A pesar de
ser propenso a tenerlas bastantes veces, hacía varios años que me había librado
de padecerlas. La última vez fue unas fiestas del Rosario que me tuve que pasar
el último fin de semana metido en la cama, quizás pueda hacer cuatro o cinco
años por lo menos.
Y es que
hasta que uno no está malo, no sabe apreciar la salud por mucho que te cuenten.
Todo empezó el
viernes como el que no quiere la cosa, no me dolía nada, en ningún lugar del
cuerpo, ni garganta, ni músculos, absolutamente nada, era un día cualquiera más.
Después de currar empecé a sentir algo raro en la garganta al tragar, pero yo
lo achaqué al agua fría que habíamos estado bebiendo todo el día para combatir el
calor que hacía, un par de calambucos antes de cenar y para casa. Antes de
acostarme ya me empezó a doler los riñones y me acosté antes de mi hora normal.
El sábado tenía
pensado hacer alguna cosa aquí por casa y me acosté con esa “machaquina” metida
en la cabeza. Creo que eran las tres de la mañana cuando me desperté arrecio de
frio y con un dolor de garganta impresionante, era tal el dolor que no podía tragar
ni agua para tomarme el antibiótico, busque el termómetro para ver la fiebre
que tenia, aunque más o menos sabia que debía de ser bastante, me le puse y así
era, 38 y medio. Que malo se tiene que poner uno pa morirse, es lo único que
pienso cuando estoy jodido. Empezaron las pesadillas de la fiebre, veía fichas
de algún puzle por toda la casa y yo tenía que ir montando dicho puzle, pero no
podía, según me acercaba a por las fichas, desaparecían o se retiraban de mi alcance.
Sudar y sudar, de pronto, frio, mucho frio, tiritar y venga a tiritar, las
cuatro, las cinco, las seis, todas las horas del reloj fueron pasando delante
de mis ojos y cada vez más malo.
Serian las nueve
de la mañana cuando intenté levantarme un rato de la cama, la espalda me dolía
un montón, fui capaz de beberme un café y tomarme más medicina para la fiebre y
todo eso y cuando creía que estaba algo mejor, empezó a subirme la fiebre otra
vez, derecho para la cama otra vez. Dormía un rato, otro rato me despertaba y ponía
la televisión del dormitorio, no me gustaba nada de lo que había, de pronto
frio, al rato sudando pero a la vez muerto de frio, que sensación más rara.
Sin poder
comer nada estuve todo el sábado (menos mal que uno tiene reservas), era
imposible tragar algo que no fuera liquido. Viendo la tele aguanté hasta las
doce o así que me acosté con algo de fiebre todavía, la noche la pase medio
tranquilo y sin apenas fiebre. Hoy domingo cuando creía que estaba mucho mejor
sin fiebre ni nada, acabo de ponerme el termómetro justo cuando estoy
escribiendo esto, y vuelvo a tener 37 y medio, que mal rollo.
En cuanto me
ponga bueno, pienso disfrutar del día a día siempre, porque estas cosas que nos
pasan son para darnos cuenta de lo bonito que es vivir sin ningún dolor ni sin ningún
tipo de malestar.
Por eso
desde aquí quiero invitaros a que hagáis lo mismo, disfrutar de la vida
mientras podáis, que cuando vienen los males se está muy jodido.
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