Después de
leer una y otra vez el artículo publicado por el amigo José Antonio Ramos
(cronista de Trujillo) en el periódico “La opinión”, en el cual comparto sección,
que trata sobre los bandoleros que hubo en Trujillo, no dejo de preguntarme si
andamos lejos de llegar pronto otra vez a lo mismo.
La historia
nos habla de tres paisanos que se refugiaban por la zona y operaban en el
camino de Badajoz a Madrid a su paso por Trujillo o en el camino de Mérida a
Trujillo, también operaban en el camino que llevaba desde Trujillo a Navalmoral
a su paso por Jaraicejo, el puente de Almaraz o el Puerto de Miravete.
Estos
bandidos sabían moverse perfectamente por esos terrenos abruptos y era misión imposible
para las autoridades el apresarles. Mucha culpa de ello tenían posaderos y
vecinos de pueblos en los que actuaban, que no dejaban de ayudarles a la hora
de conseguir lo que les hiciera falta, monturas o incluso caballos para
perpetrar sus fechorías.
Estos tres
bandoleros se llamaban según el cronista: Kiko Quesada, Melchor y Merino.
Hoy en día
en Trujillo se siguen perpetrando actos vandálicos que están cerca de los que
perpetraban estos tres paisanos, puesto que el último que me ha llegado ha sido
el robo de unas pocas de monturas de caballos y sus “achiperres”
correspondientes, por valor de unos 10.000 euros. Parece mentira que muchos de
los robos que se perpetran en la ciudad nos pasen desapercibidos a casi todos
los vecinos, cuando debiera de ser al revés.
Estoy seguro
que estos bandoleros actuales están igual de localizados que estos tres que
cuenta la historia. Sin duda los actuales lo tienen mejor puesto que no tienen
que esconderse en las cuevas de “Valhondo” ni en ninguna otra. Se pasean como
Pedro por su casa por toda la Ciudad, planeando el siguiente robo que puede ser
un estanco, un bar o cualquier tienda de la ciudad. El caso es conseguir dinero
para sus vicios que son muchos. Hace algunos años fui asaltado por uno de estos
bandidos que hay ahora por la ciudad, con el fin de que le comprara una “Radial”
que acababa de robar en una obra cercana, debía de quedarme con ella si o si y
no le importaba el dinero que le diera. Como pude fui capaz de darle largas
diciendo que no llevaba ni un euro en el bolsillo, mas tarde me personé en la inspección
a denunciar tal hecho, dándome con la puerta en las narices para no variar, así
que omití el presentar dicha denuncia. Me lo pensé mejor según iba de camino a
mi casa, total, seguro que saben perfectamente quienes eran los que la noche
anterior, habían estado obra por obra en todo Trujillo robando todo lo que
pudieron en maquinarias para luego venderlo por el pueblo, fíjate tu que
profesionales son los bandidos de hoy en día.
No se los
años que tardaron en atrapar a estos tres bandoleros de la historia, pero estoy
seguro que bastantes menos que a los que hay deambulando por Trujillo y que año
tras año incrementan su curriculum a base de robos. Que yo sepa con pocas
denuncias en su contra y con pocas detenciones, será que les viene en la sangre
y quién sabe si quizás no serian familiares de estos tres grandes bandoleros
como fueron Kiko Quesada, Melchor y Merino.
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