Un día mas se levantó con la pretensión de hacer lo mismo
que el día antes, es decir, prácticamente nada. Desde que había perdido casi
toda la facultad de ver, su vida era un calvario. Muchas personas le habían aconsejado
el irse a una residencia, donde sin duda alguna, estaría mucho mejor que en su
casa, donde cada día le era más difícil el sobre vivir.
Hoy ha sido el último día que se ha vuelto a caer. Sus
rodillas no están ya para más caídas y la de hoy, le ha dejado marcado para algún
tiempo. Además de perder la visión, ha perdido el sentido de la culpabilidad y
cada vez que se cae, nunca es culpa suya según él. Siempre achaca sus caídas al
primero que acude en su ayuda, aunque dicha persona tan solo pasara por allí
por un casual. Muchos que ya le conocen, ante la más que posible bronca al ir
en su ayuda, prefieren dejarle en el suelo y esperar a que se levante el solo.
Sin duda es la mejor decisión si no quieres llevarte un buen rapa polvo.
Cuando le he visto de rodillas me he acercado a él, a
sabiendas de lo que me podía ocurrir. Al escucharme llegar, se ha asustado, no
me esperaba. Le he cogido por debajo de los brazos y le he levantado. Sus
rodillas no aguantaban su peso y ha estado a punto de volver a caer. Aguantando
su peso, le he ayudado a incorporarse muy despacio. Hoy en lugar de la bronca
de siempre, no ha dicho nada. Se ha limitado a preguntar por el que había cortado
la calle. La calle no está cortada, le he contestado. Se ha metido usted en una
huerta, que tenia la puerta abierta. La calle está libre de obstáculos. Le he
tendido la mano a la vez que le ordenaba que me agarrara de la misma.
Titubeando me ha hecho caso y he logrado sacarle de donde él solo se había metido.
He sentido lastima
por él, pero haciendo de tripas corazón, me he atrevido a reñirle, no es normal
que todos los días tenga que pasar por lo mismo. Yo no soy quién para decirle
esto, pero, ¿no cree que ya está bien de hacerse la víctima y de no dejarse
ayudar nunca?
Esperándome una respuesta con algún insulto, le he soltado
el brazo por donde aun le tenía agarrado. En lugar de contestarme, se ha
limitado a seguir su camino, que una vez más, no era el que debía de seguir.
Creo que por ahí no es, pero haga usted lo que quiera, al
fin y al cabo es lo que hace siempre. Mañana se volverá a caer y alguien le levantará,
como he hecho yo hoy, pero esto no son apaños. Piénselo bien y hágame caso,
usted necesita ayuda, déjese ayudar y será más feliz.
Dándose la vuelta y andando en dirección a mí, he visto como
sus ojos se humedecían. He sentido lástima de nuevo por él, y le he vuelto a
susurrar: Déjeme ayudarle.
Apartándome con un brazo de su camino, tan solo ha logrado
decirme: La soledad es mala compañera, déjame morir con ella.
Al doblar la esquina, un coche ha estado a punto de
atropellarle. Sí, estoy convencido de que se irá a la tumba con su soledad y su
mala uva, si es lo que él quiere, no podemos hacer nada mas, tan solo
lamentarnos el día que eso ocurra y esperar, que no haga a nadie un
desgraciado.
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