Dicen los asiduos a las excursiones que realiza nuestra amiga Paqui de viajes estivalia, que un par de semanas antes de la fecha indicada van imaginando todos las aventuras y desventuras que les acarreará dicho viaje. Y es que son tantos los que llevan en sus espaldas que lo mejor para todos es que en cada viaje se pueda recordar algo. A parte de ser una vivencia nueva les sirve como experiencia para si volviera haber una segunda aventura igual, saber cómo actuar.
Como ya tengo dicho en mas entradas de mi blog el grupo que
solemos acudir a estas excursiones solemos ser los mismos, pueden variar
siempre algunos, pero el grueso del pelotón nos conocemos desde hace tiempo,
por lo que la convivencia durante el fin de semana es mucho más amena que si no
nos hubiéramos visto nunca. Así mismo intentamos que los nuevos se integren
rápido y disfruten más que nosotros si es necesario para que vuelvan a repetir
en nuevas excursiones.
La que hicimos el pasado fin de semana estaba prevista que
discurriera por tierras asturianas, siempre solemos organizar una ruta
senderista que al fin y al cabo es por lo que empezamos a salir en estas
excursiones, así que debemos seguir la tradición y seguir caminando por todos
los rincones que vamos conociendo cada año.
Sobre las doce y media de la noche arrancaba el autobús que
iba a ser nuestro hogar durante casi todo el fin de semana. Con casi setenta
personas pasaron a por nosotros un cuarto de hora después y todos acomodados emprendimos el viaje no sin antes saludarnos unos a otros y observar e intentar conocer a los nuevos que se animaban por primera vez a acompañarnos. Este viaje hemos echado de menos a tres compañeros siempre fieles que por motivos familiares no pudieron acompañarnos, una pena porque nos acordamos mucho de ellos.
Cuando sabes que el viaje es tan largo uno debe tomarse el tiempo con filosofía y si eres de los míos, que no somos capaces de echar si quiera una cabezadita pues hacemos lo posible para matar el tiempo hablando con los compañeros de asiento,con el móvil, con la radio o que se yo, el caso es recortar minutos al reloj. Lo bueno de haber realizado tantos viajes es que uno tiene anécdotas de cada uno de ellos y con los compañeros de autobús los vamos recordando e intentando imaginar cual será la aventura siguiente.
Una parada al cabo de tres horas de viaje, estirar piernas, beber o comer algo y de vuelta a tu asiento, pensando que sería un lujo hacer lo mismo que el de dos asientos mas adelante y roncar igual que hace él. Emparejar con hinchas de tu equipo que van a Bilbao a ver el partido me ayuda a recortar el tiempo de parada, me alegra ver amigos que hace tiempo que no veo e intercambiamos impresiones de nuestro club.
El tiempo que nos va a hacer durante todo el fin de semana no parece ser que sea bueno y hay previsto lluvia y nieve, aunque a nosotros no nos para nada y bromeamos con ello. Una segunda parada para desayunar y esperar que el amanecer nos deje ver algo de paisaje, aunque sea lluvia. Fue rápida la forma en que la nieve nos sorprendió a la salida de un túnel y el que mas y el que menos se asustó al ver la cantidad que caía. Fue poco rato hasta que abandonamos el puerto y nos adentramos en Asturias donde fuimos en busca del lugar donde comenzaba la ruta de las "Xanas".
El guía nos espera en el lugar y contesta a los viajeros a sus preguntas a cuanta de la ruta, que si es larga, que si es dura, que cuantos kilómetros son, etc. Algunos se piensan hacer la ruta y otros la mayoría, buscamos las mochilas, los trajes de agua y los paraguas y nos encaminamos a devorar otra ruta nueva. El guia bromea con la gente y les dice que no es muy dura sin avisar de que con lluvia la ruta es el doble de dificil y algo peligrosa, así que una vez que estas en el camino lo mejor es disfrutar todo lo que uno pueda, como dice mi amiga Nieves, la compañera de viaje mas valiente y divertida que uno se pueda echar al lado, venir hasta aquí e irme sin hacer la ruta no me lo puedo permitir, así que a mi paso y con mis compañeras al lado iremos caminando poco a poco.
