Sin apenas digerido lo vivido en el día de ayer y con alguna que otra agujeta de color fucsia, me dispongo a resumir de forma concisa y clara, todo lo que pudimos vivir en el día de ayer, los cinco amigos senderistas que nos acercamos de nuevo al valle del Jerte, para hacer una de las rutas mas difíciles que existen por la zona.
La salida la volvimos a programar para las siete de la mañana y he de decir que en esta ocasión, la noche anterior dormí un poco menos de lo habitual y ese hecho, me pasó factura en los primeros kilómetros de ruta, los cuales son los mas duros de la misma.
Como ya hablamos dentro del grupo, la ruta era algo mas larga de lo habitual, con lo que decidimos hacerla a dos paradas y de ese modo tomárnosla con un poco mas de calma. Cosa que por otra parte, no conseguimos hacer.
Después de acarrear el pan del pueblo, pusimos rumbo a Navaconcejo, localidad en donde empieza la ruta escogida. La temperatura era muy agradable y apetecía llevar una manga larga puesta, sobre las ocho y media de la mañana, hora en la que comenzamos a caminar.
El pueblo despertaba a la vez que nosotros lo atravesábamos buscando el lugar de inicio y varios coches y furgonetas, ponían rumbo hasta los bancales llenos de cerezos, donde la hoja de los mismos recién caída, empieza a dar paso a las diminutas cerezas, cuestión que aprovechan los dueños para curarlos, Fueron varios los vecinos con los que nos cruzamos y pudimos hablar con varios de ellos. La conversación que mas me llenó fue la que tuve con un señor de mas de sesenta años, el cual se quejaba a viva voz, de las tropelías que los afanados turistas, provocan en dichos bancales, por el ansia de hacerse la foto contra mas cerca de los cerezos mejor, arrancando algunas veces de forma involuntaria y otras veces no tanto, alguna que otra rama con el daño que ello conlleva a los cerezos.
La forma de fumigar los arboles ha cambiado mucho y en lugar de las habituales mochilas que se llevaban colgadas en las espaldas con el liquido curativo, ahora poseen la mayoría unos compresores que enganchados a los coches de forma de remolque, llegan hasta los mismos bancales con ellos. Con lo que el trabajo hoy en día, se hace mucho mas rápido y por lo que nos contaban los lugareños, mucho mas efectivo que antiguamente.
Las primeras rampas de la ruta son brutales, si te parece que una es empinada, la siguiente lo es algo mas y solo la manera de subirla en forma de zigzag, hace que parezca que la ascensión no es tan brusca.
El calor que nos producía la ascensión hacía mella en nuestros cuerpos, pero ninguno de los cinco decidimos quitarnos nada de ropa. Una calzada romana nos hizo animarnos un poco en las ultimas rampas antes de llegar a Piornal, donde el paisaje cambió de forma brusca y en lugar de ver los cerezos que mas abajo poblaban el paisaje, ahora eran castaños y robles los que dominaban la zona. Una cascada muy bonita nos hizo detenernos un rato para disfrutar de sus vistas y un atrevido ciclista, nos sorprendió con su bicicleta al verle ascender aquellas duras rampas, las cuales eran difícil de ascender andando, contra mas en bicicleta.
El aire era cada vez mas intenso, el pueblo mas alto de Extremadura nos recibía lleno de turistas, los cuales visitaban las zonas mas famosas del lugar. Nosotros aprovechamos para hacer la primera parada técnica en un parque merendero, el cual aun no está terminado del todo, al igual que varias calles del pueblo, las cuales como en casi toda la comunidad, se nota demasiado la futura fecha electoral.
El frío se apoderaba por momento de nuestros cuerpos y la parada la tuvimos que acortar, puesto que el aire nos daba de lleno en dicho banco, el cual nos pareció a todos el mejor lugar para el muerdino.
La ruta continuaba en dirección a peñas blancas, lugar que se encuentra a mas de mil cuatrocientos metros. Continuamos nuestro camino no sin antes visitar la nueva estatua de Jarramplas, la cual es preciosa, ademas de recordar aquella visita que dos de los senderistas hicimos hace un par de años a dicha fiesta, la cual nos encantó.
El aire dejó de ser tan intenso a medida que abandonábamos el pueblo y caminando un buen rato por una carretera asfaltada, llegábamos al pantano de la localidad, el cual a todos nos pareció muy pequeño, aunque es cierto que todavía tiraba el agua por el rebosadero.
Al lado del mismo se encuentra Peña Negra, lugar que nos recomendaron de subir para disfrutar las vistas que hay desde dicho lugar, el cual tiene la curiosidad de dejar ver a un lado la comarca del Jerte y al otro, la comarca de la Vera. Sin duda es imposible describir las vistas que pudimos disfrutar, a pesar de que el aire era muy fuerte en la cima.
Nos quedaba por hacer lo mas difícil de la ruta, cosa con la que no contábamos, puesto que todos creíamos que el descenso seria duro pero no tanto. Y monte abajo, sin senderos ni casi veredas, tuvimos que buscarnos la vida unos por un lado y otros por otro y juntarnos los cinco justo al finalizar el monte, donde volvíamos a toparnos con cientos de cerezos, los cuales nos avisaban que el pueblo no estaba muy lejos.
Allí mismo optamos por hacer la segunda parada. En los relojes marcaban las cuatro de la tarde y aunque era tarde, el fuerte descenso por el monte nos había quitado el hambre a todos, por lo que dicha parada no fue muy larga y un poco cansados después de llevar mas de veinte kilómetros en las piernas, nos pusimos de nuevo en camino buscando el pueblo de Navaconcejo, el cual le empezamos a divisar mucho antes de lo que nos hubiera gustado, puesto que el verle tanto rato parece que queda menos por andar de lo que en realidad nos quedaba aun.
A punto de llegar a los treinta kilómetros y ocho horas después de haber comenzado la ruta, alcanzábamos de nuevo el coche, donde apurábamos el poco agua que nos quedaba a tos, por lo que decidimos entrar a tomar algo fresco en un bar de la localidad, antes de ponernos de regreso a Huertas. Cansados pero contentos de haber logrado realizar esta dura ruta, la cual había permanecido muchos meses en nuestras cabezas, hasta que por fin el día de ayer, logramos terminarla.
Nos vemos por las callejas.
La ruta.
Más de 8 horas caminando y por lugares abruptos. ¡Qué barbaridad!.
ResponderEliminarOs superáis y con nota.
Un saludo, máquinas.