domingo, 26 de agosto de 2018
Capitulo 921: De la Montaña, al castillo de Trujillo.
Dicen algunos que estamos tontos, otros nos dicen que si hacemos estas rutas es porque estamos muy descansados y otros, los mas numerosos, nos dicen que tenemos unos huevos mas grandes que el caballo de Pizarro. El caso es que mientras escribo estas letras me lamo mis heridas aun frescas por el nuevo reto que hemos vuelto a conseguir.
Y es que basta para que alguno de este valiente grupo proponga algo, para que de momento y como si de un reto imposible se tratara todos los demás nos empecemos a preparar para conseguirlo.
El tema del senderismo extremo es tan vibrante, que todo va unido entre si, desde una buena compañía, una buena estrategia y sobre todo una preparación psíquica y mental que debe estar por encima de cualquier cosa.
Como viene siendo habitual la preparación del evento comienza con una cena la semana anterior donde se acaban de pulir los detalles de la misma. En esta ocasión había que aclarar los participantes y quienes serían los encargados de llevarnos en los coches hasta el comienzo de la ruta, el santuario de la Virgen de la Montaña en Cáceres. Desde allí el final sería el castillo de Trujillo en un principio, puesto que la patrona de la ciudad ya está en la iglesia de San Martín en la plaza Mayor.
Tan importante somos quienes nos atrevemos a realizar estas rutas como quienes nos animan a ejecutarlas.
Sobre las cinco y media de la tarde nos dábamos cita en la plaza de toros de Trujillo para desde allí desplazarnos hasta el santuario de la montaña en la ciudad de Caceres. Ultimo vistazo a las mochilas por si se quedaba algo atrás y visita a la Virgen donde los creyentes le piden que les ayude a realizar la ruta a cambio de alguna promesa. El lugar está lleno de gente y comentamos entre nosotros que pocas veces hemos estado en el.
Toca despedirse de los conductores y colgarnos las pesadas mochilas para comenzar a descontar kilómetros caminando por la famosa sierra de la mosca en dirección a la localidad de Sierra de Fuentes.
El calor todavía es intenso y las gorras y gafas de sol son imprescindibles para los primeros kilómetros. Según lo planeado la ruta rondaría los cincuenta y dos kilómetros si todo discurría bien y no había ningún despiste por nuestra parte o algún camino o calleja cortados como suele pasar en rutas poco transitadas. Pronto nos dimos con una puerta con candado que nos hace desviarnos un poco aunque pronto volvemos a coger la ruta marcada por nuestro compañero Carlos, que sin duda es quien mas trabaja para que todos podamos hacer estas rutas. Aunque alguna que otra vez le hacemos de rabiar diciendo que vamos a cambiar de serpa para perdernos menos.
La ruta la iniciamos ocho amigos entre ellos dos pedazos de mujeres que nada puede con ellas. Como yo las digo a Charo y Merche que son de otro planeta, que su preparación y mentalidad es increíble y que son un ejemplo para el resto de mujeres. El guía Carlos, el amigo Juan Andrés sin duda el mochilero mas grande puesto que es el portador del botiquín, tan pronto te saca una tirita como te da un poco de "reflex", a parte que de conversación anda bien y sobrado y eso ayuda en momentos duros de la ruta. Carlos el de las "Huertas" es sin duda el senderista mas duro que uno puede llegar a conocer, nunca jamás le he visto en ninguna ruta quejarse de cansancio o alguna boja y como buen compañero siempre va animando a los que nos pueda costar más. El amigo Jorge que nos acompañó el año pasado en la ruta de Guadalupe la cual no pudo terminar. Hablamos durante esta ruta mucho de aquel día metidos los cuatro en el pilón de Berzocana disfrutando del agua fría y a punto de llorar del cansancio tan enorme, unido a las bojas de los pies, las cuales le hicieron abandonar aquel día la ruta. Sin embargo en esta ha sido de los que mejor la ha completado y yo sin duda que me he alegrado dentro de lo que mis dolores me han dejado, por él. Jose Manuel debutaba hoy en una ruta larga y extrema y como buen debutante pues nos ha llevado a todos muy pendientes de él. A pesar de que los primeros veinte kilómetros los ha completado medianamente bien, de ahí hasta su abandono ha sido todo un suplicio tanto para el grupo como para él. Sin duda que hay que preparase un poco mejor para estos retos y no basta saber que si fulanito es capaz de hacerlo yo también lo voy a conseguir.
Y el octavo miembro del grupo un servidor que hoy he sufrido en mis carnes y huesos el dolor extremo de una ruta que se me ha atragantado casi desde la mitad, donde una vez devorada una suculenta cena mi cuerpo y sobre todo mis pies no me han respondido como yo esperaba. Y es que a parte de no haberla preparado bien físicamente, mentalmente no estoy bien últimamente y tengo la cabeza llena de un montón de cosas las cuales no las tengo organizadas y eso me come mucho tiempo a lo largo de las noches y no puedo dormir como a mi me gustaría. Que no tiene que ser escusa para lo que he sufrido hoy pero si físicamente no andas muy sobrado la mente pasa a ocupar un lugar fundamental y yo hoy no estaba preparado.
