sábado, 30 de abril de 2011

Capitulo 112: Incendio en el pajar.


Volviendo a recordar los años de infancia, no podía dejar escapar la historia esta que les sucedió a mis amigos, yo por suerte ese día, estaba castigado por alguna otra "trasta" que había hecho días antes.

Aquel pajar era uno de los sitios donde mas acampabamos cuando salíamos al campo, estaba relativamente cerca y un poco escondido del paso de ninguna calleja, por lo cual nos sentíamos resguardados de la gente.

El dueño de aquel pajar, ya fallecido, tenia muy mal carácter, con nosotros siempre se llevaba muy mal, por que aunque no fuéramos nosotros los que le liábamos alguna, el, siempre acudía a nuestros padres a pedirles explicaciones, tenia muy mala ostia y siempre estaba cabreado.
Aquel día volvieron a acampar por aquella zona, era los tiempos de robar cartuchos a nuestros padres, vaciarlos la pólvora y quemarla y luego con una piedra explotar el mixto, siempre buscando el peligro, jejjeje.
Pues ese día debieron de hacer algo de eso, por que cuando el dueño del pajar vino a mi casa a decirle a mi padre, que yo le había prendido fuego al pajar suyo, venia con un cartucho lleno en la mano y una caja de cerillas, la prueba del delito, decía aquel hombre a mi padre con un cabreo encima, que daba miedo escucharle.
Luego según me contaron mis amigos, la historia se les fue de las manos, empezaron a quemar la pólvora, luego un poco de paja para ver como ardía y al final, salio ardiendo el pajar, ellos se asustaron y en vez de apagar el pequeño fuego que se produjo al principio, salieron corriendo que se las pelaban para que nadie les viera por allí cerca y pudiera culparles de aquel incendio.

Nos tiramos mucho tiempo sin pasar por allí, pero recuerdo que desde lejos veíamos como había quedado el pajar, la puerta estaba quemada completamente y las alpacas que tenia dentro, salieron ardiendo casi todas, le salvo el humo que se veía desde muy lejos y fue lo que llamó la atención a los vecinos de cercas, que le pudieron apagar antes de que saliera ardiendo todo el tejado.

Mi padre le decía al dueño, que no, que mi hijo no puede haber sido, que lleva toda la tarde aquí haciendo tareas, por que esta castigado, el no se ha movido de casa en todo el día, yo, desde dentro, afinaba el oído para poder escuchar la conversación aquella, mi padre defendiéndome de las acusaciones de aquel enfurecido hombre, que soltaba sapos y culebras por aquella boca, me sentía bien, no era normal que mi padre me defendiera, por aquellos años primero tenia la razón la gente mayor, aunque no la tuviera, y después nos escuchaban a nosotros, aunque ya te daba igual, por que las ostias te las habías llevado.

Así que aquel día me libre por los pelos de algo que de no estar castigado, hubiera realizado seguramente junto con mis amigos, los cuales me contaron al cabo de bastantes días. lo que pasó en aquel pajar y que fue justo lo que os he contado, las cerillas en las manos de los niños, nunca fueron seguras.

Os dejo las fotos que hice estos tiempos atrás de aquel pajar y que me volvieron a llevar muchos años atrás en el tiempo, como podéis ver, esta casi derrumbado como casi todos los que tenemos por las fincas y que debería de ser una obligaciòn el tenerlos arreglados, como patrimonio antiguo que son.



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