Por suerte para mí y para los míos, no había vuelto a acudir
a las urgencias de Trujillo desde hacía varios meses. Hoy después de llamar
para pedir cita, para que el día de mañana atendieran a mi hija de una posible luxación
en un dedo de la mano y ver que no quedaban horas libres en la consulta de su
pediatra, hemos decidido ir a urgencias.
Antes de nada quiero decir que es un lugar al que no voy de
buen agrado, puesto que las veces que he tenido que ir, he esperado demasiado
tiempo para ser atendido, cosa que llevo muy mal. Por eso si no es muy
necesario, paso de ir.
Allí habría esta mañana como unas cinco personas delante
nuestra, algunas de ellas conocidas por lo que la espera ha sido más a mena que
si no conoces a nadie. Un par de pequeños con síntomas de catarros, normal para
estas fechas, otra señora que salía en silla de ruedas con un pie escayolado.
Una señora más con un dolor en el cuello y no recuerdo quien más había.
El caso es que en el mostrador de la entrada he entregado la
tarjeta sanitaria de mi peque, diciendo a la señora que allí se encargaba de
coger los datos y abrir informes, el daño que traía mi hija y por lo que queríamos
que fuera atendida. No estoy muy seguro, pero creo que ha dicho unas palabras
las cuales no he podido escuchar y ante ese hecho la he pedido que me repitiera
dichas palabras, a lo cual la señora, no ha accedido. Así que hemos tomado
asiento en las sillas de la desesperación, que allí hay ubicadas.
Los allí presentes iban entrando al escuchar su nombre. Unos
al box uno, otros al dos, incluso en el tres también atendían. Cuando los que habían
llegado antes que nosotros estaban todos atendidos, nos hemos llevado la
primera sorpresa al ver como llamaban a otra señora que había llegado detrás nuestra
y con solo síntomas de constipado. Mucha tos, demasiada diría yo después de
haber estado aguantando allí sus toses más de media hora.
Por eso tampoco me ha resultado extraño que la atendieran a
ella antes que a nosotros. Pero al igual que a esta señora, han llamado a otras
tres más, las cuales habían llegado detrás nuestra y con los mismos síntomas,
es decir, constipadas. Cuando después de más de hora y media allí sentados y no
recibir ninguna llamada con el nombre de mi hija, he optado por levantarme y
preguntar a la funcionaria que allí había, la cual en lugar de pedir disculpas
por el retraso que solamente ella había causado, se ha excusado señalando a los
médicos como únicos culpables de la tardanza en atendernos.
_ Usted sabe que son los médicos los que van llamando a los
pacientes.
A lo que yo he contestado demasiado pacifico diría yo,
aunque no me arrepiento, que no era normal que habiendo venido después que
nosotros más de cinco pacientes, todos ellos hubieran entrado antes que mi
peque.
Voy a ver que ha podido pasar, me dice. A lo que yo la
apunto, que lo más seguro, es que ella no había pasado los datos de mi hija a
los doctores. Cosa que ella ha vuelto a negar volviendo a echar la culpa a los
compañeros médicos.
Una vez dentro de la consulta en la que había una doctora,
la cual he de decir que nos ha atendido con un trato exquisito y mucha educación,
nos ha preguntado que le pasaba a la niña. Ella dejándome hablar a mi ha puesto
su dedo delante de la doctora mientras yo le iba explicando los dolores que
tenia y como se lo había producido. Todo esto con la enfermera allí presente,
la cual junto con la médica, se miraban extrañadas ante tales palabras, como si
fuera lo primero que oían de dicho caso.
Yo me he dado cuenta y he preguntado si todo estaba bien.
Ellas me han contestado que era lo primero que oían de lo que yo les iba
explicando, que la funcionaria de la puerta no les había dicho nada antes.
Miren ustedes, yo no sé quien tiene la culpa, lo único que
se, es que llevo una hora y media ahí fuera esperando. Totalmente en silencio y
aguantándome las ganas de protestar y pedir explicaciones. Lo único que me ha
dicho vuestra compañera que está en el mostrador de la puerta, es que son
ustedes quien llaman a los pacientes, por lo que la culpa era de ustedes.
Ya, me ha dicho la enfermera que acompañaba a la médica. Si
la compañera de la puerta no nos pasa los datos, como vamos a llamar a nadie.
El caso que lo importante es que mi hija no tenía nada roto,
tan solo el golpe. Así que después de darme el informe, hemos abandonado
urgencias, pasando por delante del mostrador, donde se encontraba nuestra “amiga”
celadora, la cual en lugar de pedir disculpas, ha bajado la cabeza como refugiándose
de mi mirada. Después me ha contestado con un “buenos días” a lo que yo me he
negado a responder. Lo siento, no soy nunca así, pero me ha enfadado mucho su
desplante y su reacción, porque está claro que todos somos humanos y nos
podemos equivocar, pero no cuesta nada de trabajo pedir perdón y disculparse.
Hoy si hubiera sido otra persona, seguro que monto un escándalo
del copón, pero estoy contento con no haberlo hecho así, aunque me ha dolido el
no recibir tan siquiera una simple disculpa de la celadora, la cual no parece
que haya empezado con muy buen pie el año.
Con lo que daríamos alguno por estar
sentados en dicho puesto….
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