De nuevo la desgracia y el terror se ceba con el país. Unos
se apresuran en buscar culpables para de inmediato, darlos a conocer. El
ciudadano de a pie espera nervioso a que les digan quiénes son esos culpables.
Como si de esa manera el dolor, fuera menos dolor.
Lo que está claro es que la mano del hombre siempre está detrás
de cualquier catástrofe. Es muy raro que sea una cosa fortuita, deben de
compaginar muchas cosas para que el hombre sea declarado inocente ante
cualquier desgracia.
En el caso del accidente del tren, unos echaran la culpa al
conductor, otros al sistema de frenado que por lo visto no entró en
funcionamiento, otros a los que hicieron dicha obra, el caso que sean unos o
sean otros, está claro que la mano del hombre ha tenido algo que ver en dicho
accidente.
A partir de ese momento la mano del hombre sigue en
funcionamiento. Por suerte han sido muchas manos las que han estado ayudando en
todo lo que han podido. Desde los vecinos donde se ha producido la tragedia,
que han sido los primeros en llegar al fatídico lugar, hasta los médicos,
bomberos, guardias civiles, policías, camilleros, enfermeros…etc. Todas esas
manos humanas se han afanado en recuperar el máximo de vidas posibles. Muchos
de esos voluntarios, ni si quiera estaban ejerciendo. Unos por encontrarse de
descanso, otros por estar de vacaciones, los más desgraciados, por haber sido
despedidos víctimas de los malditos recortes. A todos por igual les ha dado lo
mismo en esta situación y gracias a ellos seguramente que más de una vida logrará
salvarse.
También estaban las manos de los periodistas, locutores, cámaras
y todas esas profesiones relacionadas con el mundo de la comunicación. Yo me ponía
en la piel de cualquier periodista enviado al lugar de la noticia, seguramente
que vecino de Santiago y pensaba lo mal que lo debía de estar pasando,
intentando informar sin saber si en ese tren, iría algún conocido suyo. Pero su
profesión incluye estas cosas, porque mucho morboso esperaba al otro lado del
cristal, alguna imagen que contuviera sangre, cuanta más sangre mejor. Así esta
gente disfruta viendo estas cosas. Otros sin embargo, optamos por leer las redes
sociales, de esta manera evitábamos ver el mayor número de escenas posibles. No
tenemos necesidad alguna de sentirnos mal viendo estas escenas… o a lo mejor sí.
La mano del hombre aguanta todo lo que le echen, incluso escenas obscenas y
morbosas.
El negocio viene el día después de un accidente tan terrible
como este. Mientras los familiares se mueren en vida esperando alguna información
sobre el paradero de sus seres queridos, otros venden más periódicos que nunca.
Las televisiones hacen su particular agosto y cualquier contertulio vale para
opinar sobre la catástrofe, aunque no haya visto un tren, ni una vía en toda su
vida.
Qué más da, para
salir y decir que la culpa es del maquinista porque en su facebook le han
encontrado una foto, donde marca un cuenta-kilómetros la velocidad de
doscientos kilómetros por hora es suficiente.
Ahora abrirán una investigación, que seguramente durarà más
de un año, lo justo para que dicho tema se nos haya olvidado a los de a pie.
Para decirnos que no está muy claro exactamente quien tuvo la culpa. Mientras
los políticos de turno además de la casa real, van a hacerse la foto al lado de
los familiares y las victimas, sin tener huevos a reconocer que algo de culpa tendrán
ellos también en dicha tragedia.
Lo peor sin duda serán las familias rotas y destrozadas, que
una víspera de Santiago, se vieron involucradas en esta tragedia, que como
todas, se podía haber evitado y que los que mandan, trataran de engañarnos a
todos diciéndonos que ha sido una fatalidad, como quien desoja una margarita y
en el ultimo pétalo, le sale la frase “no me quiere”.
Descansen en paz, todas y cada una de las víctimas de esta
gran tragedia, que por desgracia, hemos tenido que volver a presenciar en pleno
siglo veintiuno.
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