lunes, 12 de diciembre de 2016

Capitulo 788: Un paseo por el Parque Natural de Cornalvo.




Otro de los lugares mas renombrados que nos quedaban por conocer a varios de nosotros, era el parque natural de Cornalvo, que se encuentra a poco mas de una hora de nuestro pueblo.
Por eso a las siete de la mañana, nos dábamos cita en la plaza de Huertas siete amigos dispuestos a pasar una buena mañana de domingo.




Después de acoplarnos en los coches, que tuvimos problemas para juntar un par de ellos, nos pusimos rumbo hasta coger la autovía. Pero antes, mientras unos echaban gasolina, otros nos pasamos a por el pan al lugar de siempre. Y una vez juntos los coches, pusimos rumbo hasta la localidad de Trujillanos. Nos asustaba la niebla, que en varios tramos de la autovía hizo acto de presencia, con lo que hubo que reducir la marcha, no había prisas y es mejor llegar un poco mas tarde, que no llegar.




Llegamos bajo una espesa niebla que quería levantar poco a poco. La temperatura por culpa de este fenómeno meteorológico, era un poco baja, pero sabíamos que según avanzara el día, volveríamos a sudar otro domingo mas.
Con las mochilas en los hombros, decidimos hacer la ruta que nos llevaba hasta el berrocal del "Rugidero", donde nos habían hablado de lo especial de dicho lugar.

Pero antes la ruta empezaba en el pantano de Cornalvo, el cual debíamos de bordear. Su capacidad estará al cincuenta por ciento, mas o menos y da pena comprobar hasta donde llega el agua cuando aumenta su capacidad y donde esta, se encuentra ahora.
Decenas de alcornoques y encinas daban de comer bellotas a varios cerdos que encontramos en la dehesa, donde en el camino se podían apreciar charcos de las ultimas lluvias caídas.

Según avanzaba la mañana entramos en calor y empezaba a sobrarnos ropa. Los mas calurosos se quedaron pronto en manga corta, otros empezaban a quitarse capas como cebollas, es curioso lo que varia la temperatura de los seres humanos, unos con poca ropa les vale y a otros les cabe encima unas pocas de mangas y no le llegan a estorbar todas en ningún momento....



La ruta era muy llana y tan solo una cuesta antes de llegar a un precioso avistadero de aves, construido todo en su totalidad en madera, que nos sirvió como sitio propicio para comernos el muerdino. Se estaba tan a gusto allí, que aprovechamos algo mas de tiempo del habitual. Pronto se animó el lugar con la presencia de una treintena de ciclistas que según nos contaron, venían de la vecina localidad de Santa Amalia y aprovecharon el mismo lugar que nosotros, para reponer fuerzas.




Después de una breve charla con uno de ellos que conocía amigos en común, nos pusimos de nuevo en ruta para llegar hasta el famoso "rugidero", donde la verdad que echamos unas risas metidos dentro de unos canchos especiales y que en épocas de aguas abundantes, debe ser una pasada el lugar.



Y después de una larga parada en dicho lugar, volvimos dirección a nuestros coches, bordeando el Pantano por el otro extremo, para de esta manera verle en su totalidad y aprovechar para ver su muro, donde quedan restos de pilares de épocas romanas.




Con quince kilómetros en nuestras piernas, pusimos rumbo de vuelta a nuestro pueblo, con la sensación de haber conocido otro lugar espectacular y haber pasado una mañana plena de nuevo y es que haciendo senderismo, somos felices.


Nos vemos por las callejas.

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