Vivir en
Extremadura o ser extremeño en épocas de vacas flacas no es tarea fácil, nunca
hemos sido gente de ideas boyantes por lo general, aunque es cierto que cabezas
pensantes siempre las ha habido por doquier, a pesar de que el típico señorito
de toda la vida, hacia todo lo posible para que de aquellas cabezas nunca
saliera una idea buena que hiciera peligrar la convivencia entre sirvientes y
señores.
Hoy en día
cuando muchos extremeños alcanzan la edad de jubilación y echan mano a su vida
laboral para saber el salario que les pertenece, se dan cuentan que los años
que pasaron trabajando con el marqués de donde sea o con el conde de su puta
madre, no están reflejados en parte ninguna. Muchos años de su vida tirados a
la basura por culpa de estos hijos de mala madre, que no tuvieron bastante con
sacarlos la pringue en el campo, que encima nunca declararon una peseta por
ellos, a pesar de estar más de media vida adorándoles y haciéndoles reverencias
cada dos por tres, cada vez que pienso en la saliva que tenían que tragar día sí
y día también para no revelarse ante ellos y perder su puesto de trabajo, me
dan ganas de vomitar.
Todavía no entiendo como no podemos pedir que
se siga investigando nuestra memoria histórica, es parte de nuestras vidas, de
nuestros antepasados que lucharon y se dejaron sus vidas para que nosotros pudiéramos
vivir bastante mejor que ellos, con todo eso, por lo visto no es suficiente
para que te reconozcan el trabajo que hicieron aquellos hombres. Es peor aún,
ahora los que empiezan a jubilarse, les toca enfrentarse a la dura realidad de
saber que a pesar de llevar trabajando desde los ocho años algunos, en tu vida
laboral faltan gran parte de tus años trabajados y ahora ¿qué?, ¿Dónde se
quedaron aquellos años de penurias? ¿Cómo pueden ser tan injustas las leyes con
estos valientes? Desaparecida la teta de donde han mamado muchos, toca rebuscar
donde sea para asegurarte una jubilación digna, para que con tu sueldo puedas
dar de comer a tus hijos y nietos, es triste pero ahora es así, el día que
toquen las pensiones que seguro que no tardaran mucho, ese día si será el fin
para muchas personas.
Los
descendientes de aquellos señoritos sin embargo, siguen haciendo cálculos para
saber por encima la fortuna que poseen, siguen explotando a sus siervos y
seguramente que a muchos los pasará lo que a nuestros abuelos, que cuando
lleguen al final de su vida laboral, se
encontraran con más de una sorpresa, y donde tenían pensado cobrar tres, solo tendrán
derecho a cobrar una.
Eso lo sabe
bien quien nos gobierna, puesto que la mayoría de ellos son estos descendientes
de aquellos señoritos, a los cuales educaron para que ningún sirviente se
subiera en su chepa. A día de hoy no sé quien fue el culpable de que la
servidumbre, cansada ya de aquellos abusos, diera un puñetazo encima de la mesa
y tomara cartas en el asunto, y aunque más de uno de aquellos valientes murió en
el empeño, gracias a ellos los que sobrevivieron pasaron a tener una vida más
justa entre comillas, puesto que como mucho lo que consiguieron fue tener
papeles donde rezara que esos años trabajados habían sido con los ricachones
esos.
Echando la
vista atrás te das cuenta que de aquellos días a estos han pasado bastantes
años, que hay muchas vidas perdidas por medio y que ojala nunca volviéramos a
tener que vivir aquello que nuestros abuelos tuvieron que vivir, pero veo que
no, que poco a poco, nos vamos acercando peligrosamente a aquellos años, y
aunque ahora los veamos lejos aun, si te paras a pensar en los derechos que
hemos perdido en la última década, asusta la situación. Por eso en estos días no
puedo dejar de acordarme de la película de los Santos Inocentes y en especial
en uno de sus protagonistas, quizás el que más me gustó de todos, porque a
pesar de estar un poco zumbado, fue el único que tuvo huevos a colgar al
señorito de la primera encina que se cruzó delante de él.
Quizás esa
vuelva a ser la solución, porque las encinas siempre estarán ahí, aunque
algunos no se paren a observarlas…
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