martes, 20 de marzo de 2018
Capitulo 901: Fin de semana en Zaragoza.
Como viene siendo habitual desde hace un par de años atrás, justo cuando juntamos nuestras ganas de caminar con las ganas de organizar de Paqui " la de Estival", salimos de excursión buscando lugares mas retirados a los cuales podamos llegar en un fin de semana. Muchos decían que era una paliza hacer esas rutas, otros que no merecía la pena, algunos más nos trataron de locos cuando leían la cantidad de kilómetros que habíamos hecho solo para ir a estos sitios. El caso es que cada vez somos mas loc@s los que nos apuntamos a estas aventuras y nadie viene defraudado cuando se bajan del autobús. Esta hemos batido el récord con 83 excursionistas de los cuales muchos de ellos el domingo ya se habían vuelto a apuntar a la siguiente que haremos en junio.
Desde el mes de octubre que hicimos la ultima en Aveiro ya teníamos planeado que en marzo nos desplazaríamos a Zaragoza, de esta forma todos podemos ahorrar los 130 euros que cuestan por barba estas excursiones.
Como el pretexto para salir es hacer senderismo, lo mejor es buscar alguna ruta que nos motive y merezca mucho la pena, y así es como la buena de Paqui nos va llevando de un lado para otro cada tres o cuatro meses. Allí en su agencia pasamos los dos algunos ratos buscando por aquí y por allá. Yo la comento que en tal lado me han hablado de una ruta y ella se desvive por buscar alojamiento y autobús. Apuntar a la gente cada vez es mas difícil puesto que hay lugares donde la logística no es la que deseamos que hubiera y tan solo podemos desplazar un autobús. Seguro que en la de junio se quedará mucha gente fuera, por que casi todo el autobús donde veníamos montados, se apuntó para la siguiente sin apenas saber donde ni como, porque eso es lo de menos cuando uno está a gusto.
Cuando has viajado varias veces con las mismas personas, se va creando un vínculo entre ellas que algunas veces va mas allá de estas excursiones y solo hace falta que se vaya acercando la fecha del viaje para encontrarte con ellas por la calle y comentar la siguiente excursión.
El caso es que el viernes a las doce y cuarto estábamos esperando los que montamos en las Huertas, a que llegara el autobús que venía ya ocupado casi en su totalidad, aunque esta vez los autobuses eran dos. Cuando subes como casi conoces a toda la gente, toca saludar mientras llegas a tu asiento, el cual te sufrirá durante varias horas. Nos entretenemos de muchas formas, contando batallas, comiendo dulzainas y de vez en cuando echando una cabezada, el que puede.
Sin duda que este ultimo viaje es cuando más hemos dormido, por lo menos un servidor y también los que iban a mi alrededor.
Primera parada en las Esparteras para no saber que tomarse, aunque muchas veces lo tengo claro y un calambuco entra a esa hora fenomenal. Volvemos a nuestro asiento y hay alboroto hasta que la gente le vuelve a picar el sueño y echamos otro picón hasta la siguiente parada, donde esta vez la nieve nos visitó. Que frío hacía y que pocas ganas de bajarse daban, pero apetecía comer algo a esas horas. El lugar era muy grande aunque para nosotros los precios una vez que sales de nuestra zona, suelen ser caros. Además que en lugar de trabajadores tienen maquinas que hacen el trabajo de humanos y no nos gusta, jejejeje.
Ya nos quedaba poco para llegar al comienzo de la ruta y el tiempo parecía que no nos iba acompañar y nos tocaría mojarnos, aunque luego vimos que fue poca el agua y disfrutamos mucho.
El monasterio de piedra está justo en el municipio de Nuévalos a unos 120 kilómetros de Zaragoza y allí era el lugar donde haríamos la ruta.
Como llegamos antes de las 9 que era la hora de apertura, nos dio tiempo a bebernos un café o lo que cada uno quiso, puesto que hay sitio donde hacerlo justo al comienzo de la ruta.
A pesar de que me habían hablado mucho de esta ruta gente que la había hecho, hasta que no estás allí dentro y comienzas a caminar no te haces una idea de lo que te vas a encontrar en esta preciosa ruta. Y es que el comienzo es brutal con cascadas impresionantes y un lugar super cuidado con arboles inmensos que están desnudos de hojas en esta estación.
