de
ellos constantemente aunque nos llamen pesados. Ponía un ejemplo de una niña
que hay en su asociación, la cual tan solo tenía dieciséis años y ya era una
alcohólica. Lo bueno según decía la propia niña, fue la ayuda de sus padres a
la hora de reconocer que su hija estaba enferma. En cuestión de un par de años
desde que se bebió sus primeras copas, había caído en manos de esta enfermedad.
Sus padres creyeron por entonces que aquellos botellones que frecuentaba su
hija, era poco más que tomarse unos refrescos y poco más. No estuvieron encima
cuando fue necesario y más tarde, por suerte, supieron rectificar y corrigieron
aquella postura.
Decía también esta mujer que todas las semanas se juntan una
vez a la semana y allí charlan y exponen todas las integrantes del grupo, como
les ha ido la semana y en definitiva, como les va la vida en general, sabiendo
que no pueden descuidarse ni un solo instante, para no volver a caer en dichas
manos.
Es muy triste escuchar las historias de cada una. Muchas de
ellas compaginan a la hora de comentar la manera que tenían de adquirir el
alcohol. Al principio buscabas en varias tiendas distintas para que nadie
sospechara y por último, te agarras al tetra-brik de vino para cocinar,
intentando disimular todo lo posible tu enfermedad.
Espero que entre todos seamos capaces de cambiar nuestra
mentalidad y ayudar a la gente que quiera curarse y sobre todo, no dar de lado
nunca a nadie.
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