Ayer realizamos la ruta más lejana de todas las que hemos
hecho dentro del grupo de senderismo. Esta ruta la teníamos planeada desde hacía
un par de meses, aunque bien es verdad que alguno, la teníamos en mente desde
hace un año, cuando tuvimos la suerte de conocer el pueblo de Acebo.
Acebo se encuentra situado en plena Sierra de Gata, cuenta
con poco más de seiscientos habitantes y posee dos piscinas naturales, que sin
duda son de lo mejorcito que existe en Extremadura. Justo en una de sus piscinas,
arranca la ruta que realizamos ayer.
A las siete de la mañana, y desde el pilar viejo de Huertas,
partían dos autobuses llenos de gente, con la intención algunos de acompañarnos
en la ruta y otros, con las ganas de disfrutar de las piscinas naturales.
El tiempo estaba fresquito y un cielo nublado amenazaba
lluvia, lluvia que no tardó en aparecer y acompañarnos un trozo de camino, pero
sin mucha importancia. Después de parar a desayunar a la salida de Coria, hemos
continuado el camino hasta Acebo, donde después de acomodarnos en el buen césped
y buscando buenas sombras, que luego no han hecho falta, hemos comenzado la
ruta.
Seguramente que ha sido la ruta con más seguidores
organizada por nosotros. Creo recordar que la hicimos unas treinta y dos
personas, aunque alguno de ellos, la han realizado a su bola. La mayoría hemos
ido juntos, esperando los más veteranos a los que venían por primera vez con
nosotros. Ayudándonos en los sitios más comprometidos de la ruta.
Al empezar la ruta nos salió un poco el sol y parecía que íbamos
a pasar calor, dado que la ruta picaba hacia arriba. Luego hemos podido
comprobar cómo el calor nos daba tregua y la temperatura era la más apropiada
que puede haber para andar.
Al llegar al embalse que recoge el agua que luego consumen
en Acebo y cuatro pueblos más, nos hemos agrupado todos. Los nuevos y menos
acostumbrados tomaban aire y comentaban lo duro que se les había hecho la
subida hasta el embalse. Los demás aprovechábamos para fotografiar el lugar,
que sin duda es único para hacer buenas fotografías.
Una vez que bebimos algo de agua y cogimos aire, hemos
seguido haciendo la ruta, que desde el pantano en adelante, se volvía un poco más
dura si cabe de hacer. Los caminos estaban bien marcados, aunque según te ibas
adentrando en un pequeño bosque. La vereda se notaba menos. Pero como siempre
hacemos cuando salimos de ruta, en los lugares más complicados nos ayudamos
unos a otros, al fin y al cabo esa es la seña de identidad del grupo.
Solidaridad, unión y buen rollo. Creo que los que han venido con nosotros por
vez primera, lo han podido comprobar en sus carnes.
Una vez que hemos alcanzado el final de la ruta, hemos podido
ver con nuestros ojos la joya de la ruta. Un salto de agua de unos sesenta
metros de alto llamado La Cervigona. Un lugar impresionante donde el ruido
ensordecedor del agua cayendo, te transporta a otro mundo. Allí los más
valientes han optado por bañarse en aquel agua fría. Los demás intentábamos con
nuestras cámaras inmortalizar el momento. Después de pasar unos minutos
gratificantes y de muchas risas, hemos vuelto a unirnos a los demás integrantes
del grupo, que habían optado por esperarnos más debajo de la cascada. Allí
hemos aprovechado para comernos el bocata juntos, antes de emprender la vuelta,
que hemos preferido hacer una parte de la misma por otro lugar distinto, aunque
no tan bonito como el de la ida.
El final de la ruta, como la del domingo pasado en Campillo
de Deleitosa, ha tenido el mismo premio, es decir, un buen baño en un agua fría
y tonificante, donde hemos podido relajar los músculos.
Después de pasar el resto del día juntos en la piscina, al
caer la tarde volvíamos al pueblo.
Por los comentarios de la mayoría, creo que pasamos un buen día
que en definitiva, era de lo que se trataba. La ruta fue espectacular, con unos
paisajes impresionantes. Sin duda una de las más bonitas que hemos realizado
hasta la fecha.
Gracias a todos por acompañarnos y disfrutar con nosotros de
un día distinto.
Haremos mas excursiones juntos.
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