Días atrás
me contaban una historia que me puso de muy mala leche, por no escribir algo
peor.
Estaban
un padre y un hijo en el olivar que poseía el primero de ellos. Una pequeña
cerca que contenía poco más de cincuenta olivos. Todos los años solían coger
las aceitunas y con ellas, tenían aceite para todo el año. No era ningún lujo,
puesto que recoger dicho fruto y ver el rendimiento que te da, casi nunca es
rentable en lugares donde se poseen pocos olivos. Pero en su familia, era costumbre
el cogerlas, aunque algunos años fueran poco los kilos recogidos.
El
padre y dueño del olivar, hacía poco tiempo que se había jubilado. Su trabajo
estuvo ligado a una fábrica en una ciudad cercana a su pueblo de origen. Con
los ahorros de toda la vida, pudo adecentar su olivar y hacerse una casita en
el. Poco más de dos habitaciones, nunca le gustaron los lujos. Por desgracia,
ahora tenía la ayuda de su hijo, el cual llevaba demasiado tiempo parado. Así
que llegando el tiempo de la recogida del fruto, decidieron recogerlo entre los
dos.
Este
año no ha sido nada bueno para las aceitunas y han sido pocos los kilos
recogidos. Una mañana, cuando estaban en la faena, se presentaron dos inspectores
de trabajo de la junta de Extremadura, los cuales habían recibido la orden de
vigilar a la gente que se dedicaba a recoger aceitunas. Hasta ahí todo
correcto, aunque nadie estemos de acuerdo. Resulta que según ellos, es mucho el
fraude que hay en ese tema. La gente recoge las aceitunas sin estar aseguradas
y sin contrato. Cosa que toda la vida ha existido, por otro lado.
Una vez
presentados los funcionarios ante el padre y el hijo y comprobado que estaban
recogiendo los dos las aceitunas, optaron por denunciarlos. Al padre por estar
jubilado y estar recogiendo el fruto y al hijo por estar parado, cobrando 426
euros y cogiendo aceitunas sin papeles ninguno. Aquellos hombres no se creían que
los pudiera estar pasando aquello, por unos pocos de kilos de aceitunas, que
este año no les iba a llegar ni para su consumo anual, les querían denunciar.
Una vez
que se fueron los funcionarios, los dos hombres movieron cielo y tierra para no
ser denunciados. Pero para todo era necesario dinero. El padre con una mísera pensión
de poco más de setecientos euros y su hijo con los ya mencionados cuatrocientos
y pico, con los cuales tenía que dar de comer a su hijo pequeño y a su mujer.
Les era imposible invertir dinero en un abogado que les solucionara aquel
embolado. Lo dejaron pasar ante la falta de capital y casi se olvidaron de
aquella denuncia, que hace un par de días les ha refrescado la memoria.
Tres
mil euros de multa por incumplir la ley del trabajo, o sea, por no estar dados
de alta en el régimen de la seguridad social, para la recogida de unos cuantos
kilos de aceitunas, para el consumo propio.
¡Malditas
aceitunas!, le dijo el hijo a su padre según leían la carta de la denuncia.
No,
dijo su padre. Maldita sociedad en la que hemos acabado por vivir. Un millón y
pico de españoles muertos para que nosotros acabemos en las manos de estos
mangantes. Reyes vividores a costa nuestra. Yernos impunes a los cuales jamás podrán
acusar de todos los delitos que tienen en sus espaldas. Políticos corruptos que
ante su bajo nivel cultural, acaban por delinquir, como si en su profesión fuera
normal y obligatorio hacerlo. Partidos políticos corrompidos y delinquiendo con total
impunidad y dirigentes mentirosos, saliendo en los medios de comunicación haciendo
el paripé. Policías y jueces vendidos por dinero. Banqueros abusones de la
sociedad sin ningún tipo de escrúpulos. Y sabes lo que es peor de todo, hijo,
la sociedad conformista y con total pasotismo. Eso sí que me duele comprobarlo
todos los días. Chaqueteros que cambian de aires según les sopla el viento y se
quedan tan tranquilos, incluso te lo desmienten a pesar de tenerlos fichados,
cuando se lo dices.
Tenemos
lo que nos merecemos, hijo….
*
La
historia acabó mal. El hijo no pudo pagar la denuncia y además lo pagó con los
funcionarios que le denunciaron. Un par de ojos hinchados y varios días de
calabozo. Pronto le saldrá el juicio. Es necesario inculparle cuanto antes
mejor. No se puede defraudar esas barbaridades a hacienda. Porque hacienda
somos todos…. Los pobres, claro.
Malditas
aceitunas, no. Malditos chorizos que salen impunes de todo tipo de acusaciones.
¿Hasta cuándo
los vamos a seguir permitiendo esto?
Despertemos ya