Seguramente que si le hablas
a un extremeño de los famosos “pilones” podrá contarte por lo menos donde se
encuentran. A lo mejor con un poco de suerte, haya tenido la oportunidad de
visitarlos. Y los mas afortunados en los que se encuentra un servidor, ha
tenido la suerte de andarlos de cabo a rabo. Disfrutando de la naturaleza en
estado puro y del agua cristalina que baja de forma cabreada estos días, por la
garganta de los Infiernos.
Siempre hemos preferido
dentro del grupo de amigos que los domingos seguimos saliendo a andar, ir a
hacer esta ruta en tiempo de invierno, entre otras cosas por que en estas
fechas podemos disfrutar de mas terreno que no tenga ocupado el ser humano. Así
es que sin dudarlo ni un minuto, el domingo anterior al acabar la ruta que
hicimos por Garrovillas de Alconetar, decidimos que el siguiente domingo debíamos
de ir sin falta a caminar por el Jerte, y que mejor ruta que la de los Pilones.
Por eso a las siete de la
mañana, siete senderistas nos dimos cita bajo una buena helada caída la noche
anterior y que nos hacia abrigarnos un poco mas de lo que lo veníamos haciendo
hasta la fecha. Y es que la verdad es que el invierno hasta el momento está
siendo piadoso para con nosotros y estamos teniendo una inmensa suerte a la
hora de realizar las rutas.
Con el pan ya comprado solo
nos queda conducir durante una hora y tres cuartos hasta la localidad de Jerte,
donde justo antes de llegar se encuentra el centro de interpretación de la
garganta de los infiernos. En un muy buen aparcamiento dejamos los coches y colgándonos
las mochilas nos pusimos pronto en camino, puesto que la mejor manera de entrar
en calor era esa, caminar un poco ligero para coger temperatura.
Muy pronto el ruido
ensordecedor del agua del río Jerte, nos alertaba de que seria una ruta
preciosa y llena de agua por todos los rincones de la misma. Así mismo y
gracias a la fuerte helada caída, los brotes de agua llegaban en algunos puntos
a congelarse y durante la subida íbamos pisando hielo por las veredas. Una
bonita sensación bajo nuestras botas.
Después de reponer fuerzas la
ruta pasa a ser muy ligera y todo se vuelve cuesta abajo, por lo que el único
peligro que había era resbalar con las placas de hielo que nos encontrábamos a
esas alturas.
Divisar el puente nuevo desde
lo alto es sin duda otra de las joyas de esta ruta que por algunos kilómetros se
une a la famosa ruta de Carlos V, al cual nos imaginamos por aquellas cuestas a
hombros de sus soldados, los cuales quedarían de rey seguramente hasta las
pelotas, dado el camino tan sinuoso que es.
Una vez alcanzado el Puente Nuevo
el camino se vuelve a empinar un par de kilómetros antes de coronar la ultima
cuesta que nos devuelve a la ruta de los Pilones, pero esta vez volvemos por un
camino que sin estar señalizado, sabemos que nos lleva de nuevo al inicio, sin
tener que llegar al pueblo de Jerte, donde es necesario atar a nuestras
mascotas porque los coches pasan bastante a menudo.
Al volver a pasar por el río nos encontramos con algún conocido que también ha realizado la ruta. Ademas de
ellos durante el trayecto, también divisamos a otra excursión bastante numerosa
de senderistas que al igual que nosotros, decidieron dejar la cama y la monotonía de los domingos y echarse al campo, a disfrutar de nuestra amada
tierra, la cual siempre nos regala algo a los que sabemos responderla con el
mismo respeto que todos deberíamos de hacer.
Volveremos, como no volver a
uno de los lugares mas bonitos del planeta.
Nos vemos por las callejas.
Marcos el.centro de interpretacion esta dentro del pueblo jerte???
ResponderEliminarDos kilómetros antes de llegar.
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