La ultima discusión con su mujer, fue la gota que colmo el vaso. Llevaban
demasiados días discutiendo por nada y todo parecía venirse
abajo. Ya no había solución ninguna que él pudiera buscar, o por
lo menos no la veía por ningún sitio. Buscó la
puerta de la calle y dando un portazo salió de casa. No sabía muy bien adónde
iba, en su mente solo había una idea y aunque ya se
le había pasado por la cabeza más de una vez en
los últimos meses, siempre había acabado por desecharla.
Pero ese día todo parecía distinto, nada le quitaba de la
cabeza aquel pensamiento. Siguió andando sin rumbo hasta que al pasar
por delante de aquel pozo una cuerda con la cual sacaban agua de él,
le llamó la atención.
Paró delante de él y cogió la cuerda entre sus manos,
la empezó a recoger haciendo un circulo y se
la guardó debajo del brazo, era demasiado cante el andar por aquel
monte con una cuerda de aquel grosor en las manos, si le viera alguien, seguro
que le preguntaría y no tenía ganas ninguna de dar
ninguna explicación más que nada porque no tenía ninguna que dar.
Siguió andando entre encinas y olivos, ninguno de estos árboles le convencía demasiado. No sabía
el porqué pero iba buscando un alcornoque majestuoso que
le había parecido ver alguna vez por aquella zona, cuando tiempos
atrás había ido a coger espárragos. Cuando ya
casi había desistido de su búsqueda apareció delante
de sus ojos. Ahora le parecía mas grande de lo que le había imaginado,
estaba sin su corcha y eso le daba un aire más grande aun de grandeza y
majestuosidad. Se colocó debajo de él y miro hacia su rama más
grande. Al volver la vista al suelo, notó como una lágrima
le caía por su mejilla, se la limpió con su manga de la
chaqueta que llevaba puesta y cogió la cuerda con la mano
derecha. Volvió a mirar hacia la rama y después hacia su
mano, intentó medir la distancia que le separaba para saber
exactamente la fuerza que debía imprimir a su brazo para llegar con
la cuerda a su objetivo. Como si lo hubiera realizado más veces
solo necesitó un intento para conseguirlo, agarro las dos puntas de
la cuerda y las puso al mismo nivel.
El siguiente paso sin duda era el más difícil de todos, nunca se le dieron bien
los nudos y no sabía cómo iba a hacer aquel para que fuera eficiente. Intentó hacer
uno corredizo pero al tensar la cuerda el nudo se deshizo, esto le desilusiono
un poco, aunque no le quito ni un ápice de empeño. Volvió a
intentarlo esta vez con otra clase de nudo y volvió a hacer la misma
operación. Tensó de nuevo la cuerda y esta vez el nudo lejos de
deshacerse como el anterior, se apretó mucho más. Ya solo quedaba lo último
que hacer, buscar un sitio por donde subir al árbol y ponerse la
cuerda alrededor del cuello. Las lágrimas cada vez le caían más
deprisa por las mejillas, las manos le tiritaban cada vez más y un
sudor frío le recorría el cuerpo.
Al comenzar a subir al árbol se quedó fijo en una de sus
ramas, le parecía ver reflejada en ella la cara de alguien, pero ¿qué
alucinaciones estaba viendo? ¿Cómo iba a ver allí la cara de alguien?
La volvió a mirar y vio de nuevo lo mismo, esta vez
le pareció que la rama le empezaba a hablar y alucinando de
nuevo entabló con ella una conversación que a cualquiera le
hubiera parecido una tontería menos a él,
que secándose las lágrimas le empezó a contestar
a las preguntas que aquel alcornoque le hacía.
_ ¿Estás seguro de lo que vas a hacer? ¿Tan poco aprecias tu vida?
_ No puedo más, ya no tengo ganas de vivir.
_ Y ¿Cómo crees que se lo tomaran tus hijos? ¿No crees que le tacharan a su
padre de cobarde por hacer esto?
_ No lo sé, seguro que sí, pero no metas a ellos en esto, no hago esto por
ellos, lo hago por mi mujer y por mi situación laboral, es insostenible.
_ Eso es lo que haría cualquier cobarde, pero tú no eres uno de ellos, tú siempre has
demostrado ser valiente y afrontar las situaciones firme, viniera lo que
viniera siempre.
_ Eso era antes, ya no soy el mismo.
_ Sabes, en mis ciento cincuenta años de vida, jamás antes ha venido nadie
a hacer lo que vas a hacer tu, tan solo una vez un cazador vino a colgar a uno
de sus perros, que valiente fue también… menos mal que fui capaz de convencerlo antes de cometer
tal atropello, y sabes, al final aquel perro fue el mejor que tuvo en varios
años. Al que mas caza le mató y el mejor amigo suyo en mucho tiempo,
y todo gracias a que mis palabras le ayudaron a pensar en lo que hacía. Por eso
tú debes de pensar muy bien lo que estás haciendo, irte ahora y
dejar así a tu familia es cosa de cobardes y tú lo sabes bien. Anda,
coge esa cuerda y vuélvela a poner en aquel pozo para que su dueño pueda seguir
sacando agua de él. Luego vuelves a casa y hablas con tu mujer, la
pides perdón y no vuelvas a darle ni una sola
voz. Después vete a por tus hijos al colegio y los das muchos besos,
tantos que ellos mismos te digan que si hay algo nuevo que celebrar.
Ya verás como desde hoy empiezas a ser un hombre nuevo. Alguien a
quien le encanta vivir sea de la manera que sea…
Aquel hombre hizo caso al árbol siguió sus ordenes al pie
de la letra. Hoy, dos meses después vive con su mujer y sus hijos
más felices que nunca, ha vuelto a encontrar trabajo y colabora en
una asociación de ayuda a los más necesitados.
Todos los domingos que hace buen tiempo, coge a sus hijos y dando un paseo
los lleva hasta donde se encuentra aquel alcornoque, se pone debajo de él y
mirando a la rama con cara de alguien, le guiña un ojo y en silencio para que
no le oigan sus hijos, le da las gracias por haberle ayudado a seguir viviendo….
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