Saliéndonos de nuestro día habitual de paseos, hoy sábado nos
dirigíamos hasta el pueblo de Zarza de Montánchez, desde donde comenzaba la
ruta de hoy.
Diez mayores entre los que se encontraban dos miembros
nuevos, y dos pequeños que han aguantado muy bien el recorrido.
En dicho pueblo tenían preparada la cuarta edición de la
ruta “Encina Terrona”, que es donde finalizaba el trayecto. En nuestro grupo había
ganas de conocer dicho monumento de nuestra dehesa, la cual muchos de los
integrantes del mismo, no conocían. Siendo esa una de las causas por las que hoy,
a las ocho de la mañana, partíamos de la plaza de Huertas, dirección Zarza de Montánchez.
Con la recogida de dorsales nos daban la bienvenida en el
pueblo, y con más de ciento setenta participantes en dicha ruta, nos poníamos en
marcha para disfrutar de callejas llenas de agua y barro. Antes nos habían dado
una charla de cómo actuar en dicha ruta, aunque la verdad que con tantos
participantes, resultaba imposible el perderse en el recorrido.
Hemos podido apreciar multitud de encinas grandísimas.
Alcornoques enormes, alguna jara, hemos cogido “criadillas”, espárragos y el
que ha querido incluso ha tenido la oportunidad de poder coger enormes
cardillos, que por aquellas tierras, se crían de tamaño superior. Hemos pasado
por el pantano de “Navarredonda” donde hemos optado por comernos el bocata.
Dicha presa estaba a tope de su capacidad y según los vecinos, hacía dos días que
había empezado a desembalsar agua. Una imagen muy difícil de apreciar en
nuestra tierra y que este año por suerte, vamos viendo por casi todos los
pantanos por donde pasamos andando.
Una vez levantado el campamento en el cual muchos han podido
descansar poco, puesto que han ido llegando más tarde al descansadero. Es muy difícil
organizar una ruta con tantos participantes y querer que la gente vaya andando
agrupada. Cada uno ha ido andando a su ritmo y así, los participantes han ido
haciendo acto de aparición poco a poco, como si de un desfile militar se
tratara.
La ruta ha contado con un coche escoba donde había un botiquín
por si alguno de los participantes, le ocurría algún accidente, cosa que por
otro lado, no ha ocurrido por suerte para todos. Una vez alcanzado el pueblo,
nos han recompensado con una pieza de fruta y agua para el que quisiera, antes
de seguir la ruta hasta la monumental encina. Ese sin duda ha sido el peor
trozo de trayecto, puesto que las piernas algo cargadas por los diecisiete kilómetros
realizados, se negaban a volver a ponerse en marcha. Salvando este escollo, nos
hemos dado de bruces, un kilometro y medio después, con la querida encina. Allí,
delante de ella, recordábamos la cantidad de gente que dicho árbol ha visto
pasar delante de su majestuoso tronco. Y es que con ochocientos años de edad,
ya ha llovido algo sobre ella, y deben de haber sido millones las personas que
por allí han pasado. Hoy también a parte de nosotros, había varios turistas
aprovechando las fiestas para visitar dicho lugar, el cual es muy acogedor y está
muy bien conservado. Yo creo que la encina lo merece y esperemos que nuestras
generaciones venideras, puedan en un futuro visitar dicho lugar. Los puntales
con los que la tienen sujeta son impresionantes y decían que este año han venido
expertos en el tema ha podarla, de esa manera se aseguran una mejor conservación
de su patrimonio, el cual por otro lado, están sabiendo muy bien explotar sus
gobernantes.
Una vez echa más de cien fotos por parte de todos los allí presentes,
hemos vuelto a desandar el camino que nos llevaba hasta el pueblo y en
definitiva, hasta nuestros coches. Dando por finalizada la ruta, aunque bien es
cierto que no del todo, puesto que nos quedaba lo mejor de la misma que no era
otra cosa que un buen plato de paella y otro de entremeses, además de una
botella de agua, un buen vaso de un excelente vino y una naranja de postre. En
la romería del pueblo nos han dado todo eso y allí había muchas personas que
han comido con nosotros el mismo menú. Dicha romería se celebra por cuarto año
y es llamada el día de la encina. Una actividad bonita y que une a la gente de
los pueblos de alrededor además de a los mismos habitantes de la Zarza.
Una vez comido todos, nos hemos vuelto hacia nuestro pueblo
con la sensación de haber pasado un gran día de campo y convivencia, además de
haber realizado una bonita ruta que finalizaba en un lugar mítico y emblemático
de nuestra tierra Extremeña, el cual debería ser de obligado cumplimiento para
todos los extremeños, el conocerle.
Gracias a todos nuestros amigos de la Zarza por acogernos
como verdaderos huéspedes y también dar las gracias a todos los integrantes del
grupo senderista de Almoharin, los cuales nos tratan también como si fuéramos
de su grupo siempre, donde emparejamos con ellos.