Aprovechando
la celebración de mi décimo cuarto cumpleaños, me empeñé en juntar a todos mis
amigos de las redes sociales. No fue fácil dicho empeño puesto que por suerte o
por desgracia, tengo amigos por todo el mundo.
Como no
sabía donde recibirlos a todos me dispuse a hablar con el alcalde de la ciudad,
para pedirle prestado el gran auditorio que existe en Trujillo y donde más o menos hay capacidad para unas dos mil
personas.
Después
de tener el sitio concretado lo siguiente era ir a recibir a los amigos
internacionales, los cuales aterrizaban en el aeropuerto de Cáceres y desde
allí, ponían rumbo a Trujillo en uno de los multitudinarios autobuses que salen
cada cinco minutos.
Lo más
difícil sin duda que fue juntar a mis amigos de toda la vida, los cuales
estaban todos trabajando y sus horarios eran difíciles de compatibilizar para
poder estar este día a mí alrededor.
El
programa de actos comenzaba en la plaza mayor Trujillana, donde un entretenido
mercadillo de segunda mano, daba la bienvenida a los asistentes. Todos
coincidieron en que era todo un acierto realizar este mercado en dicho marco
incomparable como es la plaza mayor.
Una vez
que el que más y el que menos compró o cambió lo que quiso, nos dirigimos hasta
la piscina climatizada, donde todos aprovecharon para relajarse y disfrutar de
sus aguas, antes de que pusiéramos rumbo al auditorio, donde nos recibiría el
concejal de cultura, dado que el señor alcalde se encontraba indispuesto por
culpa de la última encuesta de población activa, la cual había deparado que en
Trujillo había un parado.
Entre
mis amigos de las redes sociales, se encontraban seguidores de varios equipos
de fútbol. Los que más abundaban eran los seguidores blancos, los cuales se
portaron muy bien con los cuatro amigos que se acercaron desde Bilbao y sus
alrededores, los cuales conocí en uno de los partidos que el Madrid jugó en
Bilbao y al cual asistimos varios amigos madridistas.
Algún
seguidor del Barcelona también estaba presente, con la curiosidad de que todos
hablaban español, ninguno sabía catalán. Todos juntos departían de futbol y
amablemente y sin ninguna discusión, pasaban las horas previas.
Amigos
con gustos musicales parecidos a los míos, es decir, el “regeton”, se mezclaban
con otros amigos que les gustaban mas “los chichos y los chunguitos”. Todos
estaban felices se les notaba en sus caras sin lugar a dudas.
Antes
de llegar al auditorio, estábamos todos invitados a conocer la ciudad amurallada,
donde se podía observar que la declaración de ciudad patrimonial, había surtido
efecto y lo que antes era una ciudad abandonada a su suerte, hoy se la ve
limpia y en pleno estado. Ningún tejado esta en el suelo y las calles se ven a
cualquier hora llenas de gente.
Los que
ya conocían la ciudad, prefirieron esperar tomando algo en la plaza mayor.
Sentados en las terrazas todos consumían con alegría, sin duda alguna animados
por los agradables precios que existían en la multitud de bares y cafeterías,
los cuales no se daban abasto a despachar a sus clientes.
El
arrabal de Huertas no le pudimos visitar, sus vecinos hartos del trato que
durante años habían recibido por parte de la ciudad, habían optado por hacerse
independientes y lo primero que habían hecho era comenzar una faraónica obra
que comenzaba en la avenida que separaba ambas localidades y que terminaba
justo alrededor de la autovía que unía Trujillo con Cáceres. Con esta obra se
aseguraban el bienestar de todo el pueblo y sin duda que ganarían en visitas.
Cuando
alcanzamos el auditorio, un enorme catering nos esperaba. No me había costado
nada caro organizarle y sin duda que con la subvención recibida por parte del
consistorio para este fin, la fiesta me saldría por cuatro “duros”.
Una vez
que el concejal tomó la palabra y disculpó al alcalde, todos comprendieron el
motivo de su ausencia, incluso mis amigos de la oposición los cuales también
habían venido a mi fiesta.
Para
rematar dicha fiesta, nos desplazamos al polígono donde un concierto acústico de
la banda extremeña y amiga Extremoduro, había preparado solo para nosotros.
A mí me
hubiera gustado algo de “regetón”, pero fue mucho más fácil traer a estos
roqueros que estaban poco solicitados hasta la fecha.
El
lugar del concierto un sito espectacular que habían preparado entre dos
fabricas que existían en dicho polígono y donde trabajaban cientos de obreros.
Después
del concierto cada uno de mis amigos forasteros se fueron a sus hoteles y los
amigos del pueblo, cada uno a sus casas.
Una vez
que soplé las velas cerré los ojos y pedí un deseo, ahora que vamos despacio…
¿Decimocuarto cumpleaños?. Estás hecho todo un chaval, de los que van con el siglo.
ResponderEliminarYa quisiéramos tener las preocupaciones propias de esa edad......
Saludos.