El caso es que a las siete de la mañana volvíamos a quedar en la plaza de Huertas, donde nos dábamos cita seis senderistas, alguno de ellos le empezábamos a echar de menos dentro del grupo, puesto que por motivos personales no lograba emparejar un domingo con nosotros. No fue el caso de ayer y juntos montados en los coches, nos pasamos por la panadería del motor donde nos vendieron el pan recién hecho, por lo que el camino fue amenizado por este inconfundible olor a pan.
Tres cuarto después estábamos colgándonos las mochilas delante del principio de la ruta, apunto de amanecer. El día parecía que iba a ser soleado, pero la noche anterior había helado algo y hacia frío. Todos rezábamos para que no nos acompañara el aire según saliera el sol.
La mejor manera de entrar en calor es comenzar a caminar y dudando de las otras dos veces que habíamos ido a realizar la ruta, esta vez decidimos hacerla al revés. Al ser circular no hay problema de hacerla por un lado o por otro.
Pronto los primeros rayos de sol comenzaban a salir entre las enormes encinas que existen en la dehesa del pueblo, y con el sol también aparecía el molesto aire que ya no nos dejaría solos en toda la mañana. Poco después de comenzar la ruta estábamos delante del yacimiento arqueológico de "Villasviejas del Tamuja" donde pudimos comprobar como han vuelto a invertir algo de dinero en su cercado, poco a poco parece que este tipo de cosas van teniendo importancia entre nuestros gobernantes, aunque todavía es insuficiente.
El poblado te hace retroceder en el tiempo millones de años y uno se imagina a los primeros moradores de aquella zona y lo bonito del paisaje y lugar.
Una vez recorrido palmo a palmo seguimos caminando en busca del lugar donde siempre nos comemos el muerdino en esta ruta. La verdad que ante la poca agua caída uno se desilusiona un poco al llegar a el y recordamos años anteriores cuando no fuimos capaces de cruzar el muro y tuvimos que dar un rodeo hasta el puente para llegar al lugar. Ayer no hizo falta y por ese motivo la ruta se acorto por lo menos tres kilometros menos que las anteriores veces.
El muerdino de ayer fue especial, nuestro compañero Carlos siempre nos sorprende con su cecina curada y ayer de nuevo pudimos degustar su riquísima patatera y chorizo blanco, simplemente un lujo al alcance de muy pocos.
Una vez recogido el campamento y mu relajadamente al saber que nos quedaba poco que andar, fuimos recortando la distancia que nos separaba de los coches, entre historias y cuentos que después de tanto tiempo algunos sin vernos, hay que contarse mientras caminamos en nuestras rutas. Un ejercicio totalmente recomendable para desconectar de nuestras rutinas y no caer en peligrosas monotonías, que al final acaban con las mentes de todos nosotros.
Antes de concluir debemos de pasar por la ermita del pueblo, donde paramos tranquilamente a disfrutar del río Tamuja que en ese lugar parece algo mas crecido. El aire en este sitio parece soplar menos y los que fuman aprovechan para hacerlo relajadamente y los que no seguimos con nuestras batallas de otras rutas que nos vienen a la cabeza allí sentados.
Uno de los lugares mas bonitos por los que transcurre la ruta es el puente que cruza este río y que se conserva en bastante buen estado. Allí aprovechamos para fotografiar el momento justo antes de volver al pueblo, donde montándonos en nuestros coches ponemos fin a otro domingo senderista.
Encantado de volver a caminar con la gente de siempre y esperando que poco a poco se sigan incorporando nuevos senderistas que por causas del destino nos tenian a todos un poco abandonados.
Nos vemos por las callejas.
La ruta
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