martes, 9 de enero de 2018

Capitulo 886: Caminando por la Vera.



No había mejor forma posible para recibir el año nuevo, que hacer una de las rutas que mas nos gusta a los que seguimos saliendo los domingos a caminar. Esta ruta transcurre por la comarca Verata y ya hemos tenido la oportunidad de realizarla varias veces y aun así, cada vez que la hacemos me gusta más.




A las siete de la mañana nos dábamos cita en la plaza de Huertas con un frío mas típico de países del este que no de Extremadura. El frío nos cortaba la cara y el aire fino que soplaba hacía que la sensación de frío fuera aún mayor.
Si ha esto le unes que el día anterior tocó celebrar el día de reyes con familia y amigos hasta altas horas de la noche, no pintaba muy bien la cosa para realizar una ruta algo dura y bastante larga. Pero las ganas de hacer senderismo pudieron sobre todas las demás y cuando sonó el despertador a las seis y poco decidí ponerme en pie, coger la mochila, preparar el muerdino y el trago de vino, llamar a mi fiel compañero y llegar hasta la plaza donde me esperaban.
Cuando nos juntamos los cinco compañeros que habíamos confirmado asistencia, nos montamos en el coche y pusimos rumbo hasta la panadería donde compramos el pan para el muerdino.




La noche era cerrada y el aire se notaba a la hora de conducir. Nos quedaba una hora y pico de viaje que fuimos recortando contándonos nuestras penas y alegrías, después de hacer algún tiempo que no nos juntábamos. De esa forma justo cuando amanecía estábamos aparcando el coche un poco por encima de la famosa garganta de Cuartos, la cual nos sorprendía al comprobar que llevaba mas agua de la que nosotros esperábamos.







Para entrar pronto en calor esta ruta ayuda mucho, puesto que las primeras rampas hacen que te vaya sobrando ropa, o por lo menos te tengas que quitar el gorro de lana. Cuando estábamos en la zona mas alta de la ruta nos empezaron a caer los primeros copos y esto nos cambió la cara. Es bonito caminar bajo la nieve siempre y cuando sea poca, de lo contrario lo mejor es regresar antes de que cuando te quieras dar cuenta no seas capaz de encontrar ningún camino.




A nosotros para inventarnos rutas no nos hace falta que nieve, es raro el día que a pesar de llevarlas descargadas en los móviles, acabamos diseñando otra nueva. Como los copos eran muy finos la nieve no llegó a cuajar a los metros que nosotros estábamos, aunque podíamos ver como en las cimas de alrededor el manto blanco se iba adueñando de todo el paisaje. Lo mejor fue la sensacional temperatura que tuvimos para caminar, casi sin apenas soplar aire se estaba de lujo y a eso de las once y pico cuando alcanzamos el primer objetivo que teníamos en mente, que no era otro que el comienzo del canal, decidimos comernos allí el muerdino.




Que rico está todo cuando tienes la posibilidad de comer en lugares como este, simplemente espectaculares las vistas y el agua por suerte, brotando de los canchos.

Los 4 kilómetros de canal se andan muy cómodo y vamos disfrutando de las vistas ademas del ruido del agua, aunque a veces de la sensación de que uno se marea.
El sitio donde uno ya se queda con la boca abierta es el nacimiento de otra garganta el cual siempre visitamos al pasar por el. Allí aprovechamos para hacer varias fotos y vídeos y seguimos hasta alcanzar el final del canal, donde recordamos a los demás el baño que nos pegamos tres de los senderistas que subimos el verano pasado.





Toca buscar la senda de regreso que siempre nos cuesta un poco dada la cantidad de maleza que existe, aunque esta vez y sin que sirva de precedente, encontramos a la primera y muy pronto. Dirección el molino o mini central que allí existía uno no se pierde y eso hacemos para el regreso. Sin duda que es el tramo de la ruta que mas me gusta. Caminar al lado de la garganta de Cuartos es espectacular y mas aun cuando el caudal es cuantioso. Poco a poco vamos descontando pasos, cruzando pequeños regatos que nos hacen buscar piedras donde salvar los pies secos.






Y así llegamos hasta el camino mas ancho de todos los que tenemos que andar y que nos lleva de nuevo al coche. Veintiséis kilómetros después vamos bien suaves y con ganas de echar un trago de agua antes de montarnos en el coche y poner camino de regreso a casa, con la sensación de haber disfrutado de un día espectacular con buena gente.


Nos vemos por las callejas.










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