En la mañana fría de hoy, nos volvíamos a poner en los
caminos de nuestra Extremadura, esta vez el lugar indicado era el pueblo
cercano de Salvatierra de Santiago, famoso como otros muchos pueblos, por su
gran vino.
A las siete y media de la mañana volvíamos a quedar en la
plaza de Huertas, allí la mañana fría echaba a varios senderistas para atrás y
tan solo hemos acudido a la ruta de hoy, ocho personas. Allí en Salvatierra nos
esperaba nuestra senderista internacional, Karin. La cual nos daba la noticia
de que este viernes se iba a su Alemania natal, a visitar a su familia.
Una vez saludados todos y con las mochilas en las espaldas,
nos poníamos en camino en busca de alguna señal que nos indicara por donde se
desarrollaba la ruta. Otro día mas gracias al GPS de Karin, nos hemos salvado
de perdernos, puesto que la ruta no esta señalizada, a pesar de que no costaría
tanto el hacerlo.
Atravesado el pueblo nos dirigíamos por un ancho cordel
hasta la localidad cercana de Zarza de Montanchez, un cordel por el que andar
era fácil pero también algo aburrido. Sobre
todo para nosotros que preferimos callejas enrevesadas y sinuosas, las cuales
hacen las rutas mas entretenidas.
Por dicho cordel hemos podido apreciar en las cercas
colindantes, la amplia ganadería que existe por la zona. Desde vacas “charolesas”,
pasando por vacas retintas, además de bastantes ovejas, alguna cabra con su
correspondiente macho y su mandil, y por ultimo una explotación porcina con
abundantes guarros en su interior. Parece mentira lo mal que huelen y lo bueno
que están…
Siguiendo la ruta y las indicaciones de Karin, hemos girado
por una calleja la cual, dejaba ver restos de una bonita calzada romana. En ese
momento la ruta cambiaba por completo y las callejas que todos pedíamos, hacían
su aparición. Así entre pozos, los cuales abundan por la zona. El ruido de
motosierras y restos de taramas esperando a ser quemadas para hacer picon,
hemos alcanzado la mitad del recorrido, es decir, la mítica encina Terrona, la
cual, sigue impresionando a todos los que por primera vez la ven. Además, de
impresionar a los que ya la conocemos.
Allí, hemos aprovechado viendo la hora que era, para
comernos el habitual muerdino de pan. En lugar impresionante y con nuestra
encina mas grande observándonos. Después de ese gran rato y después de hacer
cientos de fotos para el recuerdo, hemos continuado hasta la localidad de Zarza
de Montanchez, en donde justo antes de entrar al pueblo, una calleja nos devolvía
dirección Salvatierra.
La vuelta al lugar de salida ha estado muy entretenida.
Entre comentarios varios de los senderistas y alguna conversación mantenida con
los habitantes del lugar, se nos echaba la hora de regreso encima. El olor a
higuera quemada era fuerte y un lugareño se afanaba en podar unas cuantas. A
este hombre le preguntábamos si nuestra senda era la correcta para volver a
Salvatierra. El hombre muy amable nos explicaba como ir, además de entablar una
agradable conversación sobre los higos y el precio que habían alcanzado este
año. Se le veía contento en su trabajo, aunque no nos puede extrañar si, según él,
hacia dos días que había cobrado el importe de todos los higos recogidos.
Una vez que dejábamos atrás a nuestro amigo agricultor, continuábamos
como nos había indicado por una calleja de las que gustan de andar. La helada
en zonas umbrías no se había quitado aun y la ropa con la que habíamos empezado
la ruta, seguía colocada en nuestros cuerpos. Nadie se ha atrevido a quitarse
ni una sola manga, ni mucho menos los gorros de lana, sin los cuales no se si hubiéramos
sido capaz de hacer hoy la ruta.
Con casi quince kilómetros en nuestras piernas, llegábamos a
Salvatierra de Santiago, donde después de hacer una visita por sus calles mas
famosas, volvíamos hasta el lugar donde teníamos los coches aparcados.
Una ruta muy cómoda de hacer y con el encanto de poder
volver a ver a la encina mas grande que existe en nuestra tierra.
Nos vemos por los caminos de nuestra Extremadura.
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