Y el de mayo, junio, julio, agosto, septiembre y “OCTUBRE”, si, ese mes que a poca gente le importa pero que un Huerteño lo tiene subrayado en el calendario de su cocina, desde que en enero se le dieron.
Ayer hablando con un lector asiduo del blog, sacamos el tema de la “mili” o servicio militar, como queráis llamarlo, recordamos como nos “quitaron” un año de nuestras vidas y este amigo me decía que él se lo recordaba mucho a sus hijos, que no sabían la suerte que tenían de no tener que perder el tiempo y el dinero en un sitio así.
Recordábamos la pasta gansa que nos dejamos cada uno en su cuartel, dinero que nuestras madres nos iban guardando desde que empezamos a trabajar, porque el que mas y el que menos, con catorce años ya estaba dándole al curro. Desde los catorce, hasta los dieciocho o diecinueve años que nos llamaban a filas, cada una de nuestras madres nos había apartado sabiamente el dinero que luego nos tendríamos que gastar en aquellos lugares que estaban destinados a hacernos perder un año de nuestras vidas, si echas cuentas del dinero que nos gastamos, mas el dinero que dejamos de ganar ese año trabajando, salen unas pocas de “pesetas”.
Ahora que está de moda el recuperar la memoria histórica, porque no podemos recuperar cada uno nuestro año robado y nuestro dinero robado??
¿Cuánta pasta nos debería de corresponder a cada uno de los que fuimos sacados obligatoriamente de nuestras casas y nuestros trabajos?
¿Cuánto dinero vale el perderte un año las fiestas de tu Pueblo, porque a unos señores se les meta en la cabeza el enseñarte a pegar tiros y “barrigazos”?
¿Cuánto militar perdió la cabeza y a la postre su vida por ser obligado a ir a un sitio que nunca debería de haber existido? ¿Y sus familias? Alguien les dio alguna compensación económica después de mandarte de vuelta a tu hijo, hecho polvo de la cabeza por probar todo tipo de drogas, las cuales era raro el mando que no traficaba con ellas?, os lo digo yo, nada de nada, aparte, cuanto puede valer la vida de una persona??, mejor no saberlo o si?? Vaya dilema.
El caso que gracias al servicio militar, yo me perdí el único año de las fiestas en el que no he estado. El primer fin de semana de las fiestas, estaba haciendo guardias en el cuartel. En aquellas garitas en las que más de un soldado se había quitado la vida, al no soportar aquella presión de estar solo en noches cerradas, quizás porque nunca antes, había salido solo de casa y menos aun, a sitios que estaban a una distancia exagerada de su hogar.
Recuerdo el viernes de la tuna, como me pase la guardia cantando canciones suyas, a pesar de que estaba prohibido el no estar pendiente de tu cometido, no me podía contener las ganas de cantar, cuando escuchaba los pasos de la patrulla que se daba una vuelta por cada una de las garitas de vez en cuando, me callaba y no los daba conversación ninguna, deseaba que siguieran caminando hasta la siguiente garita y que me dejaran allí solo con mis canciones.
Encima aquel año las damas y las reinas eran de mi “pandilla” y mis amigos ya licenciados y otros de permiso, estarían acompañando a cada una de ellas en sus casas, “jartos” de comer y de beber, y yo, allí seguía cantando: “Pan, pan, pan, pandereta, vi, vi, vi, violines, chica, chica, chica estudiantina, estudiantina de mi corazón!!!!!!” de vez en cuando se me caía alguna lagrimilla por la mejilla, a pesar de que me juré a mí mismo, que aquello no podría conmigo, que tendría más años para celebrar y vivir las fiestas, me era imposible el no pensar en ello.
Con la esperanza de poder ir el segundo fin de semana, el sábado y domingo, “Doblé” la guardia, a pesar de estar prohibido, era normal el comprar y vender guardias o solamente cambiárselas a alguien, solo tenias que aprenderte el nombre y los apellidos de quien te vendía su guardia y decir “presente” al oírlo.
Así llegó el lunes rápidamente, casi sin haber dormido por culpa de las guardias, hasta el jueves no salían las listas de quien les tocaba hacer guardia el fin de semana, estaba convencido de que no me tocaría hacer ninguna y si no era así, me guardaba un as en la manga que eran los amigos a los cuales los había hecho su guardia el fin de semana anterior.
Pero estaba equivocado, no en las guardias, por que al ver las listas, mi nombre no salía por ningún lado, empecé a preparar el “petate”, hasta que el compañero de “camareta” me dijo que si había leído las listas de los que tenían que ir de maniobras a Zaragoza, me recorrió un escalofrío por todo el cuerpo al oír a mi compañero aquellas palabras, no puede ser, me iba diciendo a mi mismo camino de el tablón de anuncios, yo no puedo ir a Zaragoza, somos muchos, seguro que yo no estoy en la lista, aquella frase la repetía una y otra vez, “!!no puede ser!!!, no puede ser!!!!
Pues si pudo ser, el viernes por la mañana bien tempranito, un servidor se montaba en el tren camino de Zaragoza, la “salve” ese año, la canté en tierras mañas, dando “barrigazos” y tragando polvo.
El fin de semana posterior a las fiestas, me dieron libre, siempre me acordaré de ese olor a “meados” al pasar por la plaza recién desmontada, a ese olor a alcohol vertido en el suelo y una cosa muy clara, nunca vengáis a Huertas de Animas, el fin de semana posterior a sus fiestas, es una ciudad fantasma.
Me despido diciendo el titulo del post, ¿Quién me ha robado el mes de abril y quien nos lo tiene que pagar??
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