Uno de
los oficios más antiguos que se recuerdan, junto a otros como el de afilador,
el sillero, el “jolatero” y alguno más que ahora no me viene a la mente, está
en peligro de extinción por culpa de la crisis.
Este oficio no es otro que el de mirón de
obra. Dicho oficio no pasa por su mejor momento, dado que la crisis del
ladrillo, casi ha acabado con el.
Estos
días atrás he tenido la suerte de nuevo, de encontrarme con uno de esos
profesionales casi en peligro de extinción y que a su vez, la verdad que se
echan de menos en las obras por parte de nosotros, los albañiles.
En este
oficio no hace falta haber estudiado mucho, el único requisito que se pide es
el tener mucho tiempo libre. Si puede ser estar jubilado y si quieres engordar
tu currículo, es bueno el haber trabajado alguna vez en el sector de la
construcción, eso sin duda da muchos puntos a la hora de ejercer esta
profesión.
Como en
todos los oficios que existen en el mundo, hay mirones buenos, mirones
regulares y mirones malos, bueno mejor dicho, mirones cansinos.
El
mirón cansino sin duda es el que peor nos cae a todos los que estamos en una
obra. Su profesión consiste en saber todo tipo de trabajos que se estén realizando
en la obra, da igual que sean de fontanería, de electricidad o de albañilería, él
sabe de todo y por supuesto lo sabe hacer mejor que cualquiera que lo esté
realizando. Siempre da su opinión sin que nadie se la pida y lo más normal es
que acabe por estorbar a alguien de la obra poniéndose en el medio.
El
mirón regular es el individuo que acude a la obra antes que ninguno de los
demás mirones. No suele saber mucho del oficio y por lo tanto no suele dar
opiniones a nadie de cómo realizar los trabajos. Lo malo de estos señores es
que dan lecciones a los compañeros mirones, normalmente a los cansinos que casi
siempre suelen acabar discutiendo entre ellos, delante de todos los obreros,
como si a nosotros nos importaran mucho sus discusiones.
El
mirón bueno sin duda es aquel que llega sigilosamente a la obra. Muchos días
suelen asustar a alguno de los obreros que no se han percatado de su presencia.
Si ya existe en la obra alguno de los anteriores mirones, no para, sigue su
camino hasta otra obra que no esté ocupada por ningún mirón. Si tiene suerte y
no hay nadie, para a cierta distancia de la obra. Sabe guardar una distancia
prudente aunque no esté marcada en ningún lugar. Echa un vistazo a lo que se
lleva hecho desde que abandonó la obra el día antes, hasta el momento en que
llega de nuevo y solo con eso sabe, si el día se ha dado bien o si por el
contrario, ha habido algún problema con algo.
Nunca
opina de nada relacionado con la obra. Le da igual si algún ladrillo o algún
bloque esta torcido, o si algún “lucido” esta agrietado o no tira bien para ser
asistido. A él solo le gusta ver pasar el tiempo recostado en la pared de
enfrente.
Su
conversación más frecuente empieza con el tema meteorológico, sin duda alguna
es lo que más le preocupa. Por encima de cualquier otro tema relacionado con la
obra. Si hace calor y alguno de los obreros tiene la desgracia de estar
trabajando al sol, suele darle ánimos diciéndole entre otras cosas, que se va a
poner moreno antes de tiempo. O que tiene que ponerse una gorra para que el sol
no le dé mucho en la cabeza.
Si hace
frio, los ánimos los cambia por alguna frase como: “Hay que hacer un poco de
lumbre, que os vais a congelar”. Siempre tiene salida para todo, da igual el
tiempo que haga.
Su
presencia en la obra, al contrario que los otros mirones, no suele ser muy
larga, lo suficiente para no molestar. Es difícil hacer eso y por eso tiene la
categoría de mirón de primera, categoría que los otros dos no podrán alcanzar
nunca con sus aptitudes.
Su
despedida la suele hacer con esta frase: Me voy “carrileando” para otra obra, a
ver si pasa pronto la tarde, que en estas fechas son demasiado largas.
Espero
que la maldita crisis del ladrillo no acabe con este oficio y cuando nos toque
jubilarnos a nosotros, o sea, cuando cumplamos los ochenta tacos. Podamos
graduarnos en esta bonita y antigua profesión como es la del mirón de obra, que
a día de hoy, se encuentra gravemente herida.