Un domingo mas, y van ya unos cuantos, nos encaminamos a
realizar otra nueva ruta, la cual estaba ya en nuestros pensamientos de hacer hacía
varios meses. Tenemos por costumbre últimamente, hacer caso a la gente que nos
propone rutas conocidas de pueblos cercanos. Es un lujo el poder conocer
nuestro entorno antes de salir a descubrir sitios mucho más lejanos.
Así esta mañana a las ocho en la plaza de Huertas bajo una
helada monumental, once valientes nos montábamos en los coches para
desplazarnos a la localidad vecina de Jaraicejo, la cual sigo diciendo, que es
un pueblo hermoso y totalmente desconocido para muchos extremeños, que ni
siquiera saben situarle en el mapa. Antiguamente cuando la nacional quinta
pasaba por estos pueblos, su economía era mucho más boyante de lo que es ahora.
Pueblos que al desaparecer dicha carretera, deben reinventarse para poder
subsistir y en eso andan.
La plaza mayor de
Jaraicejo, una preciosidad, grande y bien cuidada nos daba la bienvenida a eso
de las ocho y media pasadas. Justo en la misma plaza leíamos los carteles de la
ruta que íbamos a comenzar, así nos íbamos haciendo una idea por los sitios que
íbamos a pasar.
El pueblo estaba animado de gente, una montería de
habitantes del pueblo iba a comenzar en breve y los perros de dichos cazadores,
ladraban inquietos dentro de los carros, esperando el momento en que sus dueños
les abrieran las puertas.
Nosotros, haciendo caso al cartel anunciador de la ruta, nos
poníamos en marcha. La primera rampa subida nos iba diciendo el terreno que nos
esperaba, aunque la ruta está catalogada como media, hay que decir que tiene
alguna que otra rampa que asusta, aunque a gente experimentada como nosotros, le
gusta de vez en cuando subir por sitios así. Dieciocho kilómetros y algún metro
más, anuncia el cartel que tiene la ruta, aunque nosotros, no haciendo caso a
uno de los componentes del grupo que se dio cuenta de que íbamos andando en dirección
opuesta, hemos andado un par de kilómetros más de la cuenta, aunque bien es
verdad, que nos han servido para conocer la presa de “Cantalgallo”, de la cual
beben en dicho pueblo.
Sobre la ruta comentar que hay bastante terreno por el cual
andas por largas rectas, quizás algo aburridas y monótonas, aunque siempre hay
algo que te llama la atención. Hemos disfrutado de grandes alcornoques, de
muchas variedades de setas, algunas totalmente desconocidas y con las que, a
pesar de no haber probado, nos hemos reído mucho.
El sitio más bonito y espectacular de la ruta sin duda es su
merendero, en el cual nos hemos comido nosotros el tente en pie correspondiente
de todos los domingos. Bajo unos castaños espectaculares dada su altura y al
lado de una fuente natural, la cual tenía un agua riquísima. Hemos aprovechado
los únicos rayos de sol que dejaban pasar por entre sus ramas dichos arboles.
Una vez allí nos ha dado tiempo a probar alguna que otra castaña, la verdad que
había muy pocas dado que el tiempo suyo había pasado y solamente hemos
encontrado alguna castaña rezagada y escondida entre las hojas de los altísimos
arboles.
Desde allí y con el estómago lleno, nos hemos dispuesto a
alcanzar la garganta de el cubo, otro de los parajes anunciado en el cartel de
la ruta. A mí la verdad que me ha desilusionado un poco, puesto que me esperaba
un lugar con mucha más abundancia de agua de la que disponía, a pesar de que ha
llovido mucho. Desde ese lugar, arrancan los límites del parque nacional de
Monfragûe, el cual luce ahora sus colores más espectaculares. Los buitres nos
acompañaban con sus vuelos y el regreso tocaba a su fin. Otra cosa que gusta
menos en las rutas, volver por los mismos pasos andados. Así una vez alcanzada
dicha garganta, tocaba volver por las enormes cuestas que con anterioridad habíamos
bajado, casi sin darnos cuenta de la pendiente que poseían y que al subirlas,
puedes comprobar de primera mano.
En definitiva, una ruta diferente por el paisaje visto y
bonita de hacer. Seguimos engordando nuestro nivel cultural, cosa que como
personas nos enriquece a todos los asistentes. Una pena los que hoy por culpa
del trabajo (bendito trabajo), no han podido acompañarnos. Los queda el bonito
recuerdo de las cientos de fotos que hemos sacado para su disfrute y las cuales
podrán ver en el “feibul” del grupo.
El próximo domingo queremos hacer una cerquita, por la
charca de casillas, para de ese modo, que se pueda apuntar más gente. Quedan
invitados todos los visitantes que en el puente, estén en el pueblo o
alrededores, puesto que este grupo admite a todo el mundo, sin pega ninguna. Así
que animaros a pasar un domingo diferente y sobre todo divertido.
Nos vemos por las callejas.
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