Mientras el
pincha disco de la discoteca Terpsícore ponía la última canción, aquel grupo de
amigos daba el último trago a sus copas antes de pasar por casa a por los “trastes”
de andar. Algo de agua algunos cogieron, aunque la mayoría a esas horas el agua
les sonaba a chiste.
Casi
dieciocho kilometros por delante separaban a aquel grupo de su objetivo y la
verdad que con esas edades la ruta prometía ser interesante, más que nada porque
la mayoría del grupo iba dopado y así las risas estaban aseguradas.
Hoy, más de
veinte años después, un par de amigos de aquel grupo, rememoraba dicha ruta,
aunque es cierto que solo en su mitad, puesto que aquella primera vez, de aquel
numeroso grupo, cinco o seis valientes decidieron hacer la ruta de ida y
vuelta, como si con la ida no hubieran tenido bastante. Todavía recuerdo
perfectamente lo que nos costó llegar de vuelta y a pesar de prometer y jurar
que jamás volvería a darme una paliza similar, hoy más de dos décadas después,
hemos hecho el camino de ida, la verdad que como he llegado, me hubiera sido
imposible hacer como veinte años atrás y volver sobre nuestros pasos…. Qué pena
hacerse mayor!!!!
A las cinco
de la mañana nos poníamos en marcha el grupo de amigos que nos juntamos para
andar. A pesar de que algunos se les hacia temprano la hora a la que habíamos quedado,
allí estábamos todos a la hora acordada, bueno, todos menos uno. Jejejejeje
Es cierto
que el día nos ha acompañado y que quizás con la buena temperatura que hacía,
no hubiera hecho falta salir tan temprano. Pero la experiencia de andar con la
luz de las linternas ha sido gratificante y amena.
A medida que
ha ido amaneciendo, hemos podido ver lo bonito de la ruta, que desde luego, es
mucho más amena de hacer por el cordel que por donde casi todo el mundo la
realiza, la vía de servicio. Por la cual se ha anda fatal por la gravilla y los
pies se resienten. Por el cordel, los últimos tres kilometros se realizan por
carretera y la verdad que el cuerpo lo nota y no precisamente para bien, pero
bueno, en general se hace muy cómodo y gratificante el paseo.
El grupo
sigue constante, unas veces vamos unos, otras veces cambiamos y vamos otros,
pero en general vamos casi siempre unos catorce o quince miembros; y después de
tantas rutas en nuestros pies y tantas horas compartidas, se va notando la
amistad adquirida que si bien recordáis en los primeros artículos que publiqué,
era una de las cosas que queríamos todos, andar y compartir todo, desde el
bocadillo que hoy le cambiamos por unos “chupitos”, hasta nuestras
preocupaciones diarias, eso es lo más bonito de todo.
Pues nada,
hoy hemos quedado para el domingo de feria, en el cual vamos a hacer una de las
rutas que más ganas tengo, subir al pico de Santa Cruz por la calzada romana,
que ganas de hacer fotos en tan maravilloso sitio, ya iremos concretando como
lo vamos a hacer y a qué hora saldremos.
Un saludo a
todos los que hoy compartimos ruta y a los que habéis pedido algo a la Santa,
que se cumpla.
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