lunes, 25 de julio de 2011

Capitulo 183: Don Fernando. ("Pilili")


Hoy quería recordar a este maestro que gran parte de los alumnos de Huertas y Trujillo que fuimos al colegio Público “las Américas”, tuvimos como profesor de francés.

No quiero equivocarme, pero estoy seguro que ninguno de sus alumnos se graduó en la carrera de filología francesa, al contrario, todo alumno que le sufrió en sus estudios, al llegar al Instituto se dio cuenta de lo verdes que íbamos en esa asignatura.

Recuerdo aquellas clases en las cuales muchos días se quedaba dormido, eran aquellos años que había escuela por la tarde, de 3 y media a 5 y media, a él, que le gustaba darle a los “vinillos” a mediodía, cuando llegaba por la tarde si se había pasado un poco con ellos, se dedicaba a echarse la siesta, te mandaba estudiarte la conjugación francesa y luego decía que preguntaría, aunque no era verdad, cuando sonaba la sirena seguía mas dormido que cuando empezó la clase, así que se levantaba y con voz de recién levantado de siesta, nos decía: “Que sepáis que mañana os pregunto la conjugación”.

En aquellas clases  era facilísimo copiar a la hora de los exámenes, tres o cuatro días antes te decía las preguntas que iba a poner, las copiábamos en una hoja y te la dejaba llevar a casa, lo único complicado era falsificar su firma, aunque con lo poco que veía no se fijaba mucho en ellas.
Otro método de copiar era quedarte con el vocabulario y la conjugación metida entre la ropa y al empezar el examen, sacarla y copiar todo lo que te diera tiempo antes de que él se levantara, que rara vez lo hacía, aunque una vez sí que le vimos levantarse y no para coger a nadie copiando precisamente, aquel día un compañero nuestro que vivía en el “hogar” Francisco Pizarro, se quedo dormido en su clase, era de los que se sentaban atrás del todo, así los que tenía delante, le tapaban para que Don Fernando no pudiera verle dormido. Pero aquel día, Don Fernando se le antojó preguntar el vocabulario y a quien fue a preguntar?? A nuestro amigo y compañero Ruperto, (a pesar del paso de los años, me acuerdo también de sus apellidos).

_Ruperto!!!, dime como se dice comer en Francés.

Nuestro amigo estaba pegando unos ronquidos bárbaros, como para enterarse de lo que le estaban diciendo, a pesar de que alguno de los que tenia al lado intentaron despertarle, Don Fernando se mosqueó al ver que no había respuesta a su pregunta y se levantó para verle mejor, se dio cuenta que estaba apoyado en su mesa y con la cabeza entre los brazos, vamos que estaba totalmente dormido, el maestro se encaminó hacia la mesa de Ruperto y le dio unos toques en el hombro para ver si se despertaba, este estaba tan dormido que los primeros toques que le dio en el hombro no lograron despertarle, los segundos toques ya no eran en plan amable, ya iban más fuertes, nada que ver con el guantazo que le sacudió cuando Ruperto levantó la cabeza para ver donde estaba, al ver al maestro, se espabiló de momento y al ver lo que le venía encima intentó distraer al maestro, pero fue tarde, aquel guantazo nos quedo a todos tan impactados, que es ahora cuando nos juntamos los amigos y sale el tema de el colegio, Ruperto está en todas nuestras cabezas, la verdad que aquel día hasta el propio Don Fernando se dio cuenta que se había pasado con aquel sopapo, Ruperto al recibirle, se levantó y se fue de la clase, no creo que nunca jamás en su vida le hayan despertado de manera igual a aquella.

Aquellas clases las pasábamos entre pregunta y pregunta, al que se lo sabía bien, le ponía un diez, al que se lo sabía muy bien, le ponía un “10 rojo” o 10 especial, así los llamaba el.
Tenia costumbre de pasar lista todos los días y hacer rimas con las letras finales de los apellidos, eso era un vicio para él, se lo pasaba el solo como los indios haciendo aquellas rimas que la mitad de las veces no eran graciosas, pero para el si.

Otra tarde de aquellas que venía un poco “pintón”, se trajo a su perra, si, aunque parezca mentira e imposible de creer en estos tiempos, aquel maestro muchos días entraba a su perra a la clase, la verdad que era un animal muy educado, nunca ladraba y pasaba totalmente desapercibida en aquella clase; mira que había días que la hacíamos de rabiar mientras su dueño echaba el “picón” correspondiente, pero ella estaba súper educada.

No sé si fue aquel día u otro parecido, un compañero de clase (Ñoño) se metió detrás del mapa que teníamos puesto contra la pared, debajo de los armarios en los cuales también se metía algunos días de los que el maestro “no estaba”, desde allí empezó a llamarle en voz baja:
_ Don Fernando!!!, Don Fernando!!!
Este al principio no se enteraba, pero según iba llamándole con la voz más alta, se acababa despertando, decía:
_Quien me ha llamado???
_Nadie, le contestábamos nosotros aguantándonos las risas.
Ñoño, esperaba a que se volviera a dormir para volver a llamarle otra vez, así estaba casi toda la hora de clase que teníamos con el.

Otros con mucho sigilo, salían de clase sin hacer ruido y nos íbamos a enredar en los servicios haciendo tiempo mientras se pasaba la hora, un dia al volver a clase antes de que sonara la sirena, Don Fernando nos descubrió:
_De donde venís??
_ Del servicio.
_A quien habéis pedido permiso para salir?
_A usted, no se acuerda??
_No, no me acuerdo, pero venga, entrad en clase.
Así pasábamos la mayoría de aquellas clases, aprendiendo muchísimo Francés…….

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