lunes, 5 de diciembre de 2016
Capitulo 785: La Villeta del Azuquen.
Había que volver para comprobar con nuestros propios ojos, si la denuncia cursada dos años atrás contra el dueño de la finca que nos bloqueó el paso, había surtido efecto. Es cierto que el candado ha desaparecido, pero siguen existiendo carteles amenazantes, de prohibido el paso a toda persona ajena a la finca. Seguramente que el visitante que llegue y no sepa que aquello es un camino de herradura, no seguirá caminando de puertas hacia adentro. Pues que sepa todo aquel que esté leyendo este articulo, que puede acceder a dicha propiedad a pie y sin salirse del camino.
Nosotros a las ocho de la mañana quedamos en la plaza de Huertas, para pasar a por el pan y poner rumbo hasta la famosa "Cuerda Jarrin". Hasta allí no se tarda nada, pero una vez que te adentras en dicho camino de tierra, el viaje se vuelve incomodo, mas aun en este tiempo que el camino está bastante afectado por culpa del agua caída.
Los doce kilómetros se hacen eternos y se tarda mas en este tramo, que en el de carretera.
Sobre las nueve estábamos cargando las mochilas en las espaldas. Como la vez anterior decidimos hacer la ruta circular en lugar de hacerla de ida vuelta, que siempre suele ser mas aburrida. Por eso nos metemos por la finca de al lado, pegados a la alambrada lindante y caminamos hasta darnos de bruzas con el río Almonte, el cual después de las aguas caídas bien se le puede llamar el Rio Rojo.
Los riberos que nos encontramos son espectaculares y el ruido del agua es ensordecedor.
Ahora vamos caminando rio abajo por estos riberos que nos hacen ponernos en guardia y sudar la gota gorda, puesto que la temperatura es espectacular y no hace ni pizca de frío.
Subes, bajas, te agachas, saltas, y así hasta llegar al poblado Celta que allí existe y que hace volver en el tiempo a nuestras mentes. El sitio que eligieron sin duda para su asentamiento, fue el mejor que podia elegirse por aquella época. El clima parece otro dentro de las derruidas murallas y decidimos comernos el muerdino en uno de los sitios que mas nos gusta de este asentamiento. Mirando al frente vemos darse la mano al Rio Tozo con el Rio Almonte, para una vez juntos subir de caudal riberos abajo. Da pena irse de allí y como la ruta no es muy larga y no tenemos prisa, alargamos el muerdino mas de lo que habitualmente hacemos, pero esta vez estamos perdonados.
Cierras los ojos y el ruido del agua te hace pensar en aquellos habitantes que moraban en dicho lugar y que se abastecerían de ambos ríos para su subsistencia....
Nos vamos pero antes recorremos todo el poblado pasando obligatoriamente por el cancho de los juegos, donde una y otra vez nos hace pensar el tablero en la forma de jugar que tendría aquello. Uno dice una cosa, otro dice otra y entre risas nos alejamos del lugar.
Ya solo nos queda el camino hasta la puerta de la finca, donde hemos dejado los coches. No hay nadie en el cortijo y pronto estamos echando el ultimo trago de agua antes de emprender el camino de vuelta, que se vuelve hacer pesado por la famosa Cuerda....
Sin duda un lugar digno de conocer y que muchos paisanos no saben ni si quiera de su existencia.
Nos vemos por las callejas.
Tozo y Almonte
Rio Almonte
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