Aunque no es
la respuesta de todos los que hemos podido estar el fin de semana pasado en
dicho mercado, si ha sido el de la mayoría de asistentes. Teniendo la Ciudad
Monumental que tenemos, no cabe en cabeza humana lo mal aprovechada que está.
Al subir
hacia donde estaba situado, emparejé con gente de Trujillo y gente de fuera de
la ciudad, como os podéis imaginar los primeros que empezaron a protestar por
la nueva situación del mismo, fueron los habitantes autóctonos, ni siquiera se
podía decir que eran personas mayores que les costara subir las preciosas
cuestas que poseemos, al contrario, eran la mayoría gente joven con buenas
piernas para andar y que sin embargo protestaban por lo lejos que habían
instalado el mercado. Los forasteros que subían a nuestro lado sin embargo,
empezaron desde el principio de dichas cuestas a disfrutar de las maravillosas
vistas que poseemos en cualquier rincón de la zona antigua y a duras penas
podía entenderles como lanzaban piropos a lo que iban viendo cada pocos metros,
las cámaras de fotos echaban humo y mientras mis paisanos, a la vez que esas
cámaras disparaban fotos, ellos disparaban quejidos, resoplidos, incluso algún
insulto a las autoridades: “Con lo bien que estaba esto en la plaza”, era la
frase más repetida, por parte de los locales.
Al llegar a
la zona del antiguo Hospital de San Julián, yo, que me gusta quedarme siempre
con la gente que va a los sitios a disfrutar de lo que nos ofrecen, no quitaba
los ojos a nuestros visitantes forasteros. Ellos al ver las primeras “jaimas”
allí instaladas, se les iluminaron las caras como si un rayo de luz les hubiera
tiznado por completo. Al mismo tiempo mis queridos paisanos casi sin aliento
después de subir aquellas cuestas, empezaban con el ritual al que están
acostumbrados muchos habitantes de esta Ciudad: “Vaya mierda de mercado, si no
hay casi nada”, “Para traer esto mejor que no hagan nada”. “Otra vez el hombre
de los pájaros, siempre vienen los mismos”……..
A mí cada
vez me costaba más trabajo el guardarme mi opinión, pero como últimamente estoy
aprendiendo a contestar con la pluma, pues eso hice, callarme, seguir con mis
amigos los forasteros viendo el mercado, disfrutando de cada pequeño detalle,
atendiendo a las explicaciones que cada maestro daba sobre sus obras, comprando
algún detalle o algún recuerdo para que ellos puedan comer de su trabajo y
sobre todo volviendo mi mente en el tiempo. Puedo decir que en el trayecto de
la Alberca a la Plazuela de los Moritos, donde estaba el campamento base, por
la calle Garguera arriba, esa calle que muchos Trujillanos han descubierto este
fin de semana, aunque no os lo queráis creer.
Pensé por un momento que vivíamos
en la edad media. Lo bueno es que mis compañeros de recorrido creo que hicieron
lo mismo y justo al llegar a la Plazuela de los moritos y ver lo que allí
había, ellos que no habían llegado a dirigirme la palabra desde que
emprendiéramos la visita al mercado juntos, casi sin querer, me dedicaron una sonrisa
como queriéndome dar las gracias por lo que estaban viendo, a pesar de que yo
no había movido un dedo porque este mercado se haya realizado. Lo que sí es
cierto que desde un principio siempre he apostado porque se celebre en la zona
antigua, porque no hay mejor sitio para hacerlo y si los autóctonos prolijos y
“ganduletes” para andar se les hace que está muy lejos de donde tienen
aparcados los coches y van a ir solo a poner pegas y malas caras a los
visitantes, es mejor que se queden en sus casas viendo el futbol con las
banderas en sus balcones, que es mucho más descansado aunque no más sano. Y los
demás visitantes que creemos que ha sido un acierto su ubicación, al año que
viene repetiremos, intentaremos vestirnos para la ocasión, porque estas cosas
no las hacen las autoridades, estas cosas las hacen los habitantes de los
pueblos unidos que quieren el bien común, y esto es el principio de lo que
tiene que ser la zona antigua de Trujillo.
Así, si.
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