lunes, 14 de diciembre de 2015
Capitulo 703: Ruta en Hervàs; La chorrera.
Y otro domingo mas nos volvimos a poner en camino bien tempranito, cuando ni siquiera los gallos de los alrededores, se atreven a lanzar sus primeros cantes al viento. Es verdad que a muchos les da pereza, otros tienen cosas que hacer, pero los de casi todos los domingos mientras podamos, no perdonaremos ni uno solo de los días que en el calendario, vienen en rojo.
Seguimos haciendo rutas por nuestra provincia, conociendo lugares hasta el momento desconocidos para nosotros. Es tal el agrado de todos los que nos animamos las jornadas dominicales, que uno desea la llegada de la siguiente ruta para seguir adquiriendo cultura, ademas de alegrarnos la vista, respirar aire puro y dar un poco de envidia a los que nos leen y ven nuestras fotos.
Ayer tocò volver al pueblo de Hervas, donde ya hicimos una preciosa ruta por su famoso bosque galería. Pero nos quedaba por visitar en dicho pueblo, otra ruta ya consagrada y que goza de muchas visitas, tal es la ruta, que ayer mismo emparejamos con bastantes senderistas. Incluso bastantes niños acompañados de padres, en una excursión masiva. Nos alegra mucho emparejar con senderistas y mas si son pequeños, de esta manera sabemos que la región estará siempre bien custodiada por todos ellos.
Hervas nos cae desde Huertas, a poco mas de una hora y veinte minutos, con la particularidad que tenemos que conducir por tres autovías distintas para llegar.
La mañana amanecía un poco nublada y nuestros teléfonos nos indicaban que podía llover alrededor de la una del medio día, aunque bien es cierto que lejos de caer lluvia alguna, según se fue acercando dicha hora el día estuvo estupendo para practicar senderismo.
La ruta comienza justo en el antiguo e inmenso puente del ferrocarril, donde aprovechamos para presenciar subidos en el, la altura que existe hasta el suelo. Los que sufren vértigos no se atreven a mirar hacia abajo y pronto comenzamos a subir las primeras rampas de la ruta. Esta no es muy larga y en lugar de ser circular como las que solemos hacer, es de ida y vuelta por lo que la primera mitad de la misma, es la mas dura del recorrido.
Los tres primeros kilometros transcurren por una pista hormigonada por donde se anda bastante bien. El otoño en pleno esplendor, nos saluda por todo el camino. Castaños y robles se mezclan para ofrecernos una estampa ya conocida por todos nosotros.
La temperatura empieza a ser mas agradable gracias a las benditas cuestas que en invierno, es el mejor aire acondicionado para todos los caminantes que se atreven a desafiar al tiempo.
Después de los tres primeros kilometros que llevamos, giramos bruscamente por un sendero bastante duro en zigzag, por donde debemos de andar unos tres kilometros y medio hasta llegar a nuestro destino. Alguno de los que vamos caminando se les hace dura la subida y debemos de parar a echar un trago de agua y descansar unos minutos, antes de seguir la ascensión. El lugar parece de película y las escenas que el bosque nos va dejando, nos alegra enormemente, a pesar de la dureza de las rampas.
Llegados a la casa de la luz, la ruta se hace llana por unos cientos de metros y un canal lleno de agua, nos acompaña por unos instantes. Dicho lugar nos recuerda a la ruta que hicimos en Losar y que tanto nos sorprendió. Después de cruzar una garganta nos queda lo ultimo de la ascensión. Las ganas de llegar al lugar nos anima a acelerar los últimos metros y entre risas y buen rollo, llegamos a la "Chorrera".
El lugar es otro de esos sitios que te quitan el hipo, como se dice por estas tierras. Las vistas que allí puedes presenciar dejan todo lo demás para un segundo plano. Con las primeras fotografías y vídeos decidimos comernos el muerdino allí. Que mejor sitio para este fin.
No esta pagado con dinero estos ratos que pasamos los domingos. Compartir y degustar nuestras viandas acompañadas del vino de la tierra es un momento único para rematar nuestras semanas.
Una vez recogido el campamento y después de saludar a varios senderistas que iban llegando también al lugar, decidimos emprender la vuelta tranquilamente, dado que lo que nos quedaba era todo cuesta abajo.
Antes de seguir hacia abajo decidimos visitar las llamadas charcas verdes, que son varios charcos con alguna pequeña catarata entre unos y otros, un lugar precioso donde solo se respira tranquilidad y silencio, tan solo roto por el ruido del agua cristalina de las aguas del río Ambroz.
Y llegamos de vuelta al pueblo no sin antes encontrarnos con un cabrero con el cual tuvimos la suerte de charlar. Curiosamente conocía gente de nuestro pueblo por lo que estuvimos unos minutos compartiendo información. Que pequeño es el mundo algunas veces.
Al llegar de nuevo a Hervas es hora de pasear por sus calles las cuales te envuelven en épocas pasadas. Y para saciar nuestra sed nada mejor que degustar una cervecita en la plaza del pueblo, donde nos relajamos un rato antes de emprender la vuelta a casa.
Y la vuelta como siempre nos la pasamos recordando lo vivido en el día y planeando la siguiente para el próximo domingo, donde volveremos a retomar otra etapa por el río Almonte.
Nos vemos por las callejas.
La ruta.
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