….Y todo sigue igual. Muchas promesas, demasiadas diría yo,
pero pocos resultados. ¿No interesa aclarar lo sucedido? ¿De qué tienen miedo
los culpables? ¿Puede dormir por las noches tu asesino? Y peor aún, los
compañeros de quien realizó el disparo y lo vieron ¿tendrán su conciencia
tranquila?
Iñigo somos todos, porque a cualquiera de nosotros esa fatídica
noche le pudo pasar. Porque más de una vez estuvimos en dicho lugar, incluso
con nuestros pequeños que nos acompañaron alguna vez al futbol. Ese lugar, el
de su muerte, le frecuentamos bastante. No sé porque algunos se empeñan en
echar la culpa a quien no está. Iñigo ese día no hizo nada malo, su único crimen
fue ir a animar a su equipo del alma, equipo que compartimos en sentimientos.
Aquello no fue un accidente como los culpables se empeñan en hacernos creer. Había
muchos testigos que vieron y comprobaron como los agentes del orden, en lugar
de cumplir su trabajo, hicieron todo lo contrario y en lugar de orden,
impusieron desorden sin que los hechos que se estaban produciendo, fueran tan
graves para actuar de dicha manera, escopetas en mano y pelotas de goma en los
bolsillos. ¡Qué valientes hombres de la ley!
Me pongo en el pellejo de los padres de Iñigo y me sumo a su
impotencia de saber que la justicia no está con ellos. Esa misma justicia que
los jefes de los culpables, piden para sí y que por otro lado, su deber es
cumplirla puesto que para eso les pagan.
Todos sabemos que si los hechos acaecidos hubieran sido al revés
y en lugar de un joven inocente, el fallecido hubiera sido un agente. El culpable
o los culpables, seguramente estarían desde hace muchos días metidos entre
rejas. Nadie hubiera dicho jamás que había sido un accidente, aunque hubiera
sido en realidad. Esta es la justicia que todos conocemos y que todos sabemos
su función. Los actos de unos son accidentes y los de otros, violencia
callejera.
Pero a nosotros no nos la dais. Y por eso seguiremos empeñados en
que se haga justicia. Porque no descansaremos hasta ese día y a pesar de la
distancia, siempre estaremos presentes aunque sea de forma virtual. Porque la
distancia no será impedimento para saber la injusticia que se está cometiendo
en este asesinato, porque Iñigo somos todos y siempre estará en nuestros
corazones, aunque algunos se sigan empeñando en hacernos comulgar con ruedas de
molinos.
Iñigo Cabacas justicia.
Todo nuestro apoyo desde la vieja Extremadura.
Muchas graciasssssssssss,yo tengo sangre extremeña,de Castuera, paso muy cerquita de HUERTAS DE ANIMAS.Y lo dicho gracias,y no pararemos hasta que haya justicia.VIVA EXTREMADURA.
ResponderEliminarEn relación al asunto, transcribo lo que opiné en el foro de aupathletic:
ResponderEliminarMuy mucho dudo que en un país putrefacto hasta las trankas, lleguemos a ver un atisbo de justicia, una justicia de la que se está riendo el HIJODEPUTA que lo ASESINÓ y los no menos que le protegen.
Siempre diré lo mismo respecto a éste caso: Ojalá que la próxima pelotita, impacte en la cabeza del hijo del susodicho ASESINO, y por supuesto, con idéntico resultado. Ahí, de producirse, sí que me iba a descojonar, del mismo modo que lo estará haciendo él ahora. MCESPM.
Tú verás la conveniencia de publicarlo. Un saludo.