Y como viene ya siendo tradición dentro de nuestro grupo, allá para cuando la festividad de todos los Santos llega en el calendario y las castañas caen al suelo saliendo de sus erizos, nos gusta ir a realizar esta preciosa ruta.
Aun recuerdo en mi mente la primera vez que acudimos a este bonito y coqueto pueblo, sin apenas saber nada de los encantos de su bosque. Fue un día emocionante del cual quedamos todos prendados.
No por ello cada vez que voy, uno no deja de sorprenderse y es que sus vistas, sus paisajes, sus gentes, son todos muy acogedores.
Hoy a pesar del cambio horario, a las siete de la mañana nos dábamos cita en la plaza de Huertas, ocho valientes senderistas que seguimos empeñados en no acabar con nuestras rutas. Es verdad que años atrás este día nos juntábamos bastantes mas, pero por motivos variados quedamos algunos menos.
El día amanecía con algo de niebla y la noche había sido algo lluviosa pero la temperatura matinal era estupenda para andar. Pasando por la panadería como cada domingo. hemos comprado pan para el posterior muerdino, cosa que nunca se puede dejar de realizar, puesto que es lo que nos tiene en pie.
Poniendo rumbo hasta Garciaz hemos ido hablando de nuestras inquietudes y nuestras vidas dentro del coche, acto que va relacionado con el senderismo. Es reconfortante volver a emparejar con algunos senderistas que llevaban tiempo sin venir.
Entre risas y charlas nos hemos presentado en la plaza de Garciaz unos minutos antes de las ocho de la mañana. Colgadas las mochilas hemos empezado a caminar y a recordar años anteriores en dicha ruta.
La temperatura seguía acompañándonos y las primeras cuestas nos hacían despojarnos de las primeras ropas. Risas y conversaciones. Recuerdos y añoranza de los que no han podido venir. Y con todo ello las primeras castañas que nos vamos encontrando por el suelo.
Entrando en la zona que mas nos gusta donde se encuentra el castaño mas grande, las castañas abundaban de forma espectacular y la estampa era preciosa. Fotografías para el recuerdo y mas risas.
Y así coronamos el cerro Marco, lugar donde nos gusta hacer la parada para comer algo. La niebla no nos deja ver mucho terreno y las fotos de rigor que solemos hacer arriba del todo, hoy nos quedamos sin ellas. Pero tenemos el muerdino y la mesa empieza a coger color. Chorizos, patés, quesos, patateras, algo de vino y alguna dulzaina para el postre. Este rato no nos lo quita nadie. Disfrutamos, reímos y a la vez nos alimentamos. Prueba esto, prueba lo otro, trae un trago, pasa la bota y así echamos el rato del muerdino.
En el descenso las setas empiezan a aparecer y algunos parasoles nos tenemos que llevar para probarlos. Es impresionante la cantidad de frutos que un bosque puede llegar a dar. Eso si, siempre que el agua haga acto de aparición.
Y kilómetro tras kilómetro y con la mochila llena de castañas vamos arrimándonos al pueblo un poco cansados, puesto que la ruta es algo mas larga de las que solemos hacer. Los algo mas de dieciocho kilometros van pesando cuando llegamos a la ermita del pueblo, lugar donde paramos para refrescarnos y consumir la poca agua que nos queda en las mochilas.
Y lo siguiente es llegar de nuevo a la plaza de Garciaz donde recogemos todo en los coches y ponemos rumbo hasta Huertas, donde com uma cerveza fresca nos despedimos hasta la proxima ruta, que esperemos que no tardemos mucho en hacerla y volver a disfrutar de la compañia de buenos amigos que domingo tras domingo, logran que seamos capaz de desconectar de la vulgar rutina.
Nos vemos por las callejas.
La ruta
Preciosas fotos,que sigais viniendo a esta ruta a por castañas y a disfrutar de nuestros paisajes.....que no es porque sea garcieñaaaaa......son ESPECTACULARES
ResponderEliminarLa próxima vez no es necesario llegar a Huerta a refrescaros. Garciaz también tiene cervezas fresquitas con buenos aperitivos , je je je
ResponderEliminarGracias por dedicar una entrada de tu blog a mi pueblo.