Había una
vez un abuelo el cual tenía varios nietos con los cuales disfrutaba. El mas
pequeño de ellos era por su edad el preferido de aquel abuelo que siempre
intentaba darle a aquel nieto, algún capricho más que a los otros, aunque es
verdad que siempre con cualquier cosa aquel niño se conformaba. Eran uña y
carne y siempre que podían estaban juntos. Si el abuelo hacia alguna “chapucilla”
en casa, él le ayudaba, si regaba las plantas, el nieto le ayudaba, si salían a
tirar la basura, el nieto iba siempre con él.
Un día de
verano después de algunos achaques, los médicos decidieron ingresar al abuelo
para hacerles varias pruebas. Ese día como era rutinario, el nieto subió a casa
de su abuelo para verle pero no le encontró allí, preguntó a sus padres por él,
pero estos decidieron que no era oportuno decir a su hijo lo que pasaba a su
abuelo.
El nieto empezó
a sospechar que algo raro ocurría, su abuelo y confidente no venía a buscarle a
casa, no sabía dónde estaba. El nieto preguntaba a sus padres por él, pero
nadie le hacía caso. Un día el padre creyó oportuno contarle la verdad a su
hijo, aunque creía que era demasiado pequeño para enterarse de lo que pasaba.
_Veras, a tu
abuelo le están curando en un hospital, para que pueda volver a jugar contigo.
_ ¿Es que le
duele algo?, A mí nunca me dijo que estuviera malito.
_ Sí, pero
tu tranquilo que pronto estará de vuelta para jugar contigo.
Aquel niño
ese mismo día después de hablar con el padre, empezó a mostrarse agresivo con
sus hermanos, no quería jugar con ellos y estaba enfadado por lo de su abuelo. Creía
que él estaba malo por su culpa, porque no había sabido curarle ni ayudarle
cuando jugaba con él. Que había enfermado por estar siempre pendiente suya.
Para desahogarse cogió un rotulador y pintó todas las paredes de casa, creía que
de esa manera su abuelo se pondría mejor. Su padre se cabreó con el niño, no sabía
cómo no habiéndolo hecho nunca, había actuado así.
Antes de
castigarle al niño, el padre habló con él.
_ ¿Por qué
has hecho eso? Tú sabes que en las paredes no se pinta. Te voy a castigar sin
salir del cuarto y sin ir a la piscina.
_ Me da
igual, mejor, así me estaré aquí en casa todo el día, si no viene mi abuelo a
mi casa, no quiero salir a ningún lado.
El padre se dio
cuenta de que su explicación de la enfermedad del abuelo no había sido la más
correcta, mas aun viendo como había reaccionado el niño.
_Sabes, si
cogemos los dos un paño y limpiamos las paredes, seguro que el abuelo viene
pronto.
Al niño se
le encendieron los ojos, corrió en busca de un paño, un cubo con agua y restregó
aquellas paredes con tal ansia que se hacía daño en las manos limpiando. Cuando
acabaron el niño volvió a preguntar al padre por su abuelo.
_ Monta en
el coche, que vamos a por él a la residencia.
Al ver el
niño a su abuelo comenzó a llorar como una magdalena, se abrazó a él y le dio
muchos besos. Aquel abuelo aguantándose las ganas de llorar como pudo, abrazó también
a su nieto y en voz baja le dijo:
_ ¿Qué tal
quedaron las habitaciones pintadas?
El niño miró
a su abuelo a la cara y comenzó a sonreír…..
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