Después de la última ruta que hicimos por tierras de
Almoharin, con un buen numero de senderistas. Hoy volvíamos a reunirnos los
miembros de nuestro grupo en solitario; de nuevo con la visita de nuestra
senderista internacional Karin, la cual es una más en nuestro grupo; bien es
cierto que la conquistamos como mejor sabemos hacer los habitantes de Huertas,
por el estomago.
A las siete y media quedábamos en la plaza de Huertas para
disponernos a partir hasta la localidad de Cañamero, la cual es una de las más
lejanas que hemos visitado hasta la fecha. En ese pueblo arrancaba la ruta de
hoy, la cual por las fotos vistas con anterioridad, nos dejaba hacernos una
idea de las vistas que íbamos a contemplar hoy.
Antes de llegar a Cañamero, se unía a nosotros la ya citada
amiga alemana y su inseparable perra. Así a eso de las ocho y media, llegábamos
a Cañamero. Una vez comprobados los GPS que algunos llevaban, nos hemos dispuesto
a comenzar la ruta, la cual está bien catalogada como de dificultad fácil. En
uno de los ya habituales descuidos de los encargados de las nuevas tecnologías,
nos dábamos cuenta de que íbamos por un camino equivocado. Así entre risas nos dábamos
media vuelta para buscar la senda correcta.
Una vez encontrado el camino por donde transcurría nuestra
ruta, empezábamos a subir una pendiente no muy pronunciada, pero que nos dejaba
entrar en calor y darnos cuenta de que hoy probablemente, nos volvería a sobrar
algo de ropa. La temperatura iba subiendo al igual que los kilómetros andados y
deseosos de comernos nuestro ya habitual bocata, buscábamos un lugar donde se
estuviera a gusto. Y la verdad que así ha sido, hacía tiempo que no estábamos tan
cómodos comiendo y con unas vistas espectaculares, además de unos visitantes ya
habituales en nuestras ultimas rutas, nuestros amigos los buitres, que probablemente
alguna pareja, anide por las proximidades.
Una vez acabado el bocata, han tocado a zafarrancho de
combate y todo el que llevaba ropa más corta debajo puesta, la ha enseñado. Así
mucho más fresquitos para andar, hemos continuado por otro repecho que nos
recordaba el lugar por donde íbamos. Probablemente las vistas más
espectaculares las hemos podido ver desde allí.
Llegados a un cruce de caminos, pasando antes por unas
colmenas las cuales estaban siendo ordeñadas por su dueña con buena cantidad de
miel, hemos optado por subir al “risco gordo”, desde donde la verdad, no sabes
hacia dónde mirar, dada la belleza que desde allí se divisa.
La subida es dura,
como un kilometro o así, pero muy empinada. Está claro que el esfuerzo tiene su
premio luego con las vistas que tienes arriba en la cima. Después de hacer
cantidad de fotos para el recuerdo, hemos vuelto sobre nuestros pasos, donde el
vigilante de mochilas, nos esperaba sin ninguna novedad.
Con buen ambiente dentro del grupo, el cual estaba compuesto
por doce senderistas. Hemos continuado la marcha hasta Cañamero, después de
haber andado unos dieciséis kilómetros, los cuales han sido muy cómodos y cualquiera
los podría haber subido.
Un kilometro después llegábamos al final de nuestra ruta,
donde después de hacernos la foto de rigor, íbamos a buscar los coches para
montados en ellos, ir a contemplar unas pinturas rupestres situadas muy cerca
del centro del pueblo. Allí hemos disfrutado de un lugar precioso y una cueva
muy bonita y de momento bien conservada, donde se podían apreciar de forma
clara, alguna de las pinturas rupestres.
Montados en los coches, despedíamos a nuestra amiga Karin y emprendíamos
el viaje de vuelta, cansados pero con el sabor de haber realizado un domingo más,
una ruta con unas vistas preciosas. La cual es muy recomendable para el que la
quiera hacer.
Si volveis por Cañamero, aquí teneís a alguien para asesoraros en rutas de por la zona de las villuercas.
ResponderEliminarJuanma