Nueve meses después de haber realizado la ultima etapa que hicimos por "nuestro" río Almonte y sabiendo que teníamos que volver, decidimos hacerlo en la mañana de ayer.
Esta aventura que emprendimos tres locos senderistas de recorrer este río, desde las famosas cataratas, hasta su nacimiento, cumplió ayer su tercera etapa. Diseñadas anteriormente por nuestro camarada Carlos, constaba esta en longitud sobre unos trece kilometros y pico. Pero claro, no sabemos con certeza hasta que no te pones a caminar al lado de la orilla del río, lo que te puedes encontrar.
Ayer se nos unieron a dicha aventura dos amigas que no temen al terreno abrupto ni tampoco a las inclemencias meteorológicas, y se atrevieron a caminar junto a nosotros este tramo de río.
Cierto es que ser senderista implica mucho mas que levantarte un domingo y ponerte a caminar. Lo primero es diseñar las rutas. Lo segundo buscarte un amigo que haga de coche escoba y nos recoja en el lugar que le indiquemos, para este fin tenemos a nuestro camarada "Dharta" que desde el primer día que se lo propusimos no puso pega ninguna y hace este trabajo encantado de la vida.
La tercera cuestión de un buen senderista es ser un buen compañero de ruta, dado que algunas rutas ofrecen mas dificultad que otras de las que realizamos y hace falta muchas veces ayudar en algunos desniveles o en alguna alambrada que por desgracia solemos encontrar. Creo que los pocos que seguimos andando asiduamente la jornada dominical hemos entendido estas cuestiones desde el primer día, incluso nadie nos obliga a compartir los gastos de desplazamiento y sin embargo lo hacemos con mucho gusto. !Que menos! Ayer incluso compartimos ropa seca ante el diluvio que nos cayó encima antes de terminar la ruta marcada.
Pero comencemos a describir lo vivido ayer y podemos decir que la jornada se presentaba con una temperatura muy agradable y si, parecía que daban algo de agua, aunque algunos dispositivos decían que seria para la tarde. Como casi siempre nunca aciertan y ayer no iban a romper la media.
Al comenzar la ruta tuvimos que esperar unos diez minutos mientras amanecía, al estar el cielo cubierto la verdad es que se veía muy poco y como no teníamos prisa, pues esperamos a las primeras luces del alba.
Nos sorprendió muy mucho la cantidad de agua que llevaba el río Almonte, dado que no ha llovido prácticamente nada, nos esperábamos una estampa mas veraniega que la que tuvimos la suerte de ver ayer.
Los primeros kilometros de esta etapa son sin duda hasta la fecha los mas llanos y fáciles de andar de todo lo que llevamos. Nos impacto mucho la gran cantidad de charcos de gran tamaño que tiene el río por esta zona y el agua estaba bastante limpia para lo que debía estarlo por culpa del tiempo que hace que no llovía.
Si tenemos que llamar de alguna forma a esta etapa, podíamos nombrarla como la etapa de los molinos, puesto que es el tramo de los tres que llevamos andados, donde mas molinos (derruidos todos), nos hemos encontrado. Tal hecho nos hace hacernos una idea de la cantidad de agua que podía llevar este afluente del Tajo para mover tanta fabrica de moler. Ademas nos hace pensar la cantidad de familias que vivirían alrededor del rio. Tal hecho ayuda a la hora de buscar veredas para andar. Muchas de ellas siguen marcadas de molino a molino, a pesar de los años que debe de hacer que no viven en ellos.
La mañana iba aumentando la temperatura y nosotros aprovechábamos para disfrutar de otro magnifico día. Mirar al cielo y no ver nubes era una paradoja antes de que todo cambiara en un abrir y cerrar de ojos. A la vez que se acabo el terreno llano y comenzamos a trepar por algún que otro acantilado, se levanto un aire de tormenta que en dicho lugar acojonaba un poco mas de la cuenta. Pronto volvimos a ponernos la ropa que nos habíamos quitado con anterioridad y cuando nos quedaban unos tres kilometros para terminar la ruta, comenzó a llover como si no lo hubiera hecho nunca antes. Buscando los trajes de agua a toda prisa comenzamos a caminar peligrosamente por encima de las pizarras mojadas, por lo que era fácil que algún accidente nos pudiera costar a mas de uno. Resbalar, caer, sentarte de culo, son los percances mas fáciles en estas condiciones meteorológicas. Mucha suerte tuvimos de que quedara solo en eso, puesto que este ultimo tramo fue sin duda toda una aventura, al tener que atravesar una especie de selva virgen que se cerraba entre zarzas y otros arboles varios, por lo que unas veces de gatas y otras veces haciendo de "Tarzan", fuimos acortando el camino hasta donde nos esperaba nuestro ángel de la guarda.
Mojados a pesar de los trajes, nos comimos el muerdino debajo del puente nuevo. La verdad que no nos luciò mucho puesto que estábamos muertos de frío al quedarnos parados. Por eso antes de lo normal, decidimos ir a buscar el coche para volver a por los demás compañeros, que pudieron por lo menos hacer una pequeña hoguera y calentarse algo hasta que volvimos en su busca.
Toda una aventura la vivida ayer y una experiencia nueva que añadir a la mochila de rutas, la cual seguimos llenando domingo tras domingo a pesar de que llueva, truene o diluvie, como nos ocurrió en el día de ayer.
Nos vemos por las callejas y muy pronto de nuevo por el Almonte, este río que nos tiene enamorados y al que tanto queremos.
La ruta
Almonte I
Almonte II.
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