Sin lugar a
dudas esta era una de las rutas que más ganas teníamos de hacer en el grupo.
Todo eso a pesar de que sabíamos que la distancia era la más larga que íbamos a
recorrer de todas las rutas hechas. Pero eso no ha sido impedimento para que
varios de los miembros del grupo, entre ellos, dos valientes mujeres, nos pusiéramos
en marcha esta mañana a las ocho.
A pesar de
que había resquicios en el cielo de haber llovido hacia poco rato, no teníamos previsiones
de que nos lloviera en el camino, la verdad que tenemos una suerte bárbara cada
vez que salimos a andar y nunca, salvo una de las rutas, nos ha llovido y
aquella vez fue poca el agua que nos cayó.
Pues pasando
por el charco de tía rentera, el cual estaba lleno de agua después de varios
meses sin verla, nos disponíamos a coger dirección fuente de los borrachos, la
cual también rebosaba de agua. Es un placer el andar por sitios míticos de
Huertas y verlos en su mejor versión, que no es otra que estén llenos de agua.
Con los pies
mojados a pesar de buscar las zonas con menos agua, llegamos a la calleja que
sale de la dehesilla dirección cerca de Pablo. Al ver como estaba de agua hemos
tenido que buscar otra alternativa para no mojarnos los pies, más de lo que los
llevábamos. Hemos optado por cruzar por el interior de la cerca de Pablo, al
cual hemos saludado al encontrarle en nuestro camino.
Una vez
sobre pasado ese terreno, buscamos la carretera de Plasencia, el único trozo de
la ruta por la que teníamos que andar por el asfalto. Normalmente huimos de el,
puesto que preferimos andar por el campo, pero ese trozo de ruta tiene que ser
por la carretera.
Al llegar a
lo de Chopera dejamos atrás el asfalto para adentrarnos en el trozo de cordel
que mas silvestre se encuentra y por el que es una gozada el andar. Todavía se
conserva algún trozo de calzada romana aunque prácticamente y como no lo sepas,
pasas por ello sin darte cuenta.
Al llegar al
cruce de la Aldea del Obispo podemos observar uno de los carteles que anuncian
que llevamos andados nueve kilómetros y medio. Así mismo, leemos otro cordel
que nos indica que nos quedan otros cuatro kilómetros para llegar al puente del
rio Tozo, el cual están restaurando. Menos mal que todavía en algún sitio, están
por la labor de conservar nuestro patrimonio. Allí hemos optado por comernos el
bocata, no sin antes de hablar con un pastor que estaba allí con sus ovejas, el
cual nos ha indicado por donde debíamos de seguir andando, puesto que a pesar
de ser cañada real, pasa como en todas las rutas, sigue habiendo gente que pone
puertas al campo y los cordeles los hacen
suyos. De esa manera se garantizan tener pastos donde este su ganado y ellos no
pagan un euro. Estos señores son los que luego poseen grandes palacios y chalet
en la Moraleja, con esas trampas bien pueden.
Deseo con
toda mi alma, que un día no muy lejano se vuelvan a aclarar dichos cordeles,
dichas cañadas y todas las callejas que entre unos y otros se han apropiado de
ellas y el que sea culpable de tal espolio, que lo pague y lo vuelva a quedar como
estaba, que los que vamos andando sabemos bien de lo que hablamos. Es una vergüenza
que nadie se ocupe de estas cosas a pesar de existir un cuerpo especializado en
ello que seguro que conocen perfectamente a los dueños de dicho ganado además de
conocer sus fechorías, pero que no sé porque miedo, no denuncian tal hecho o si
lo sabemos….
Después de
levantar el campamento hemos seguido andando buscando el siguiente rio, que
daba por finalizada la ruta. Con las piernas algo cargadas por el esfuerzo y el
rato parados por el bocadillo las caras de los viandantes iba denotando el
cansancio acumulado. Menos mal que siempre nos vamos animando unos a otros,
contando chistes, contando anécdotas, intentando arreglar el país, el caso es
que somos como una pequeña familia la cual, se ayuda en sus cosas cotidianas y
nos damos ánimos unos a otros.
Al llegar a
la fina “Mamaleches”, hemos encontrado un pozo tapado, el cual hemos abierto
para beber de su agua, la cual estaba muy rica y visto lo visto hasta el
momento, era buen agua.
Pues llegado
al último tramo de la ruta, veíamos a lo lejos el rio Almonte, el cual iba de
agua muy bien, pero he notado como su agua olía mal, muy mal. Sera por todos
los vertidos que llegan al mismo, puesto que las depuradoras no sé si
funcionaran en algún pueblo. Lo de siempre, una pena ver el agua de ese color.
El ultimo
ribero que hemos tenido que bajar para acceder al rio, ha sido impresionante,
una pendiente enorme que hacía difícil su bajada y el que nos hemos reído unos
de otros al ver como tirábamos de los frenos, para no tener algún accidente.
Y por fin al
fondo después de saltar la última alambrada, se veían las cataratas, más que
verse, se oía la fuerza con la que el agua en abundancia, transcurría por su
cauce. Buen sitio para hacer fotos, muchas fotos allí sentados escuchando el
agua romper, recordando aquel lugar que visitamos todos alguna que otra vez
siendo más pequeños y otros han tenido la suerte de conocer dicho lugar por
primera vez. Daba pena volver y dejar atrás las cataratas, nos hubiéramos quedado
allí todo el día contemplando aquel paisaje, escuchando esa agua bajar por
aquel ribero, pero era la hora de regresar al puente, donde nuestros taxistas,
nos esperaban para traernos de regreso al pueblo.
En
definitiva, una ruta larga, algo más de las que solemos hacer, pero el
resultado y el paisaje visto creo que merecen la pena. Hoy encima hemos tenido
la suerte de ver grullas y escucharlas, ese sonido tan peculiar en nuestra
dehesa del cual muchos no pueden presumir y nosotros sí.
Hasta otra,
chavales.
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