sábado, 31 de marzo de 2018
Capitulo 904: Las barrancas del Burujón.
Como por arte de magia y sin apenas tiempo para pensar en este fantástico lugar, ayer conocimos uno de los lugares mas impresionantes que últimamente he tenido la suerte de conocer.
Fue el domingo en el regreso de la ruta que hicimos por el Torno cuando con la paliza que traíamos encima y con los pies llenos de agua fue la primera vez que escuché la palabra "Burujón". Era tan difícil la palabra que tuve que pronunciarla varias veces para ser capaz de decirla bien, aunque todavía hoy me cuesta hacerlo. Es tradición senderista pensar la siguiente ruta nada mas terminar de hacer la ultima, aunque estés cansado y sin ganas de caminar. Por eso todo ocurrió de forma rápida.
Tres amigos en el coche, a los oídos de uno de ellos llega el nombre de este lugar, en ese momento no se acuerda del nombre porque otro de los amigos está presto para buscar en su móvil dicho lugar.
Mientras el tercero sigue concentrado en la carretera, esperando que el primer amigo recuerde dicho nombre. "Las Barrancas del Burujón". Ya está, maquinaria puesta en marcha y pronto sabemos la distancia que nos separa del lugar. Días libres que todos coincidamos el viernes. Predicción del tiempo para dicho día no parece buena. Queda mucho y pueden confundirse, vamos viendo sobre la marcha...
Y así se quedó la cosa. Cuando llegué a casa el domingo ya no recordaba el nombre, por eso ni anduve buscando datos de la ruta, cosa que una vez hecha me alegra no haber hecho. Aunque bien es cierto que por muchas fotografías que veas y por muchas cosas que te cuenten este lugar no te impresiona hasta que no estés en el.
Eran las seis de la mañana cuando nos dimos cita en la plaza de Huertas; cuatro amigos nos poníamos en carretera para disfrutar de una jornada senderista a pesar de ser un día de fiesta. Aunque para nosotros la fiesta importante es conocer y descubrir lugares como el de ayer.
Visita a la panadería para el posterior muerdino y rumbo a la autovía, donde vamos recortando kilómetros hasta este lugar que apenas dista de Toledo en treinta kilómetros. Un viaje muy entretenido como todos los que hacemos porque habiendo buen rollo las risas están aseguradas desde bien temprano.
Y unos kilómetros antes de llegar decidimos parar para echar un café y estirar las piernas, cosa que se agradece. Ya queda poco para llegar al comienzo de la ruta la cual no será tan dura como la anterior y el tiempo esperemos que no sea tan frío, aunque parece que el aire nos volverá a acompañar. ¿Quien dijo miedo?
Unas dos horas después de haber salido estábamos aparcando en el comienzo de la ruta. Un chiringuito cerrado y un solar donde caben unos cincuenta coches y que el nuestro es el primero. Que raro pensamos todos, un lugar tan conocido y que esté tan solitario...ilusos.
Decimos comenzar la ruta y hacer una un poco mas larga de las varias opciones que hay. El terreno es muy llano y se puede hacer casi en su totalidad en coche, cosa que no nos gusta demasiado. El aire que antes nos acompañaba ahora lo hace con más fuerza. Toca abrigarse y tapar bien las orejas que es lo que antes se enfría.
La ruta comienza por unos sembrados que rebosan el color verde y una hoja que crece como hace años que no lo hacía. Nada hasta el momento nos hace presagiar las vistas que luego veríamos. Seguimos caminando hasta una plantación de arboles que nos hace preguntarnos que arboles son, estamos un poco pegados en flora y fauna. Discutiendo entre nosotros que arboles pueden ser volvemos sobre nuestros para coger un camino estrecho que va perpendicular a dicha plantación. Y unos cincuenta metros mas arriba comenzamos a ver un paisaje único e impresionante, que nos hace limpiarnos los ojos para disfrutar de dicho espectáculo de la naturaleza, aunque el aire nos ayuda a ello.
Por una estrecha senda que transcurre por todas las barrancas vamos caminando. Asomarse da vértigo y charlamos sobre los metros que puede haber de altura. He leído que la parte mas alta tiene 120 metros y aquello impresiona bastante, si a ello sumas el aire que hace, que justo al romper contra las barrancas parece que te va a tirar al suelo. El agua del embalse de Castrejón ayuda mucho a que el paisaje que se muestra delante de nuestro ojos sea brutal. Todas nuestras miradas tienen foto y las cámaras echan humo. Una aquí, ponte allí y así vamos andando el camino. Si una parte es bonita vista desde en frente todavía gusta más. Y lo mejor es acercarnos hasta una casa en ruinas para buscar una pared que nos salve del aire y nos deje comernos el muerdino. Tenemos suerte y ese rato en ese lugar es acorde a la magnifica ruta. No hay prisa y disfrutamos el momento así como recordamos el muerdino de la ruta anterior, donde pasamos tanto frío.
Vemos movimiento de gente a lo lejos y parece que hay mas senderistas. Lo mejor es seguir caminando para seguir descubriendo lo que nos queda de este espectacular sitio. Seguimos con las fotos y la marea humana nos la encontramos un poco antes de llegar a los miradores habilitados. Aquello parece una romería y la posibilidad de acceder en coche hasta el mismo lugar, hace que aquello parezca una procesión donde solo falta el santo.
Nosotros celebramos la idea de haber madrugado y de ese modo haber podido disfrutar de casi toda la ruta solos.
El aire sigue soplando fuerte y ya nos queda emprender el regreso hasta el coche, aunque para ello nos tengamos que orillar cada dos por tres para dejar pasar a las decenas de coches que van hacia arriba en busca de las barrancas. Con lo bien que se va andando a los sitios....
Cuando llegamos al aparcamiento nos quedamos alucinados de ver los cientos de coches que allí hay. Casi igual que unas horas antes donde el único coche que allí había era el nuestro.
Tardamos un rato en abandonar el lugar puesto que son mas los coches que entran que los que dejan salir.
Nuestro próximo destino es el pueblo de Torrijos donde tenemos que visitar al hermano de uno de los compañeros. El bar ·El Cubo" es el que regenta, un bar enorme con un trato exquisito por parte de sus camareros, allí aprovechamos para refrescar nuestras gargantas y comisquear algo, como si nos hubiéramos quedado con hambre en el muerdino...
Después de un rato allí decimos emprender el regreso, el cual le hacemos rememorando el día tan magnifico que hemos pasado y dando gracias de haber conocido uno de los lugares mas espectaculares que hemos podido visitar hasta la fecha.
Sin duda que si tenéis oportunidad algún día de ir, no os arrepentiréis.
Gracias Carlos por hacer posible que conociéramos este lugar tan espectacular. Volveremos porque merece mucho la pena.
Nos vemos por las callejas.
La ruta
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