Probablemente en todo lo que llevamos andado por nuestras
tierras, la ruta de hoy es sin duda con diferencia una de las más difíciles de
describir. Por mucho que yo quiera explicar lo vivido en nuestras carnes, es
imposible que ni siquiera os podáis hacer una idea de los parajes que encierra
dicha ruta, por muchas fotos que se muestren del lugar.
A las siete y media de esta mañana, nos poníamos rumbo al
pueblo de Campillo de Deleitosa, del que separan siete leguas de Trujillo y
nueve de Cáceres. El día no pintaba muy bien, aunque es cierto que en Huertas
no llovía, pero según nos íbamos acercando a dicho pueblo, el agua iba haciendo
acto de presencia. Lejos de amilanarnos, nos gusta hacer frente a las dificultades
meteorológicas, y la mayoría íbamos provistos de trajes de agua, que visto lo
visto, prácticamente no nos han hecho falta.
En la plaza del pueblo aparcábamos nuestros coches y nos colgábamos
las mochilas de los hombros. En ese momento una vecina de Campillo, se acercaba
a su iglesia la cual con mucho gusto, nos ha enseñado. Es un edificio del siglo
XVII con signos de varias restauraciones posteriores. Nos contaba dicha vecina
que lo último que habían arreglado había sido el tejado, que visto a posteriori
el interior del templo, hacia mucha falta.
En su interior, habita San Sebastián, uno de los días de
fiesta del pueblo y el que da nombre a dicha iglesia. Nos contaba también que
en la actualidad viven en el pueblo unas sesenta personas, pero que en épocas de
fiestas y vacaciones, se triplica dicha población. Apenada protestaba por la
falta de ayudas por parte de todos los estamentos regionales, decía que se tenían
que buscar la vida para todo y eso por otro lado, les ha hecho gente recia,
sana y noble.
Después de salir de dicha iglesia, dicha vecina nos indicaba el camino
por donde empezaba la ruta que nosotros llevábamos grabada en nuestros móviles,
pero que por falta de cobertura en el lugar, no hemos podido consultar. Así
hemos empezado a subir por unos parajes preciosos, llenos de alcornoques,
escobas en flor, jaras apunto de enseñarnos sus flores y mucho síntoma de
naturaleza en su pleno esplendor; y es que el agua es vida y así se nota este
año por todos los lugares donde vamos. Mientras seguíamos subiendo por un
camino con buen firme, algunos buitres se nos cruzaban con su vuelo tranquilo.
En ese momento el camino por el que habíamos ido andando se nos acababa. No nos
ha quedado más remedio que desviarnos un poco de la ruta y sin duda ha sido lo
mejor del día, puesto que trepar entre jarales impresionantes ha sido duro a la
vez que gratificante. Hemos tenido la oportunidad de apreciar unas vistas únicas
e irrepetibles. Es de las rutas en las que las cámaras de foto, echan humo del
uso excesivo que las damos, pero es que queríamos fotografiar todo el paisaje
que ante nosotros se aparecía. Todo esto sin una gota de agua que nos mojara,
una temperatura única para andar y buena compañía de los que hemos ido andando,
¿Qué más se puede pedir?
Lo más peligroso de la ruta sin duda ha sido el descenso
hasta el canal, el cual hemos realizado campo a través por una cuesta que una
vez acabada, daba miedo de mirar. Algunos resbalones nos ha costado a la mayoría
del grupo, pero sin tener que resaltar nada importante. Las risas hacían acto
de presencia y todos hemos llegado al canal, igual que si viniéramos de
pegarnos con una manada de jabalíes.
Una vez alcanzado el canal, las vistas eran impresionantes.
El ruido ensordecedor del rio nos acompañaba en nuestro descenso y pensando en
el magnífico lugar que teníamos ante nuestros ojos, nos daba pena seguir
andando y abandonar aquel paraíso.
En uno de los pocos lugares en los que el canal hacia de
parapeto, hemos aprovechado para comernos nuestro bocata, el cual no sé si por
culpa del paraje, nos ha sabido de forma diferente a cualquier otra ruta.
Una vez acabado de comer, hemos continuado por el canal
hasta su finalización. Cinco kilómetros de construcción los cuales se conservan
bastante bien y que sin duda sería bueno, que nuestras autoridades no echaran
en el olvido. Mejor gastarte algo todos los años en su manutención, que no una
vez que esté todo en el suelo, cosa que por desgracia venimos comprobando por
muchos de nuestros parajes.
Una vez finalizado dicho canal, nos hemos topado con la
antigua herrería, que por desgracia esta toda en ruinas. Allí un puente antiguo
nos indicaba que debíamos de seguir por otro lugar para alcanzar de nuevo el pueblo.
Una fuerte pendiente se despedía de nosotros y nos hacia sudar en su ascensión.
Alcanzábamos el pueblo justo por su cementerio y de allí siguiendo por una
fuerte pendiente, hemos vuelto hasta el lugar de partida. Justo en ese momento
la lluvia hacia su aparición. Como si capricho de ella hubiera sido el no
mojarnos hoy.
En definitiva una ruta que merece muchísimo la pena. Que no sé
si es mejor que sea tan poco conocida para la mano atroz del hombre. Que si
alguien va a realizarla que no lo haga en época de caza y si es así, que
pregunte primero por si alguna cacería se realiza ese día. Que si vais intentéis
respetar la naturaleza y sus seres que en ella habitan y por ultimo. Que disfrutéis
como lo hemos hecho los nueve valientes, que hoy, nos hemos dejado engatusar
por dicha ruta la cual sin duda alguna que volveremos a realizar no tardando
mucho.
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