La ruta es preciosa y hay tramos que si se parece un poco a la famosa ruta del Cares que realizamos dos años antes y que recordamos según vamos andando. Aquel día pasamos calor y en esta otra el agua no nos abandona en todo el recorrido. Debemos ir muy pendientes del suelo, cualquier resbalón puede costarnos un disgusto y aunque andemos mas despacio es preferible llegar sanos y salvos.
En la mitad del camino llegamos a uno de los pueblos que esta ruta atraviesa y es el único momento donde la lluvia nos da una tregua y nos deja comernos el famoso muerdino. Se agradece que por lo menos este momento podamos disfrutar todos juntos sin mojarnos.
Al lado del guía repasamos lo que queda de ruta y algunos protestan al saber que van a hacer mas kilómetros de los que les habían dicho, aunque la protesta no les sirva de nada y lo mejor es ante la vuelta de la lluvia, colgarnos de nuevo la mochila y seguir caminando. El color verde predomina en todas las laderas y las casas de los concejos cercanos ayudan a ver un paisaje único y típico de Asturias.
Terminar una ruta de estas es sin duda un logro para cualquier senderista que orgulloso celebra ver de nuevo el autobús, aunque sea con las ropas empapadas y las secuelas de algún percance nada serio.
En el autobús no nos da tiempo a entrar en calor y pronto nos estamos bajando en Oviedo, justo en la puerta del hotel nos quedan y una vez con las llaves de las habitaciones buscamos donde dejar cada uno su equipaje y veinte minutos después estamos llamados a sentarnos en la mesa a comer. El tiempo justo para una buena y calentita ducha que nos relaje y ponernos ropa seca.
En la comida lo pasamos bien contando nuestras peripecias en la ruta puesto que cada uno tiene alguna anécdota que contarnos mientras los demás escuchamos atentos e intercambiamos vivencias. Orgullosos de poderla terminar terminamos de comer y unos deciden ir a conocer la ciudad y otros decidimos descansar un rato y dormir algo para por la noche aguantar un rato más por Oviedo. La lluvia sigue acompañándonos y los paraguas son imposibles de olvidar en ningún lado que uno entre, puesto que al salir sigue lloviendo con las mismas ganas.
La cena es a las nueve y allí nos volvemos a ver todos o casi todos, puesto que algunos deciden cenar por alguna de las muchas sidrerías que hay al lado de donde nos hospedamos.
Buscamos algún lugar donde pongan buena música y se pueda beber algo que no sea solamente sidra, y lo encontramos muy cerca del mismo hotel, Oviedo es una ciudad con mucho ambiente y eso anima a mezclarse con los habitantes e intentar disfrutar de la noche asturiana.
Aunque da pena irse a la cama el cansancio se apodera de nuestros cuerpos y como nos espera otra jornada de turismo el día siguiente decidimos irnos al hotel.
Levantarse con el mismo aspecto en el cielo y lloviendo con las mismas ganas pocas veces lo vemos en nuestra Extremadura, así que lo mejor es disfrutar de estos cielos y bajar a desayunar, y antes de volver a montarnos en el bús salir a conocer algo más de la ciudad mas limpia y cuidada que he visitado hasta la fecha. Da un poco de envidia sana no poder presumir de vivir en un lugar que esté igual que esta ciudad y esa conversación llevamos justo al montarnos de nuevo en el autocar para ir hasta la preciosa localidad de Cudillero, donde pasaremos el domingo hasta que nos volvamos para el pueblo.
El paisaje es precioso y nos sorprende la cantidad de fábricas que hay por la zona justo antes de llegar al lugar donde nos dejan los conductores. El puerto es el único lugar para este tipo de vehículos puesto que luego no pueden circular. Seguimos sin soltar los paraguas y por momentos la lluvia aprieta más que el día anterior. Ante tal situación decidimos entrar en algún bar a tomar algo y así pasar la mañana hasta que decidamos donde comer.
