Todo el mundo tiene prisa, unos para desenredarse de
lo que les espera, los otros, los acompañantes, para dejar de estar tan cerca
de este infierno. Los directores de carrera a los cuales les han recortado todo,
menos la dignidad y profesionalidad intentan poner un poco de orden, cada día
con menos ganas, no me extraña nada.
Algunos comentamos entre nosotros que si fuéramos
todos los corredores y el público conflictivos, la carrera seria imposible
disputarla. Cuando es algún corredor el que protesta puede tener una disculpa,
pero cuando es el público me pone de mala leche. En la línea de salida hay un
papelito donde pone bien clarito: “Aquí se viene sin prisas, cada paciente
necesita su tiempo”. Parece ser que el público no lo ve o no lo quiere leer,
pasada una hora de espera se les olvida todo, la educación por los demás sobre
todo. Todos los corredores cuando se apuntan a esta carrera saben las normas
que en ella hay, el publico y preparadores de los atletas parece ser que no.
Por lo menos algunos, otros, la gran mayoría intenta hacer cumplir las reglas y
poner un poco de orden, en esta competición es fundamental eso.
Te quedas con los signos de amor de matrimonios
entrados en años que llevan compartiendo su vida casi cincuenta años, algunos más.
Y ahora se ven allí suspirando cada cinco minutos, deseando de despertarse de
este mal sueño que sin gana ninguna les ha venido a su vida. A cada suspiro le
acompaña un recuerdo, que bueno es acordarse de tiempos mejores vividos y que
necesario.
Miras el reloj otra vez y vuelves a resoplar, el
compañero de al lado resopla mas fuerte, el veterano les sonríe y pone algo de
cordura en aquellas caras que al verle le sonríen obligados, no tienen ganas de
sonreír pero hacen un esfuerzo tremendo por no quedar mal. El preparador que se
encuentra allí mismo le hace recordar el día que su hijo hizo alguna cosa, o le
recuerda lo que su nieto se parece a su padre, esto si le hace distraerse un
poco, tanto que olvida por completo lo que hacen en ese lugar. Son cinco
minutos, pero que cinco minutos más importantes y más hermosos, todo vuelve a torcerse
al llegar un juez de carrera y mira como esta aquel maldito gotero que no deja
de hacer ruido, eso y el maldito reloj que te roba el tiempo deprisa cuando
todo te va bien y muy despacio en situaciones como esta, no anda. Preguntas si
se ha parado o es esa hora, sabes de antemano la respuesta, pero prefieres
escucharlo de otra boca. Cierras los ojos y te da tiempo a dormir, que bien se
está ese rato, sueñas con algo pero al despertar no recuerdas con que ha sido,
que pena, con lo bien que lo has pasado ese rato. Bueno te queda el consuelo de
mirar el reloj y ver que ha adelantado más de lo que tú esperabas. Ahora no
preguntas si es esa hora o esta adelantado, no vaya a ser que te respondan lo
segundo y te vuelvas a desilusionar.
Y por fin aquello deja de gotear y después de muchas
horas te dicen que te puedes marchar, no sin antes ponerte al corriente de lo
que esta por venir. Dices a todo que si como si no te importara y es verdad, lo
que te importa de verdad es salir de aquella ratonera. Los efectos secundarios
ya vendrán por si solos, pero ahora no es momento de eso………
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