Y les
pisotearon día si, día también, pero nunca agacharon la cabeza. Los mismos que
ellos un día criaron. Muchos no podían creerlo, les costó mucho hacerlo. La verdad
que les dieron motivos para creerles, motivos y ejemplos de cobardía. Nunca
vinieron de frente, quizás porque nunca les enseñaron a hacerlo. Los que muchos
días habían comido en sus mismos platos, de la noche a la mañana dejaron de
hacerlo, y salieron corriendo detrás de unas promesas imposibles de cumplir.
Ellos
no pensaron lo mismo y les creyeron a pies juntillas. Con el paso de los años,
muchos volvieron en busca de aquellos platos donde años antes habían comido
muchas veces. Creyeron que esos platos volverían a estar llenos para que ellos
comieran, pero los que debían de llenar dichos platos no estaban dispuestos a
hacerlo. Con el paso de los años habían ido perdiendo el poco miedo que les
quedaba en sus cuerpos. A pesar de que a base de palizas y de muertes, se habían
empeñado en no dejarles olvidar aquello. Pero lo hicieron, desafiando a todos
sus opresores a los cuales les empezó a entrar el miedo que sus oprimidos
fueron soltando.
Hoy en día
quedan algunos de aquellos que se fueron y que años más tarde han venido en
busca de aquellos platos que dejaron llenos de alimentos. Su sorpresa ha sido
que dichos platos no existen y si los quieren ver llenos, tendrán que buscar
ellos dichos alimentos. Porque los descendientes que quedamos de aquellas
buenas personas que nunca negaron a nadie comer de aquellos platos, hemos
despertado. Si, hemos perdido el miedo y nadie nos tapará nuestras bocas ni nos
dirán lo que debemos de hacer y qué decir.
Claro,
eso duele. Por eso aquellos traidores que salieron corriendo y que ahora
vuelven con el rabo entre las patas están molestos. Se creen que pueden volver
a llevarnos a su terreno. Explotarnos como a nuestros antepasados. Oprimirnos
todo lo que puedan y más, y hacer con nosotros todo lo que se les antoje.
Lo
sentimos pero ya es tarde, lo mejor para vosotros es salir corriendo de nuevo
como ya hicisteis por aquellos años, donde la miseria casi acabó con nuestros
abuelos. Pero lejos de eso, les hizo más fuertes y esa fortaleza la hemos heredado
los nietos, que no estamos dispuestos a volver a pasar por lo mismo.
No
pasaran.
Los nietos de aquéllos despojos fascistas, creen que los votos les legitiman para arrasar un país. Van tan ciegos a lo suyo que ni siquiera son capaces de darse cuenta de que tienen las calles impregnadas de gasolina. Falta la chispa, y el día que salte, no van a encontrar cloacas donde esconderse. Ni escraches, ni voces altisonantes, porque no va a haber farolas para tanto HDLGP -Herederos De Los Grandiosos Patriotas-. Se entiende ¿no?.
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