Tenemos suerte de dar sin querer con un pequeño bar de los de pueblo, especie de taberna que siempre hubo por mi tierra y donde nos mezclamos con los clientes locales, con los que siempre me gusta hablar. Una conversación muy amena mientras degustamos alguna cerveza. Que si no conocen Extremadura, que si alguno de ellos lo tiene pendiente, que si otro conoce alguien de por allí y nos aconsejan que visitar en el pueblo o en los que hay alrededor, a lo que les comento que a las cuatro de la tarde nos volvemos para la vieja y lejana Extremadura. Nos comentan que seguro que tendremos nieve en el camino puesto que la televisión informa de que en el puerto de "Pajares"hay problemas.
Casa Mari se llama este lugar y puedo decir que si vais por allí es de los mejores lugares que existen para comer. Un trato exquisito y rapidez en el servicio a parte de aconsejar divinamente que comer o que beber. Allí emparejamos varios compañeros de viaje que también habían preguntado por el lugar para comer. Entre risas, cachopos y pescados pasamos el rato y mirando de reojo el reloj para no llegar tarde, ( una cosa importante en estos viajes, respetar las horas acordadas) nos tomamos el café y nos despedimos de los lugareños poniendo rumbo al puerto donde nos espera el autobús.
Colocar las compras de ultima hora y tomar asiento esperando que a televisión se confunda y no sea tanta la nieve que nos espera.
Un par de horas después estábamos parados por culpa de la fuerte nevada que caía y viendo trabajar a las quita nieves que nos dejen pasar. Una hora y media allí parados agobian un poco puesto que te hacen cambiar los planes del día siguiente quien pueda hacerlo, otros pensamos en lo poco que vamos a dormir y descansar. El paisaje es precioso si no fuera por lo peligroso de la nieve y cuando el autobús se pone de nuevo en movimiento los aplausos entre los viajeros no tardan en llegar.
Hay ganas parar un rato para evacuar las vejigas y ese rato lo pasamos bien con algunos mensajes de móviles que compartimos con todo el bús. Es aquí cuando nos enteramos de que el puerto había sido cerrado una hora después de pasar nosotros, por lo que suspiramos de haber tenido suerte de poder pasar.
Seguimos el camino echando la cuenta de la hora que llegaremos y lo poco que vamos a dormir pero en el fondo vamos contentos de haber vivido otra aventura en un solo fin de semana que aunque parezcan cortos si los planeas bien pueden dar mucho de si, en eso es experta nuestra amiga Paqui que se desvive por organizar cada vez mejor las rutas para los que nos atrevamos a montar en ese autobús, disfrutemos de nuevos sitios y conozcamos nuevos lugares.
Un placer haber compartido viaje con todos vosotros y nos vemos de nuevo en el siguiente, donde seguramente que disfrutaremos de aventuras nuevas.
Nos vemos por las callejas.
P.D: Que difícil es hacer fotos lloviendo....
Cuando sabes que el viaje es tan largo uno debe tomarse el tiempo con filosofía y si eres de los míos, que no somos capaces de echar si quiera una cabezadita pues hacemos lo posible para matar el tiempo hablando con los compañeros de asiento,con el móvil, con la radio o que se yo, el caso es recortar minutos al reloj. Lo bueno de haber realizado tantos viajes es que uno tiene anécdotas de cada uno de ellos y con los compañeros de autobús los vamos recordando e intentando imaginar cual será la aventura siguiente.
Una parada al cabo de tres horas de viaje, estirar piernas, beber o comer algo y de vuelta a tu asiento, pensando que sería un lujo hacer lo mismo que el de dos asientos mas adelante y roncar igual que hace él. Emparejar con hinchas de tu equipo que van a Bilbao a ver el partido me ayuda a recortar el tiempo de parada, me alegra ver amigos que hace tiempo que no veo e intercambiamos impresiones de nuestro club.
