lunes, 21 de noviembre de 2016

Capitulo 781: XVIII Ruta Bosques del Ambroz.



Si eres senderista y encima extremeño, es un pecado muy grande no haber realizado esta ruta que entra dentro del circuito "Camina Extremadura" y que este año cumplía su décima octava edición.
Gracias a nuestro amigo Carlos que se empeñó en que teníamos que acudir, hacía mas de un mes que nos habíamos apuntado y es que esta ruta tiene un tope de mil participantes y las plazas vuelan rápidamente,  una vez realizada la ruta, no me extraña que así ocurra.


Como teníamos que estar en la localidad de Segura de toro a las ocho menos cuarto de la mañana, nos tocó madrugar en el día de ayer y a las seis de la mañana, nos dábamos cita en la plaza de Huertas, donde nos juntamos los nueve amigos que deseábamos ir a conocer esta magnifica ruta.
Las previsiones eran de una jornada de lluvia y con algo de incertidumbre nos montamos en los coches que a esa hora ya estaban mojados por una fina lluvia que hacia un rato que había comenzado a caer. Nada que ver con la manta de agua que nos cayó por el camino, sobre todo a la altura de la Capital Cacereña donde los limpias del coche no se daban abasto.




Durante el camino íbamos hablando de los peligros que conllevan el hacer senderismo los días de lluvia y sobre todo en terrenos propios para resbalar fácilmente. Esta ruta es una de ellas, dado que el primer tramo vas descendiendo por una calzada antigua de piedras, cubiertas de las hojas que poco a poco se iban cayendo. Estaba claro que deberíamos de tener un poco mas de cuidado...

A las ocho menos cuarto llegábamos a la localidad de Segura de Toro, donde nos pertenecía montarnos en el autobus numero seis. La organización de esta ruta es espectacular y se cuidan todo tipo de detalles por muy insignificantes que sean.
Das tu nombre y te dan una pulsera la cual debes de llevar para pasar los tres controles que existen, de este modo todos los senderistas están siempre controlados, además también tienen el numero de móvil de varios integrantes de cada grupo, para si hace falta llamar para comprobar nuestra situación.
Una ruta de mil personas requiere todo el cuidado que esta gente pone a la hora de organizar.
La ruta




Desde Segura nos encaminamos con el autobus hasta el comienzo de la ruta, en la localidad mas alta del Ambroz, La Garganta. Allí la calle principal está llena de senderistas y de momento la lluvia nos da una tregua y es la niebla la que se apodera de las montañas. La temperatura es espectacular y una vez que nos colgamos las mochilas, lo mejor es comenzar a caminar. Cada cual lo puede hacer cuando quiera y con quien quiera y así, pronto estamos ascendiendo la primera cuesta que nos espabila y a la vez desentume.
Lo mejor es encontrar tu ritmo y hacerte hueco, la bajada hasta Hervás es peligrosa y hay que ir al comienzo a fila de uno, por lo que si no te espabilas, no adelantas a nadie.
Vamos a buen ritmo y en buen sitio, no nos estorba nadie y nosotros incluso nos alejamos unos de otros. Cada cual a su ritmo y en el primer control, quedamos todos.
Entramos juntos en Hervás justo cuando se ponía a llover en condiciones, la niebla había dado paso al agua y en el punto de control nos dan una camiseta y una "braga", además de preguntarnos si seguimos en ruta. Los alrededores al punto están llenos de senderistas comiéndose el muerdino y nosotros intentamos buscar un sitio para refugiarnos del agua que en ese momento caía con ganas.
Casi sin quererlo nos encontramos un soportal bastante amplio que le hicimos nuestro, y allí montamos el campamento para nuestro merecido muerdino, que esta vez le tuvimos que comer con el pan que compramos en Hervás y que nada tiene que ver con el de nuestro pueblo... ya quisieran tener allí la posibilidad de probar el nuestro.










Había hambre y ganas de hacer una parada larga, sabiendo lo que nos quedaba todavía, decidimos entrar en un bar y tomarnos un café calentito para aguantar el agua que parecía que nos iba a acompañar.
Y mochilas al hombro seguimos hasta la localidad de Gargantilla, donde está el siguiente control. Deja de llover enseguida y se anda estupendamente. Si el bosque de Hervás es bonito el que llega hasta Gargantilla es espectacular. Las cámaras echan humo y todo el mundo quiere recoger en sus aparatos, los colores del otoño.






Mucha gente parece haber abandonado la ruta, eso o es que han parado menos rato que nosotros y han llegado antes, puesto que en el camino nos encontramos poca gente.
Antes de llegar al siguiente control, el agua nos vuelve a aparecer y aunque no cae fuerte, nos hace ponernos los trajes de agua de nuevo.
En la plaza de Gargantilla nos tomamos una cerveza y nos reagrupamos de nuevo, para seguir hasta el final de la ruta que está a tan solo cinco kilómetros de allí.

Deja de nuevo de llover y las piernas se las va notando algo cargadas. Los pocos senderistas que quedamos por llegar nos lo tomamos con tranquilidad y poco a poco alcanzamos las primeras casas de Segura de Toro, donde a lo lejos se oyen tambores de alguna batucada que ameniza el rato.
Las amas de casa reparten chocolate con churros y la verdad que el chocolate nos viene bien aunque frio no hemos llegado a pasar en ningún momento de la ruta.







La sensación de felicidad que entra al pasar el ultimo control no lo sabe nadie mas, que quien se ha levantado a las cinco de la mañana para ir hasta allí, a hacer esta preciosa ruta. Todos muy contentos movemos un poco el esqueleto al ritmo de la música y el agua que no quiere abandonarnos nos hace decidir que es hora de emprender la vuelta con tranquilidad, parando en el camino para tomarnos algo y así descansar los conductores, que refriegan sus ojos por culpa de la lluvia, la cual hace que tengas que afinar la conducción.





Un día magnifico para una ruta espectacular, con una compañía de diez, casi imposible de mejorar. Da gusto moverte por cualquier lugar con estos amigos que ni siquiera el agua los hace cambiar de postura.
Gracias Carlos porque tu empeño tuvo la culpa del gran día que pasamos ayer. Pensando en la siguiente ruta desde hoy mismo, porque el senderismo está mas vivo que nunca y no podemos dejar que se apague la llama. Salir a pisotear nuestros campos, nuestras callejas y nuestras veredas y vuestro cuerpo y vuestra mente os lo agradecerá.

Nos vemos por las callejas, aunque llueva.















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