martes, 29 de marzo de 2016
Capitulo 726: De turismo por Alcántara y Marvao.
Aprovechando un domingo espectacular que nos amaneció y sin ganas de agobios y aglomeraciones, ademas de lo que ello acarrea, decidimos hacer un poco de turismo por algunos de los lugares que teníamos marcado en rojo en nuestra agenda de sitios por conocer o explorar.
El primero de los lugares que teníamos pensado visitar era el famoso puente de Alcántara, el cual hacia demasiados años que no pisábamos. Esta majestuosa joya que heredamos de los romanos en el siglo segundo, hemos sido capaz de conservarla en muy buen estado hasta nuestros días. Fruto de ello se puede decir que la localidad de Alcántara vive gracias en parte al turismo que su puente a la cabeza, genera.
Alcántara cuenta con una población de unos mil quinientos habitantes, y como todos los pueblos extremeños, siguen perdiendo población según van pasando los años.
Pero volviendo al puente podemos contar que dicho monumento cuenta con seis arcos y mide de largo 194 metros, por 8 metros de ancho y casi los 64 metros de alto. Impresiona mirar desde su alta barandilla de piedra hacia el río tajo, el cual unos metros mas arriba, nos muestra el embalse de Jose Maria Oriol. el mayor pantano de España por longitud y el segundo mas grande por capacidad.
Hace un par de años que este puente fue reconocido como el mejor rincón de España en un concurso de la guía Repsol, compartiendo premio con la Ermita de San Felices en la Rioja.
Disfrutado este lugar, nuestro próximo objetivo era la coqueta y preciosa villa portuguesa de Marvao, la cual nos separaba una hora mas o menos desde el pueblo extremeño de Alcántara. Tomándonos el camino como debe de hacerse cuando uno va sin prisas y haciendo turismo, pusimos rumbo hasta la localidad de Membrio, donde en una poblada cafetería optamos por refrescarnos un poco y hacer una parada. Desde este pueblo hasta coger la nacional quinientos veintiuno el paisaje es precioso, unos llanos verdes y abundantes flores, con poco síntoma de haber mucho ganado por las inmediaciones. Hasta tuvimos la suerte de poder ver un bando de Avutardas con un impresionante macho a la cabeza.
Una vez en la nacional 521 el siguiente pueblo en alcanzar es Valencia de Alcántara, donde decidimos parar a la vuelta mas tranquilos. De momento seguimos camino hasta la frontera, donde quedan restos de una especie de poblado el cual seguramente habitaban los trabajadores de dicho lugar. El sitio es ideal para rodar una película de zombis dado su abandono.
Antes de llegar a la frontera nos reímos al pasar por el pueblo de Huertas de Cansa, al recordarnos su cartel a nuestro pueblo. Esta pedania pertenece a Valencia de Alcántara y cuenta con poco mas de doscientos habitantes. Es el ultimo pueblo español por esta zona, antes de alcanzar Portugal.
Pasada la frontera, la carretera cambia por completo y es aquí donde uno se da cuenta de que en Extremadura las carreteras son perfectas y con buenos firmes y si alguien protesta alguna vez, que cruce la raya y juegue a esquivar baches cada pocos metros.
Pronto mirando al frente descubrimos en lo alto el castillo de Marvao y nos empieza a emocionar alcanzar pronto el lugar, con muchas ganas de andar sus calles. Los turistas somos tantos que la pequeña villa se ve invadida por todos nosotros y distinguiendo acentos nos damos cuenta que muchos de los que por allí andamos, somos españoles, quizás algunos mas que los propios portugueses.
Desde que aparcas y empiezas a caminar, la villa esta totalmente amurallada y existen antiguas garitas donde aun se conservan aquellos cañones que apuntaban hacia España, para defender la fortaleza de tantos guerreros que intentaron conquistarla.
Entrar al castillo vale un euro y veinte céntimos y los niños gratis. Según comienzas a caminar por el a uno le dan ganas de cerrar los ojos y retroceder en el tiempo, para de esta forma imaginarte allí metido viviendo de otra manera.
El aljibe típico de esta fortaleza nos impresiona al saber que contaban con agua para seis meses, por lo que era muy difícil que aunque les sitiaran, pasaran sed.
Y allí entre murallas y garitas vamos andando de allí para acá. Subimos escaleras sinuosas, bajamos por otro lado y las vistas desde lo mas alto de la torre, son impresionantes, ademas del aire que allí arriba sopla.
Y caminar por las calles de la villa es impresionante. Las puertas de las casas nos muestran que antiguamente las gentes eran de muy baja estatura y las ventanas de sus fachadas tampoco las construían muy anchas. Nos reímos al ver las tapaderas de los contadores de agua y la mayoria de los buzones están construidos en los mismos muros de las fachadas.
Sin poder encontrar ningún lugar para comer, por lo visto era necesario en todos los restaurantes de la villa, encargar la comida por lo que optamos por volvernos hasta Valencia de Alcántara y comer allí en uno de los restaurantes que me habían recomendado y que no fuimos capaz de encontrar, por lo que nos metimos ya algo tarde en uno llamado "Tabú". Sin duda que acertamos porque nos pusimos hasta arriba de comer por muy poco dinero, aunque es verdad que los camareros estaban desbordados ante tanto comensal, por lo que tuvimos que esperar algo mas de lo normal para comer.
Y ya de vuelta con el estomago repleto y la mochila turística contenta, vinimos charlando de lo que habíamos visitado y de lo que el día nos había cundido casi sin quererlo, porque tenemos demasiados sitios cercas desconocidos y antes de que sea demasiado tarde, debemos de visitar todos los que podamos.
Nos vemos por las callejas, portuguesas también porque no, si lo tenemos a un paso de nosotros.
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