El tiempo que nos va a hacer durante todo el fin de semana no parece ser que sea bueno y hay previsto lluvia y nieve, aunque a nosotros no nos para nada y bromeamos con ello. Una segunda parada para desayunar y esperar que el amanecer nos deje ver algo de paisaje, aunque sea lluvia. Fue rápida la forma en que la nieve nos sorprendió a la salida de un túnel y el que mas y el que menos se asustó al ver la cantidad que caía. Fue poco rato hasta que abandonamos el puerto y nos adentramos en Asturias donde fuimos en busca del lugar donde comenzaba la ruta de las "Xanas".
El guía nos espera en el lugar y contesta a los viajeros a sus preguntas a cuanta de la ruta, que si es larga, que si es dura, que cuantos kilómetros son, etc. Algunos se piensan hacer la ruta y otros la mayoría, buscamos las mochilas, los trajes de agua y los paraguas y nos encaminamos a devorar otra ruta nueva. El guia bromea con la gente y les dice que no es muy dura sin avisar de que con lluvia la ruta es el doble de dificil y algo peligrosa, así que una vez que estas en el camino lo mejor es disfrutar todo lo que uno pueda, como dice mi amiga Nieves, la compañera de viaje mas valiente y divertida que uno se pueda echar al lado, venir hasta aquí e irme sin hacer la ruta no me lo puedo permitir, así que a mi paso y con mis compañeras al lado iremos caminando poco a poco.
La ruta es preciosa y hay tramos que si se parece un poco a la famosa ruta del Cares que realizamos dos años antes y que recordamos según vamos andando. Aquel día pasamos calor y en esta otra el agua no nos abandona en todo el recorrido. Debemos ir muy pendientes del suelo, cualquier resbalón puede costarnos un disgusto y aunque andemos mas despacio es preferible llegar sanos y salvos.
En la mitad del camino llegamos a uno de los pueblos que esta ruta atraviesa y es el único momento donde la lluvia nos da una tregua y nos deja comernos el famoso muerdino. Se agradece que por lo menos este momento podamos disfrutar todos juntos sin mojarnos.
Al lado del guía repasamos lo que queda de ruta y algunos protestan al saber que van a hacer mas kilómetros de los que les habían dicho, aunque la protesta no les sirva de nada y lo mejor es ante la vuelta de la lluvia, colgarnos de nuevo la mochila y seguir caminando. El color verde predomina en todas las laderas y las casas de los concejos cercanos ayudan a ver un paisaje único y típico de Asturias.
Terminar una ruta de estas es sin duda un logro para cualquier senderista que orgulloso celebra ver de nuevo el autobús, aunque sea con las ropas empapadas y las secuelas de algún percance nada serio.
En el autobús no nos da tiempo a entrar en calor y pronto nos estamos bajando en Oviedo, justo en la puerta del hotel nos quedan y una vez con las llaves de las habitaciones buscamos donde dejar cada uno su equipaje y veinte minutos después estamos llamados a sentarnos en la mesa a comer. El tiempo justo para una buena y calentita ducha que nos relaje y ponernos ropa seca.
En la comida lo pasamos bien contando nuestras peripecias en la ruta puesto que cada uno tiene alguna anécdota que contarnos mientras los demás escuchamos atentos e intercambiamos vivencias. Orgullosos de poderla terminar terminamos de comer y unos deciden ir a conocer la ciudad y otros decidimos descansar un rato y dormir algo para por la noche aguantar un rato más por Oviedo. La lluvia sigue acompañándonos y los paraguas son imposibles de olvidar en ningún lado que uno entre, puesto que al salir sigue lloviendo con las mismas ganas.
La cena es a las nueve y allí nos volvemos a ver todos o casi todos, puesto que algunos deciden cenar por alguna de las muchas sidrerías que hay al lado de donde nos hospedamos.
Buscamos algún lugar donde pongan buena música y se pueda beber algo que no sea solamente sidra, y lo encontramos muy cerca del mismo hotel, Oviedo es una ciudad con mucho ambiente y eso anima a mezclarse con los habitantes e intentar disfrutar de la noche asturiana.
Aunque da pena irse a la cama el cansancio se apodera de nuestros cuerpos y como nos espera otra jornada de turismo el día siguiente decidimos irnos al hotel.
