martes, 6 de septiembre de 2016

Capitulo 758: Desde mi andamio.



Y uno tiene la suerte de trabajar en lo que me gusta, aunque en este tiempo tan caluroso, tantos días seguidos, mas de una vez maldecimos la suerte que nos ha tocado vivir. Pero sabemos que hay gente en peores situaciones y pronto se nos pasa.

Cuando toca montar el andamio en un lugar conocido la obra pasa a ser mucho mas amena. Si la obra es en tu barrio de siempre, prefiero dejar mi vieja radio en el coche y escuchar los sonidos que tantos años he podido escuchar, desde que vine al mundo. Los primeros en dar los buenos días son los cientos de vencejos y golondrinas que pronto emigraran. Sus cantos me hacen recordar muchas mañanas que estando de fiesta se nos hacia de día, era cuando mas nos fijábamos en estos preciosos pájaros y también mas nos molestaban para poder conciliar el sueño después de tanta fiesta.

Los primeros vecinos empiezan a dejarse ver, algunos aprovechan el poco fresco de la mañana para ir andando hasta los corrales donde el que mas y el que menos tiene alguna gallina la cual le proporciona los huevos para el posterior consumo. Aunque todo el mundo se queja que con estas calores los huevos escasean. Otros salen a pasear un rato aunque sea poco, puesto que saben que les es necesario el hacer ejercicio para sus pertrechados y cansados huesos.

Es el caso de tío Joaquin y tío Ignacio, vecinos desde hace ni se sabe y que todas las mañanas comienzan con el mismo ritual. Se dan los buenos días justo cuando Ignacio abre la verja del bar que tantos años regentó y que ahora lleva su hijo. Al mismo tiempo tío Joaquin entre algún que otro lamento, comienza a dar su paseo de todas las mañanas, el cual según él, cada día que pasa le cuesta mas hacer. Me da los buenos días al pasar junto al andamio y me aconseja que aproveche la sombra, antes de que el sol me empiece a calentar. Voy a la tarea diaria, antes de que la calor me quite las pocas ganas que tengo de andar. Que pena me da hacerme mayor y no poder caminar lo que antes, no hace tanto tiempo, hacia a diario.

Por la otra calle de al lado pasea Ignacio, que ya no logra separarse de su bastón, a paso mas lento que su vecino comienza el mismo ritual del paseo. De aquí para allá hasta que al pasar por el andamio, me da los buenos días. Su afán es el mismo que el de tío Joaquin, date prisa que hoy viene el sol bueno otra vez. Y así, esta buena gente, logra andar el máximo que pueden antes de sentarse a tomar el poco fresco de la mañana. Su próxima misión, será salir a la furgoneta del pan, la cual conduce Ángel y suele dar un buen bocinazo para que todos se enteren. Creo que al verme en el andamio el pitido es aun mas fuerte...

Las vecinas salen a la compra del pan y alguna aprovecha para acercarse hasta el comercio de Ismael, y comprar lo que les hace falta para pasar el día. Ismael otro aventurero autónomo con ganas de comerse el mundo, ojala y tenga suerte y le vaya bien. Somos varios los que aprovechando el precio de las cervecitas, de vez en cuando nos pasamos a por alguna.

La alegría en el barrio la pone tía Petra, ella a pesar de los años no pierde el humor y aunque tiene muchos achaques a causa de los años, siempre tiene una palabra graciosa acompañada de su contagiosa sonrisa. Tía Josefa la "Mochuela" pasa a hacer la compra y me saluda como siempre, me he criado entre ellos y eso no se olvida. "Soli"la "Cascarilla" vine de dar alguna peonada, en este mundo hay que ganarse la vida como buenamente se pueda. Sigue igual de graciosa que siempre y es raro que no nos riamos juntos de algún cotilleo o alguna historia de la que nos hayamos enterados los dos. Mari, la madre de Isma pasa también de las primeras y se acerca a preguntar a sus padres, para ver que tal han pasado la noche, justo cuando su hermana Juli viene a echar una mano con la limpieza.

Mi vecina Fermina pasa antes de que yo me suba al andamio y nos damos los buenos días las veces que haga falta. Bromeamos sobre ello y decimos los dos que es gratis el dar los buenos días o decir un adiós y cada vez la gente joven, los da menos. Me enfada cuando alguna de estas jóvenes pasa y me ignora, como si no me conociera y estoy a punto de decirla a voces que es una estúpida, pero a ultima hora me arrepiento y no la digo nada, rezo por dentro...

Y así vamos trabajando con alegría y muchos recuerdos, alegría que es doble cuando uno de los pocos niños del barrio, Guillermo, sale a la calle. Se nota que a nuestros mayores les hace falta ver mas niños por el barrio, puesto que al verlos se les quitan a todos los dolores y las penas. Por eso Guille es el mas mimado de todos los vecinos, todos tienen que ver con el y siempre les alegra el alma emparejar cuando el vecino mas joven les dice algo. Se sabe el nombre de todos y algunas veces los hace de rabiar al no quererles dar el beso que todos le piden.

Tío Manolo pasa andando con paso lento, tiene a su muer enferma y todas las mañanas al pasar me lo recuerda. La pena le rompe el alma y tan solo acierta a levantar su garrote para saludar a tío Joaquin y tío Ignacio, que están a punto de recogerse dentro de casa, al llegar el sol hasta sus sillas...

Desde mi andamio me encanta trabajar en mi barrio y volver a recordar a todos mis vecinos, aunque cada vez van faltando mas. Ley de vida.




1 comentario:

  1. Estupendo relato de algo tan cotidiano. Disfrutad de ese vecindario que por lo que se ve, es casi más una familia que otra cosa.

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