miércoles, 11 de abril de 2018

Capitulo 905: Fresnedoso de Ibor- Canal de las Herrerías.



Si pregunto a los seguidores de mi blog por la ruta extremeña que mas piropos he dedicado dentro del mismo, seguro que mas de uno contestaría que una que hemos realizado unas cuantas veces por Campillo de Deleitosa, la cual sin duda consideramos una ruta especial. Si digo que tenía que ser obligatorio que todo senderista de la comunidad hiciera esta ruta no exageraría, puesto que es una ruta espectacular además de bastante fácil de realizar. Son tantas las posibilidades que desprende esta ruta que cada vez que la hacemos tenemos planes de lo que haríamos nosotros si este terreno fuera nuestro. Y es que estamos seguros que si esta ruta cae en otra comunidad seguramente que estaría mucho mas preparada incluso empleando a varios trabajadores en la misma y resucitando el pueblo de Campillo de Deleitosa que le quedan poco mas de 80 habitantes. El cambio que pegaría la zona sería brutal, pero esto por desgracia solo son ilusiones nuestras.



El caso es que hace tiempo decidimos buscar alguna posibilidad de hacer esta ruta por el lado contrario al que estamos acostumbrados a hacer. Cuando el amigo Carlos encontró la posibilidad de ir hasta Fresnedoso de Ibor y desde allí venir andando hasta el Canal y poder volver por otro lado de nuevo hasta Fresnedoso la apuntamos en nuestra agenda para en el momento que nos cuadrara ir a realizarla. Y este momento fue el domingo pasado, cuando a las siete de la mañana quedábamos en la plaza de Huertas para montarnos en el coche y desplazarnos hasta la panadería para comprar pan que luego daríamos cuenta en el posterior muerdino.

Lo mejor que tiene el viajar por los Ibores son sin duda los paisajes que te vas encontrando a lo largo del camino. Una vez que pasas Deleitosa es todo un espectáculo las cadenas montañosas parecidas a los Apalaches que te van saliendo a ambos lados de la carretera, por lo que las rutas por aquella zona, comienzan mientras vas viajando.

El día no pintaba muy bien, la lluvia fina nos acompañó por algunas fases del viaje y dentro del automóvil íbamos deseando que el agua nos diera una tregua para hacer la ruta, dado que la última vez que vinimos nos llovió desde que comenzamos a caminar hasta que volvimos al coche, fue una ruta completa de agua.

Al llegar a Fresnedoso, pueblo que habitan unos 272 habitantes según el ultimo censo, buscamos en el móvil el comienzo de la ruta puesto que la entrada del pueblo nos pareció un poco rara a los tres compañeros. Al llegar a una especie de plaza con un gran pilón en el centro de la misma, el cual estaba pintorreado con nombres y con el lema de "quintos 2.018", fiesta que se celebra en el pueblo a mediados de enero, allá por San Antón. Los vecinos del pueblo son conocidos  por el gentilicio de Usías, el cual no se a que es debido.

La ruta planeada constaba de unos veinte kilómetros, algo mas larga que los catorce de los que consta la ruta de Campillo de Deleitosa. Yo la verdad que no había mirado nada de la misma, lo único que sabia era que compartía con la de Campillo todo el canal de las Herrerías, la joya de esta zona. Por lo que la ruta no podía estar mal si no todo lo contrario, seguro que sería una pasada.



Cuando nos colgamos las mochilas para caminar un vecino del pueblo al vernos pensó que nos habíamos perdido y gentilmente se ofreció a sacarnos del pueblo. Es curioso siendo de tan cerca la pinta de guiris que debemos de llevar cuando vamos de senderismo, que en mas de un pueblo nos han confundido con ellos.
Nos costó un rato dar con el comienzo de la ruta, puesto que la cobertura es mala y las calles no señalaban apenas nada, menos mal que el bueno de Carlos se arma siempre de paciencia y acaba dando con la linea a seguir, aunque bien es cierto que a Javi y a mi nos divierte las veces que debemos de volver por nuestros pasos cuando el móvil hace un típico ruido que ya tenemos memorizado los tres.

La ruta comienza animada, una calleja por la que hay restos de haber bajado agua a tutiplen nos hace poner las orejas tiesas y andar con cuidado de no tener algún accidente que nos condicione toda la ruta. Hace frío y el aire sopla con fuerza, las manos se quedan frías y apetece abrocharte hasta arriba. Pero pronto una buena cuesta nos hace entrar en calor y durante un par de kilómetros o tres no dejamos de subir.

Las vistas de Fresnedoso desde el alto son preciosas y el amanecer acompaña para que podamos fotografiar el momento.
Según caminamos nos vamos haciendo a la idea por donde irá transcurriendo la ruta y por que lado entraremos al canal, las dudas nos abordan y nos hacen opinar de distinta manera, aunque no puedo dejar de reflejar en el blog, que fue lo que yo decía lo que al final sucedió.


