miércoles, 1 de enero de 2020
Capitulo 961: De regreso a los rediles.
La noche se pasó como un suspiro, apenas dio tiempo a disfrutar de la familia y amigos, cuando menos miraron el reloj había consumido las ultimas horas del año. Dormir un rato y de vuelta en busca cada uno de sus fincas y en ellas sus rediles, donde adormecidas todavía andaban las ovejas. Rezando para que las zorras no hubieran estado mas avispadas que sus perros y hubieran hecho daño al rebaño. Sería sin duda motivo para tener algún enfrentamiento con los señores que encima andaban por las fincas pasando los días de navidad. Ir a casa a cenar podía tener consecuencias drásticas y perder el trabajo o parte del jornal estaba entre los riesgos de poder cenar al lado de tus padres, mujeres o niños; pero quien no arriesgaba no ganaba y estos valientes el riesgo les ponía.
Pasar por la fuente del caño era parada obligada para saciar la sed y calmar un poco la resaca de los vinos de la noche anterior. Padre me dejó beber algún vaso de vino mas de la cuenta, me acabo de dar cuenta que para él ya soy mayor, incluso me ofreció algún que otro cigarrillo aunque yo hasta ultima hora, no me atreví a coger ninguno, no fuera a ser que se arrepintiera y de un guantazo me tragara el pitillo.
Por lo menos la mente estaba calmada y habría muchos pensamientos nuevos en la cabeza las noches de insomnio cuando en plena pariera no diera tiempo ni a dormir, sería el momento de lamentar no haberte declarado a la hija de Antonia, la mujer del zapatero y que tantos quebrantos de cabeza me hace pillar. Un vaso de vino faltó para lanzarme!!!! pero que va, sabía de más que ese acto conlleva mas valentía que enfrentarte en plena noche a las zorras que vienen a romper la calma del rebaño.
Que rica está el agua del caño, otros sin embargo beben en el charco de Tía Rentera que tiene un agua clara y transparente. Un poco mas adelante cuando se encuentren todos los pastores de las fincas, será el momento de contar todas las batallas de la noche anterior, donde mas de uno exageraría mucho más de lo que bebió, comió y ligó, pero eso no importaba en mitad de los campos perdidos de la mano de Dios.
Hoy, otro uno de enero nuevo, algunos seguimos empeñados en homenajear a todos nuestros antepasados que tan putas las pasaron para sacarnos adelante y seguimos caminando hasta la fuente del Caño para echar un trago de agua y recordando allí sentado delante de ella, la cantidad de años que hace que nuestros antepasados iban y venían por aquellas veredas que hoy muchas de ellas se han perdido, en busca de sus casas y de regreso a las fincas donde eran exprimidos a tope.
Por vosotros, por aquellos que tuvieron los suficientes agallas para dejarnos un legado del que podeos estar orgullosos.
Feliz año para todos.
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