Levantarse con el mismo aspecto en el cielo y lloviendo con las mismas ganas pocas veces lo vemos en nuestra Extremadura, así que lo mejor es disfrutar de estos cielos y bajar a desayunar, y antes de volver a montarnos en el bús salir a conocer algo más de la ciudad mas limpia y cuidada que he visitado hasta la fecha. Da un poco de envidia sana no poder presumir de vivir en un lugar que esté igual que esta ciudad y esa conversación llevamos justo al montarnos de nuevo en el autocar para ir hasta la preciosa localidad de Cudillero, donde pasaremos el domingo hasta que nos volvamos para el pueblo.
El paisaje es precioso y nos sorprende la cantidad de fábricas que hay por la zona justo antes de llegar al lugar donde nos dejan los conductores. El puerto es el único lugar para este tipo de vehículos puesto que luego no pueden circular. Seguimos sin soltar los paraguas y por momentos la lluvia aprieta más que el día anterior. Ante tal situación decidimos entrar en algún bar a tomar algo y así pasar la mañana hasta que decidamos donde comer.
Tenemos suerte de dar sin querer con un pequeño bar de los de pueblo, especie de taberna que siempre hubo por mi tierra y donde nos mezclamos con los clientes locales, con los que siempre me gusta hablar. Una conversación muy amena mientras degustamos alguna cerveza. Que si no conocen Extremadura, que si alguno de ellos lo tiene pendiente, que si otro conoce alguien de por allí y nos aconsejan que visitar en el pueblo o en los que hay alrededor, a lo que les comento que a las cuatro de la tarde nos volvemos para la vieja y lejana Extremadura. Nos comentan que seguro que tendremos nieve en el camino puesto que la televisión informa de que en el puerto de "Pajares"hay problemas.
Casa Mari se llama este lugar y puedo decir que si vais por allí es de los mejores lugares que existen para comer. Un trato exquisito y rapidez en el servicio a parte de aconsejar divinamente que comer o que beber. Allí emparejamos varios compañeros de viaje que también habían preguntado por el lugar para comer. Entre risas, cachopos y pescados pasamos el rato y mirando de reojo el reloj para no llegar tarde, ( una cosa importante en estos viajes, respetar las horas acordadas) nos tomamos el café y nos despedimos de los lugareños poniendo rumbo al puerto donde nos espera el autobús.
Colocar las compras de ultima hora y tomar asiento esperando que a televisión se confunda y no sea tanta la nieve que nos espera.
Un par de horas después estábamos parados por culpa de la fuerte nevada que caía y viendo trabajar a las quita nieves que nos dejen pasar. Una hora y media allí parados agobian un poco puesto que te hacen cambiar los planes del día siguiente quien pueda hacerlo, otros pensamos en lo poco que vamos a dormir y descansar. El paisaje es precioso si no fuera por lo peligroso de la nieve y cuando el autobús se pone de nuevo en movimiento los aplausos entre los viajeros no tardan en llegar.
Hay ganas parar un rato para evacuar las vejigas y ese rato lo pasamos bien con algunos mensajes de móviles que compartimos con todo el bús. Es aquí cuando nos enteramos de que el puerto había sido cerrado una hora después de pasar nosotros, por lo que suspiramos de haber tenido suerte de poder pasar.
Seguimos el camino echando la cuenta de la hora que llegaremos y lo poco que vamos a dormir pero en el fondo vamos contentos de haber vivido otra aventura en un solo fin de semana que aunque parezcan cortos si los planeas bien pueden dar mucho de si, en eso es experta nuestra amiga Paqui que se desvive por organizar cada vez mejor las rutas para los que nos atrevamos a montar en ese autobús, disfrutemos de nuevos sitios y conozcamos nuevos lugares.
Un placer haber compartido viaje con todos vosotros y nos vemos de nuevo en el siguiente, donde seguramente que disfrutaremos de aventuras nuevas.
Nos vemos por las callejas.
P.D: Que difícil es hacer fotos lloviendo....
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