Siempre tengo en el recuerdo cuando oigo ahora alguna tormenta, aquellas tardes-noches que pasábamos todos los vecinos metidos en una sola casa esperando a que acabaran dichas tormentas.
No se si será por que por aquellos años éramos más pequeños, pero las recuerdo con mas sonido, los truenos eran potentes y retumbaba todo el suelo, también eran mas secas, solo llevaban mucho aire y truenos, muchos truenos.
No se por que era costumbre el irnos “an ca tía Petra” a pasar allí las tormentas, lo que si recuerdo que cuando escuchábamos el primer trueno, salíamos zumbando a su casa, allí había alguna vecina que se había dado mas prisa que nosotros en llegar y eso que eran mas mayores, pero el miedo las hacia correr.
Allí según íbamos llegando nos sentábamos donde cada uno podía, nuestros padres por su puesto que no estaban allí, o les pillaba currando o en alguna taberna metidos, así que casi todas eran mujeres y nosotros los pequeños de cada casa.
Tía Petra sacaba su Rosario y empezaban a rezar, joder, que tormentas mas largas algunas, les daba tiempo casi a rezar medio Rosario, era un aburrimiento, lo único que nos hacia un poco de gracia era escuchar el chillido de alguna según sonaban los truenos, mirabas de reojo a tus compañeros y ya estaba liada, empezaba uno a reírse y ya todos le seguíamos, una mano era la que te hacia dejar de reírte, la primera que estuviera mas cerca tuya era la encargada de darte un guantazo y acababa con las risas, pero era solo momentáneo, por que volvías a cruzar la mirada con alguno otra vez o le escuchabas intentar aguantarse las risas y volvías a descojonarte hasta que te volvían a sacudir. Así pasábamos aquellas tormentas enormes, recuerdo aquellos “novenarios” que los pasábamos allí enteros y que eran aburridísimos, por que un día te podían entrar ganas de reírte, pero cuando llevabas mas de tres días con el Rosario metido en la cabeza, estabas deseando de que se acabaran aquellas tormentas.
Cuando las tormentas no eran muy grandes, las pasábamos en casa, eso si, había todo un relicario de cosas que teníamos prohibidas de hacer, voy a recordar algunas:
_Si te asomabas a la ventana: Guantazo.
_Si te agarrabas a una reja: Guantazo.
_Si estabas descalzo: Guantazo.
_Si tenias animales en casa como por ejemplo algún perro o algún gato, debían desaparecer de nuestro lado inmediatamente, si no, también cobraban ellos y nosotros por no dejarlos ir.
_Si te reías y no te estabas callado: Guantazo. No se que serian las mareas esas, pero es que te entraban unas ganas de descojonarte de risa cuando todas las personas mayores estaban serias y preocupadas por la tormenta, nosotros al contrario, como hubiera algún amigo de tu edad, hermano o algún primo, ya la teníamos liada, anda que no hemos cobrado entre trueno y relámpago.
No se si os pasara a vosotros, pero yo recuerdo aquellas tormentas mas peligrosas y mucho mas largas que las que hay ahora.
A mi me tocó alguna de esas, pero yo no me movía de casa porque venían a casa de mi abuela un par de vecinas, mi tia Agustina y Blanca. También se rezaba, era cosa de familia ya que mi abuela era hermana de tia Petra. Te ha faltao una cosa fonta, había que poner los pies en alto, por si entraba un rayo en la casa. Respecto a lo "duras", creo que era porque los cristales y ventanas de antes aislaban menos del ruido, o porque eramos más enanos!!.
ResponderEliminarOsobuco.