A pesar de todo he disfrutado durante muchos kilómetros de la ruta, la sierra de la mosca, la parada en Sierra de Fuentes donde una jarra de cerveza bien fría nos ha ayudado a calmar la sed. Y sobretodo caminar bajo la luz de la luna la cual la costó quitarse de encima los primeros compases alguna nube de calima que había en el ambiente. Una vez alcanzados los primeros cordeles lo único que íbamos haciendo era recortar kilómetros, coger un punto de referencia para cenar aunque luego la verdad es que hemos parado donde nos ha parecido.
Lo mas entretenido estaba por venir, puesto que en la localidad de Plasenzuela habían quedado para unirse a nosotros otros tres compañeros senderistas, entre otros el mas mayor de la expedición que con setenta y cuatro años se ha ventilado los veinte kilómetros que nos quedaban desde allí hasta Trujillo.
Como el debutante de la ruta iba tan tocado hemos contactado con los nuevos senderistas para que en lugar de esperarnos en el pueblo bajaran por una pista hasta donde llegaríamos nosotros, así por lo menos le quitaban a él y a nosotros, otros cinco kilómetros de sufrimiento y de espera, una de las cosas que queman mucho cuando no eres capaz de pillar tu ritmo.
Con nuestras linternas y los benditos móviles nos hemos localizado y ha sido uno de los momentos que mas me he alegrado de ver a gente nueva, porque como buen compañero además de poner el coche también traía algo fresco para que pudiéramos hacer otra parada en este pueblo.
Rellenar botellas de aguas las cuales estaban agotadas y algún que otro trago de cerveza fresca para variar, frutos secos alguna barrita energética casera y despedirnos del chófer y el retirado, el cual seguro que ha aprendido mucho de esta ruta.
Los demás comenzamos de nuevo a caminar buscando el pueblo de la Cumbre y sabiendo que nos quedaban los últimos veinticinco kilómetros, aunque el guía decía que eran algunos menos...
Lo mejor es que teniendo compañeros nuevos puedes cambiar de conversaciones que con los primeros senderistas estaban ya un poco agotadas. Contarles la experiencia que llevábamos vivida y entre todos y descontando kilómetros.
Yo antes de llegar a la Cumbre venía muy tocado pero debía de luchar con mi mente para poder terminar la ruta. Recordando la de Guadalupe donde hubo momentos en los que también estuve a punto de abandonar, me acordé del comodín del red bull que también me funcionó aquel día. Así que al llegar al pueblo cumbreño un plátano y esta bebida a parte de un pequeño descanso y a buscar el ultimo cordel que nos llevara hasta Trujillo.
Se me han hecho eternos estos últimos kilómetros y si no hubiera sido por los ánimos de Antolin y Rocío no hubiera sido capaz de terminar. Las bojas se apoderaban de los pies y mejor no quitar las botas para ver lo que había por estos rincones. Ante la posibilidad de esperar allí a que algún coche viniera a por mi he decidido seguir caminando a un ritmo menor que el del grupo, sabiendo que este camino e es bastante familiar loo cual me ha venido mucho peor que si no hubiera andado nunca por el. Las ganas de llegar al puente del Magasca eran enormes y el amanecer nos ha sorprendido justo allí. La luna que nos había acompañado toda la noche se despedía de nosotros para que el sol nos acompañara los últimos metros.
Las piedrecillas del camino molestaban cuando las pisaba y las ultimas rampas las he ido subiendo a la vez que de los zarzales iba pellizcando alguna que otra mora y mis dos ángeles de la guarda siempre alrededor mio. Los demás cada pocos kilómetros hacían un alto para esperarnos y cuando hemos alcanzado Trujillo justo por la zona de Villamosquito la sensación era difícil de describir, puesto que era tal el sufrimiento que traía que no me he puesto ni contento de poder terminar esta emocionante ruta.
Algunos deciden subir a la plaza para terminar el reto delante de la patrona, otros decidimos esperarles en un bar cercano a donde teníamos los coches para desayunar todos juntos.
Y allí sentados hemos terminado los últimos compases de un día que recordaré siempre y donde he aprendido de nuevo a sufrir hasta limites irreconocibles por mi parte.
Gracias a todos y todas por dejarme ser participe de estas aventuras aunque en este momento mientras escribo esto pienso que será la ultima, aunque como dicen Charo y Merche, de aquí a una semana estarás pensando de nuevo en la de Guadalupe la cual ya la han puesto fecha para últimos del mes que viene. Espero si al final me animo a realizarla que pueda terminarla en mejores condiciones que esta.
Nos vemos por las callejas a la luz de la luna llena.
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