Después de analizar fríamente uno de los actos más
vergonzosos que han ocurrido durante la feria del queso, no puedo dejar de
escribir algo sobre ello.
Desearía de todo corazón que todo lo ocurrido hubiera sido
un mal entendido, pero después de leer a los padres de la criatura, veo que no.
Que el agente de la ley y el orden, no fue con buenas intenciones y buenas
maneras. Porque así debería de haber actuado, más aun, sabiendo que los
implicados en el tema, eran extranjeros, y quizás, no estén tan puestos en
nuestra particular “cultura”, que si es esta la que ha mostrado este agente, prefiero
decir que soy de Holanda también.
Han sido muchos los comentarios al respecto de la noticia
que me han llegado. Mucha gente de toda España compartiendo el artículo que
aparece en el periódico la opinión, diciendo la mayoría, que es vergonzoso lo
ocurrido y preguntándome si así actúa normalmente la policía en nuestra ciudad.
Uno que presume de tener amigos en toda la península y por
suerte, también algunos repartidos por toda Europa, se niega a decir que este
agente es paisano mío. Que no, que yo me niego a compartir ciudad con gente así.
Primero fueron a por los chavales que jugaban al balón en la
plaza mayor trujillana. Mandados sin duda alguna por nuestros gobernantes, que
parecen anclados en aquellos años de los que nadie se quiere acordar o quizás
ellos sí. Ahora por lo visto molesta un niño tocando un violín en la calle
tiendas, que tiene abierta la funda del mismo para que los viandantes que
quieran, depositen unas monedas. Parece ser que eso es explotación infantil
según este agente, que no sabemos de qué academia habrá salido, pero lo que sí
sabemos es que ve mucha televisión.
Que digo yo que viendo al padre allí con el chiquillo se
puede uno hacer una idea de lo que aquello significaba. Porque en Trujillo nos
conocemos todos, para lo bueno y para lo malo. No me vale la excusa de que no
era conocido para el agente el padre, ni
tampoco el niño. Si es así, primero uno se informa antes de acusar de
algo tan grave a nadie y luego con buenas palabras, le explicas al señor, lo
que según tú, está prohibido.
Estoy harto de que Trujillo salga a la palestra por cosas
que solo pasan aquí. Cosas que parecen tercermundistas y de las que cualquier
ciudadano trujillano, se avergüenza. Me encantaría ver a Trujillo en noticias
de otro tipo, como por ejemplo la feria del queso, que este año ha sido un
éxito. Pero no, siempre tiene que haber algo que lo estropee todo y nos haga
sentirnos mal.
Me dan ganas de juntar a todos los niños de la ciudad y
hacer una quedada en la plaza mayor. Cada uno con un balón de futbol y ponernos
todos a jugar allí. A continuación, irnos a la calle tiendas con todos los
instrumentos que posean y ponernos a tocar allí. Además de poner una manta para
recaudar alguna monedilla. Con ese dinero, comprarnos más balones o mejor aún,
guardarlo para pagar dicha multa, que seguramente nos pondrían los rancios.
Me viene a la memoria una despedida de soltero en la que ya
de mañana, nos quedamos sin dinero para seguir de fiesta. El caso es que se nos
ocurrió hacer de mendigos y ponernos a pedir en la misma calle que ocurrieron
los hechos. Recuerdo que en poco más de una hora sacamos casi dos mil pesetas,
lo justo para pagar la roncha que teníamos en el bar de al lado, que
pacientemente el camarero, esperaba a que juntáramos el dinero.
Aquel día si nos hubieran visto los policías, nos hubieran
denunciado seguramente. Y aquella denuncia si hubiera estado bien puesta. Pero
lo de este hombre y su niño es para clamar al cielo.
Solo espero que quien tenga que hacerlo, pida perdón a dicho
ciudadano. Y que por supuesto no vuelva a ocurrir nunca más.
A Herman (padre de la criatura) decirle que recapacite y no
se vaya de la ciudad, que tenga claro que este altercado que ha tenido es
totalmente contrario al sentir de la mayoría de la ciudad. Que sin duda todos
le apoyamos o por lo menos la mayoría. Siempre habrá el típico rancio que esté
de acuerdo con la acusación que contra él, han vertido. Pero por suerte son los
mínimos.
Solo espero volver a ver tocar a este niño cualquier domingo
mañanero en cualquier calle de la ciudad y si no puede recaudar nada para
comprar las cuerdas a su violín, que no se desanime, siempre existe la
posibilidad de “convidarle” (como decía mi abuela), sin que ningún policía
salido de la serie los “Hombres de Paco”, nos vea.
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