miércoles, 3 de octubre de 2012

Capitulo 367: Los hombres también lloran.




Llevaban trabajando más de  tres años juntos y jamás hasta ese día le había visto llorar. Ese hombre alto, fuerte y robusto siempre se había reído de los hombres que lloraban por nada, era de la escuela antigua la cual siempre había dicho “los hombres no lloran”. La verdad que él siempre había seguido ese consejo, el cual no le había ayudado mucho. Tragarse las penas y dolores sin darlos una salida por medio de lágrimas, es mas doloroso que cualquier enfermedad.

El día que aprendió a llorar fue quizás la ocasión que menos se merecían aquellas lágrimas. Todo comenzó una tarde escuchando la radio. En una emisora que el frecuentaba mucho, una vez a la semana solían hacer un programa de solidaridad. Ese programa consistía en llamar a la emisora y ofrecer o pedir lo que te sobrara o hiciera falta y la verdad que era asombroso la cantidad de gente que llamaba necesitando algo. Unos, cosas insignificantes, otros por desgracia cosas que sin duda es difícil de vivir sin ellas.

Esa tarde llamó una mujer que había sido victima de malos tratos, por culpa de ello había perdido la casa y el trabajo y estaba sumida en una tremenda depresión (¿quien no?) estaba cobrando una ayuda de cuatrocientos veintiséis euros gracias a las dos hijas que tenia y hacia poco que había conseguido una vivienda de no sé que caja de ahorros pone al servicio de mujeres maltratadas. La vivienda estaba muy bien, era nueva pero la cocina estaba totalmente desamueblada, no tenia absolutamente nada. La mujer quería por lo menos una lavadora, lo demás decía que la daba igual, que se apañaba con lo que tenía. Cocinaba con una bombona de campin gas…

Ese hombre fuerte y robusto se estremeció al escuchar aquella mujer relatar sus miserias y su mala suerte. Sacó el móvil del bolsillo y marcó el número del programa, el cual tenía guardado de alguna otra vez que llamó para otras cosas. Después de pasar por una serie de preguntas antes de entrar en antena, le dieron paso.
_Si, yo llamaba para ayudar a la señora que ha llamado antes que no tenia ningún mueble en su cocina.

_ Si, dígame le dijo el presentador del programa, ¿en que puede ayudarla?

_ Bien, yo tengo una lavadora de sobra, una cocina de gas de tres placas y un microondas que no uso.

_ Y usted quiere dárselo a María, la señora que ha llamado antes.

_ Si, por supuesto, todo para ella.

_ Lo que pasa que tenemos un problema, usted vive en Huelva y María es de Madrid, tenemos el problema del traslado hasta aquí.

_ No se preocupe, yo tengo una furgoneta y me puedo desplazar el fin de semana hasta Madrid para llevárselo.

En esos momentos telefonearon a María, la cual sin dejar de llorar no paraba de darle las gracias al hombretón.
_ No me de las gracias, no se merecen. A mi me sobra todo lo que a usted le hace falta. Dígame las señas de donde tengo que llevarlo y el sábado estoy allí.

María con la voz entrecortada seguía dando gracias a todos, al presentador del programa, al director y a nuestro hombretón.

_ Muchas gracias de verdad,, muchas gracias a todos, dijo antes de colgar.

A nuestro hombretón le dieron las señas para que el sábado pudiera hacer de rey mago y llevar los electrodomésticos a casa de María. Según colgó el teléfono sintió un dolor en el pecho muy fuerte y se sintió un poco agobiado. Los ojos se le empezaron a poner brillantes y no dejaba de pensar en María y en su mala suerte. En ese momento una lágrima cayó sobre los papeles que tenia encima de su mesa de trabajo, se tocó con sus dedos los ojos y notó que estaban mojados. El agobio empezó a desaparecer según seguían cayendo lágrimas y el dolor del pecho desapareció fulminantemente. Siguió llorando un buen rato pensando en lo afortunado que era y nunca se había dado cuenta de ello.

Desde aquel día cada vez que se siente un poco agobiado o nota que le duele el pecho, no duda ni un momento en llorar, hasta ahora jamás le había visto nadie, pero ahora que ha sido descubierto, le sigue dando igual, para él es necesario llorar y nunca dejará de hacerlo...

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