Noto
oscuridad en mi habitación, además tengo un poco de frio. ¿Dolor?, que va, no
siento dolor ninguno, más bien siento pena. Es verdad que sé que esto es el
final, pero me da pena irme. Me da pena a la vez que alegría, poder ver y
sentir a mis hijos, nietos y biznietos jugar en la calle. Pobre de ellos que no
saben nada de muertes. Ojala y no lo sepan hasta que sean bastante mayores.
Se
vuelve a nublar en la calle y el frio se apodera de mí. Intento agarrar las
manos de mis hijos y les miro entre la oscuridad de la habitación. Que años
aquellos, duros como nadie sabe, que trabajo nos costó sacarles adelante. Si no
hubiera sido por mis vecinas, me hubiera sido imposible criarlos. Me voy
sabiendo que les tengo a todos aquí. Eso para una madre, es lo más grande que
le puede pasar.
Tengo
ganas de reunirme con mi marido, hace tanto tiempo que no le veo, que le hecho
mucho de menos. ¿Seguirá fumando? A lo mejor lo ha dejado, aunque me cuesta
trabajo creerme eso. Ahora en cuanto llegue, buscare a mis vecinas y amigas y
rezaré con ellas el rosario, cuanto las echo de menos también. Aunque si siguen
estos nublados, a lo mejor lo que tendremos que hacer será rezar por las
tormentas, como lo hacíamos aquellos años atrás en casa de alguna vecina, que
era la excusa que buscábamos para no estar solas en mitad de una tormenta de
aquellas.
El frio
de momento se está convirtiendo en calor, pero un calor cómodo y soportable. Me
siento bien, no me duele nada, soy feliz. En la calle suenan las campanas,
seguro que por mi alma. Que alegría me dio ver a Don José en mi cabecera, que
gran cura para un gran pueblo, espero que tarde mucho en reunirse con nosotros,
hace mucha falta todavía en la tierra, más que nosotros.
Me
tengo que ir, lloro y no es de dolor, me da pena quedaros atrás, pero es ley de
vida mi marcha. A lo lejos veo a mi marido Agustín, allí esta con el cigarro en
la boca, sabía yo que no lo dejaría.
Adiós
hijos míos, rezar mucho por mí, yo desde donde vaya, también lo haré por
vosotros. Gracias por estar todos aquí despidiéndome, ha sido muy bonito…
Hasta
siempre abuela Magdalena, una gran mujer que sin duda deja huella en su familia
y en el pueblo.
Conmovedor.
ResponderEliminarMis condolencias. D.E.P.