El agua sonaba correr bastante cerca y nos imaginamos que la garganta Descuernacabras estaría cerca y pronto nos toparíamos de frente con ella. Pensando que existiría algún puente para cruzar como existe en la otra parte de la ruta, nos llevamos la sorpresa de que dicho arroyo habría que cruzarle a "la pata la llana". No es que apetezca mucho probar el agua fría de la garganta, pero no queda otra que quitarnos las botas y remangarnos los pantalones. Si está fría el agua, y tenemos que tener cuidado puesto que resbalan mucho las piedras que vamos pisando y corremos el peligro de caer y al final mojar las botas. Cuando sales del charco es cuando de verdad duelen los pies



Sin duda que el lugar donde nos calzamos de nuevo las botas es uno de los mas bonitos que nos encontramos en la ruta, una especie de molinos abandonados con unos cuantos de enormes chopos nos hacen pensar que en verano debe de ser un lugar estupendo para pasar el día. Pronto subimos otra cuesta que nos lleva a zona conocida por nosotros, cuando en verano subimos a la cueva de Juan Caldilla y acabamos dándonos un baño en este lugar. De ahí hacia delante ya conocemos todo el terreno hasta que alcanzamos el canal, al cual bajamos por un lugar distinto y algo señalado a simple vista mejor que la ultima que vinimos.


Y comenzar a caminar por el canal es una sensación que a pesar de haberlo hecho tantas veces, no deja de relajarme y enamorarme. Las vistas son siempre espectaculares vayas en la época que vayas aunque creo que sin duda el domingo fue de los mejores días para ir y fotografiar el lugar. El color verde se mezcla con el color piedra del canal y con las nubes que tapaban a trozos el cielo azul.

El muerdino toca justo una vez que pasamos el acueducto, que es sin duda la zona mas espectacular de todo el recorrido. La ultima vez tuvimos que meternos debajo de sus arcos para comer sin mojarnos, pero el domingo tuvimos a esa hora un clima estupendo y nos sentamos donde casi siempre que el tiempo nos deja. Merece la pena echar un rato mas de lo normal, las vistas son tan maravillosas que junto al ruido de la garganta uno se quedaría allí el tiempo que hiciera falta.



Toca seguir canal adelante hasta llegar al final del mismo. Bajar buscando la vereda correcta siempre cuesta, entre que la ruta está poco señalizada, las cabras que por alli acampan y la cantidad de gente que vamos a realizar esta ruta las veredas se multiplican en algunos lados, aunque nosotros pillamos la buena que nos deja justo al lado del puente ganadero que nos cruza hasta la zona de Fresnedoso. Una vez allí todo es nuevo para nosotros, nunca antes habíamos cruzado el puente y solo habíamos visto la zona justo desde en frente.




Subimos una dura rampa hasta que el móvil nos avisa que nos hemos pasado de la ruta diseñada, nos extraña un poco puesto que el camino que llevamos a simple vista parece el correcto, pero la ruta que nos hemos bajado la diseñó un francés residente en la zona y él sabrá mejor que nosotros por donde ir. Este trozo nos agobia un poco a los tres aunque bien es cierto que poco a poco nos estamos acostumbrando a perdernos unos metros y hacer las rutas por donde nos parece, aunque pronto encontramos el lugar por donde debemos de seguir caminando.




Y hace calor a esa hora y los kilómetros van haciendo mella en los pies los cuales notaron para bien el baño que se dieron a primera hora. Callejeamos por la zona hasta llegar a la carretera, aunque pronto debemos de abandonarla para seguir caminando por callejas, las cuales mas de una han sido absorbidas por los dueños de cercas linderas, que como en casi todos los pueblos que visitamos pasa. Una pena que estas cosas no estén mas perseguidas por las autoridades y la gente pueda mangar de esta manera terreno publico sin darse importancia ninguna.





Cuando el móvil marca los veintiún kilómetros hacemos entrada por una calleja al pueblo, el cual solo nos recuerda por donde debemos de ir un arco que han construido nuevo y que da nombre a la calle. Allí en la plaza de la fuente pintorreada echamos un trago de agua mientras estiramos un poco en posiciones de yoga, las cuales nos enseña nuestro amigo Javi que es asiduo a este arte. La verdad que lo hacemos porque en la plaza no hay nadie, si no la verdad que un poco de vergüenza si que me da por lo menos a mi...



Una vez en el coche toca valorar lo vivido y llegamos a la conclusión que no será la ultima vez que haremos esta ruta, la cual nos ha gustado mucho a los tres de siempre, los cuales todos los domingos compartimos coche, muerdino y gastos varios, unas veces uno y otras veces otro, como debe de ser para llegar a ser cómplices de este vicio que tenemos en común.

Nos vemos por las callejas y si no, pues conformaros con leer el blog.

La ruta
















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