OJOS DE GATA
Hace
unos veinte años o así haciendo guardia
en una garita, burlaba las ordenes de no llevar los cascos de la música a dicha
guardia. Recuerdo aquella cinta de casette grabada de 90 minutos, cogían un montón
de canciones en ella, entre ellas recuerdo una que sin duda era mi favorita y
la que siempre pasando la cinta con un bolígrafo para no gastar pilas, buscaba
una y otra vez. Tanto llegué a escucharla que puedo prometer que el trozo de
cinta donde se ubicaba dicha canción, llegó a estropearse.
Sin duda alguna esta canción es una de mis
favoritas a pesar de ser una canción triste como todos sabéis cuando la escucháis,
pero tiene algo dentro de ella que me reconforta y me hace sentirme bien dentro
de su letra. Cuando la escucho casi siempre estoy de bajón, hoy es un día de
ellos de los muchos que últimamente colecciono. Hace bastantes días que no
escucho nada de música, seguramente es un mal síntoma, puesto que la música no
tiene culpa de nuestro estado de ánimo y no nos puede venir nunca mal. Por eso
hoy he decidido ponerme esta canción y volver mi mente en el tiempo, no muy
lejos del lugar donde me encuentro, donde un jovenzuelo obligado por el ejército
de su país, cumplía con su misión de vigilancia, aunque es verdad que
desobedeciendo ordenes. Aquellos cascos puestos
con la braga por encima para no ser visto por ningún mando consumían pilas a
montones. El sueldo de militar te lo gastabas en la cantina y por su puesto en
pilas para el “Walkman”. Hoy veinte años después los tiempos han cambiado tanto
que aquellos aparatos han pasado a los
museos de la historia, con otras muchas cosas que te pones a pensar en ellas y
vuelves atrás en el tiempo.
Por suerte la música no acaba en ningún museo
de la historia y por muy antigua que sea siempre en algún rincón del planeta estará
sonando.
Ahora imagino a esa mujer escuchando esta canción
llorando por su amor perdido, o a ese chaval que acaba de descubrir a este
grupo y esta escuchando toda su discografía, o a aquel hombre que estando de bajón,
se la pone para recordar tiempos parecidos a los de ahora, donde entre unos y
otros intentaban hacer de tu vida un infierno, eso si, sin conseguirlo, puesto
que esos ojos de gata siempre salían al rescate de todas las personas que
intentaban hacerte daño y hoy no va a ser menos, tócala otra vez Sam.
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