Nos afanamos en sacar buenas fotos y la verdad que las cámaras echan humo. Todos los lugares son preciosos y merecen la pena retratarlos. Algunas gotas de agua nos caen pero no es preciso tirar de traje, aunque hay gente que abre sus paraguas. Y seguimos caminando y aquello es precioso, al agua se le unen cuevas, escaleras y piedras desgastadas por el agua que deja un paisaje espectacular.
Hay lugares donde es imposible no mojarse al cruzar y la ruta al ser tan cómoda no exige nada al cuerpo para que este entre en calor.
Toca buscar sitio para el muerdino aunque si no llega a ser por nuestra amiga Nieves y nuestra amiga Pilar que nos ofrecieron pan, nos hubiéramos quedado sin muerdo. Todo por no comprar el pan en el primer lugar donde le vimos... no volverá a pasar. Grrrrrr
Y allí fue pasando gente que venían detrás nuestra y otros que adelantamos mientras comían ellos.
La ruta es muy corta y a penas llega a los cinco kilómetros, por lo que hay que tomársela con calma y disfrutar de cada rincón. Nosotros nos tiramos un buen rato viendo las truchas que hay en los lagos y la verdad es que algunas son enormes.
Y poco a poco fuimos alcanzando la salida, para entrar luego en el monasterio, el cual andan restaurando en alguna de sus galerías. Una visita guiada que nos explica muy bien lo que fue este monasterio hace ochocientos años. El museo del vino, la cocina, y mas habitaciones que están representadas en algunos lugares con frailes de mentira que te dan una idea de lo que allí hacían.
Y sobre la una del medio día nos montábamos en el autobús para ir hasta Zaragoza, con la ruta que habíamos hecho para comentar durante el trayecto, la cual nos había enamorado a todos.
Y sobre las tres menos algo llegamos al hotel Eurostar Bostón de cuatro estrellas, donde cada uno acreditó su habitación y subimos a dejar las maletas, para bajar a comer a las tres y cuarto. Y en la comida lo de siempre, risas y cachondeo y planes para la tarde, la cual cada uno tiene libre para hacer lo que le venga en gana. Un rato de siesta y a comernos la ciudad. El Pilar por la noche es precioso y en la ciudad de Zaragoza a pesar de ser enorme, se respira aire de pueblo, un aire que te queda las orejas heladas si no vas abrigado, aunque para los maños hacía bueno...
La cena a las nueve y cuarto y después a conocer la marcha en la ciudad el que quiso y el que no a descansar.
El ambiente es espectacular y todos los garitos son acogedores. Varias birras por alguno de ellos y de vuelta al hotel.
El desayuno es de siete a once y allí hay de todo. Y como te pilla con hambre pues uno disfruta de comidas que normalmente a esa hora no prueba en su casa.
Toca subir a colocar los trastes y llevar las maletas al bús, para luego a las cuatro de la tarde, salir de regreso. Pero antes tenemos toda la mañana para volver a patear la ciudad. De aquí para allá. El Ebro, el Pilar de día, sus calles, sus bares y la amabilidad de sus gentes.
Y a las cuatro estábamos todos delante de los autobuses como clavos, pues el mayor respeto para tus compañeros de viaje es acatar las horas acordadas y este grupo lo hace siempre bien.
La vuelta aunque a lo mejor debiera de ser triste no es así, puesto que vamos contando cada uno su experiencia maña y entre todos hacemos un libro en poco rato. Y de este modo vamos descontando kilómetros y conociendo el terreno que la noche anterior no vimos.
La primera parada en el lugar donde en la ida hicimos la segunda está plagado de autobuses y el ambiente es brutal. Militares se mezclan con otros viajeros y si no haces cola no pides. Pero todo esto forma parte de nuestros fines de semana y cada vez nos gustan mas. Ningún inconveniente está por encima nuestra y lo mejor es reírte de todo lo que te vaya pasando para de este modo venir con las pilas cargadas para la próxima, la cual estamos deseando que llegue y a la que solo irán los elegidos....jejejej
Astorga nos espera, Ganas!!!!!
Gracias Paqui por cruzarte en nuestros caminos. Eres la mejor.
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